Nación Y Regiones
Enviado por anerolmia • 31 de Marzo de 2014 • 1.771 Palabras (8 Páginas) • 314 Visitas
CONTROL DE LECTURA. “LA NACION VS. LAS REGIONES.”
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SEP
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CONTROL DE LECTURA. “LA NACION VS. LAS REGIONES.”. DE LA ANTOLOGÍA “FORMACIÓN DOCENTE Y EDUCACIÓN BASICA EN…”
El autor resalta cómo en sus principios el regionalismo jugó un papel de conciencia regional que desembocaría en el movimiento de independencia y a la postre en una guerra civil a través de la cual se buscaba configurar un proyecto de nación. Afirma que para consolidar el Estado mexicano se tuvo que recurrir a la conjugación de los intereses locales con los nacionales. En este proceso los dirigentes políticos apelaban a lo nacional mi entras que las elites locales hacían un reclamo y defensa histórica de la participación regional.
En la siguientes páginas deseamos explorar hasta qué punto las identidades territoriales constituyen un factor político en México. No el único ni el más importante, pero susceptible de ser potenciado por otros conflictos centrales que cruzan 4 la sociedad mexicana. Creemos que la existencia de, una sociedad regional constituye un marco y casi un instrumento que diversas clases sociales han podido utilizar sucesivamente para sus fines políticos. En tales. Reivindicaciones se entrelazan regionalismos burgueses y conservadurismos populares, pero también manifestaciones de autodefensa que en determinadas ocasiones clan lugar a expresiones sociales y políticas de profunda radicalidad.
Historia de un ombligo
El país no nació de la convergencia de una serie de regiones que poco a poco se fueron dotando de un centro begemónico y una unidad política mayor. Por el contrario, la preeminencia de la ciudad de México ha sido una constante desde el principio.
El desarrollo de gran parte del territorio nacional, y sus respectivos grupos, históricamente ha estado vinculado al desarrollo de un mercado, una comunidad y un Estado nacional. Esto es particularmente observable durante el porfiriato y a todo lo largo del presente siglo.
En el principio va el centro
La explotación y control de la población indígena requirió del establecimiento de una vasta organización técnica y política. La elección de Tenochtitlan como cimiento de la nueva sociedad responde a esta necesidad. El sitio, además de una ubicación estratégica en el centro del mundo indígena, gozaDel de una estructura preexistente de tributación que, en un primer momento, los españoles aprovecharon del viejo imperio azteca.
La ciudad de México nació grande y poderosa. El profundo centralismo de la sociedad mexicana deriva en parte de este hecho. Su centralismo en una acto fundante, pero también una determinación histórica. Al arrasamiento meticuloso del imperio azteca sobrevivió el asiento de su poder, el valle de México. Tenochtitlan
Los orígenes del regionalismo
Sin embargo, la colonización y la ocupación del territorio durante la Colonia comenzarían a gestar grupos de interés regional. Las reformas borbónicas alentaron la conformación de estos grupos y su enfrentamiento con la burocracia civil, religiosa y militar de la capital (David Brading, 1975). El trabajo de Eric Wolf sobre el Bajío (1972) ilustra en qué medida el desarrollo de una conciencia regional entre diversos grupos sociales del Bajío, constituyó un elemento central para explicar las luchas insurgentes.
El resultado fue una permanente guerra civil apenas interrumpida por el inicio de un nuevo gobierno. La incapacidad de las oligarquías para encontrar una fórmula viable de alianza política significó en la práctica la carencia de un Estado reemplazante de la administración colonial. La ausencia de un eje ordenador propició la fragmentación de la vida económica, social y política del país. En este marco de fragmentación económica, luchas civiles y disputa por proyectos alternativos de Estado, las identidades de base territorial comenzarían a adquirir mayor sustancialidad. Los grupos de poder regionales y en general las corrientes Federalistas recogieron los sentimientos de pertenencia local y parroquial ismo y los dotaron de un impulso político. La constitución de estados federados y el reclamo a su soberanía fueron la contraparte del desarrollo de una conciencia regional.
DON PORFIRIO Y LAS ÉLITES REGIONALES:
UN CENTRALISMO MATIZADO.
Al margen de su diferencias, las clases dominantes coincidían en la necesidad de un espacio económico nacional y de la institucionalidad de la vida política del país. Los proyectos de ferrocarril existían desde los años treinta (Peter Rees, 1976, p. 106), los de una banca eficiente son incluso anteriores (José Antonio Batiz, 1980, p.172) y los clamores por un país pacificado son permanentes a lo largo del siglo XIX. Sin embargo, cada vez era más claro que la implementación de dichos proyectos tenía como condición necesaria la formación de un Estado capaz de dar una dimensión nacional a los procesos económicos y políticos del país.
En relación al tema que nos ocupa, estos procesos tendrán dos profundas consecuencias. Por una parte, la emergencia de una nueva racionalidad; por otra, la despolitización de las identidades regionales.
Las formas de organización espacial se modificaron sensiblemente como resultado de una inserción diferencial al mercado nacional y externo. Los centros gravitaciones de la economía comenzaron a desplazarse hacia el norte y el sureste, en detrimento de las regiones tradicionalmente importantes como el Bajío y Puebla.
En este punto cabría preguntarse las modalidades que asumen las relaciones entre las oligarquías regionales y el Estado porfirista. Es obvio que dicha articulación varía de región en región, dependiendo de un cúmulo de factores: las funciones que adopta la región con respecto al mercado interno y externo; la posibilidad de las oligarquías regionales de articularse directamente al capital externo (ejemplo
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