Origen De Los Inquilinos Chile Central

daba todo el pueblo chileno. El sistema de encomienda y el estrato indígena se desvanece frente al peonaje e inquilinaje; la gran propiedad procura asentar al pueblo rural dentro de un estatuto de libertad personal con el inquilino, en cambio, en el caso del peón, el hecho de vivir temporalmente en haciendas de allegado de algún inquilino, lo convierte en una nueva forma laboral de vagabundaje.

La tendencia de vagabundaje se comienza a extender en la población rural pobre, y es por esto que el Presidente ordena que todos los vagos y ociosos sean reducidos a las nuevas poblaciones (fundadas para contener la ruralización chilena). La conexión con los juegos es visto como otro aspecto de ociosidad y vagabundaje.

En la segunda mitad del siglo, el vagabundaje ya no es solo la fuga de indios de las labores encargadas, sino que vagabundaje pasa a ser un sinónimo de delincuencia, debido a que los nuevos vagos se dedican al bandolerismo; a raíz de esto, en nuestro país se comienzan a implementar nuevas medidas represivas (que van desde la pena de muerte, hasta la extradición de españoles a la península); sin embargo, al ver que este nuevo tipo de vagabundaje seguía creciendo, se decide aprovechar a los delincuentes y vagos, usándolos como mano de obrera en la construcción de obras públicas.

Los prejuicios sociales en Chile al terminar el siglo XVIII (Gonzalo Vial Correa)

Vial nos cuenta que las sociedades hispanoamericanas se caracterizaban por la extrema rigidez de sus clases sociales, existían “muros” como dice él, que definían estas clases sociales y las aislaban una de la otra; el plantea el término “prejuicio” solo en forma literal, debido a que la misión de la historia es dar a conocer el pasado y no juzgarlo.

Para ese entonces, ya había desaparecido la colectividad primitiva, de conquistadores y primeros colonizadores; la sociedad móvil fluida, en la cual era fácil cambiar de ubicación, ganar o perder categoría según los vaivenes del azar.

En cambio, las clases sociales dieciochescas eran compartimentos herméticos, de los que no resultaba sencillo evadirse al hombre de la época. y los muros que, a la vez, definían estas clases-compartimento y las aislaban una de otra, eran los prejuicios sociales. Notaré que uso el termino sólo en su sentido literal, de juicio anticipado o »a priori«, que no se funda en los hechos, sino en circunstancias ajenas a éstos. No doy, pues, al vocablo prejuicio ninguna connotación despectiva porque, como se sabe, la finalidad de la investigación histórica es conocer el pasado, y no juzgarlo.

De lo expuesto, se deduce la indudable trascendencia de estudiar los prejuicios sociales en Hispanoamérica, al término del régimen español.

Sin embargo, el estudio histórico de los prejuicios no es tarea fácil, porque casi nadie reconoce tenerlos. Casi todos nos esforzamos por dar una justificación lógica a nuestras actitudes, aunque como causa final de ellas, semioculto en lo profundo de la conciencia, semidesconocido aun para el mismo interesado, efectivamente exista un prejuicio.

Por fortuna, en lo que toca a la América Española ya las postrimerías del XVIII, disponemos a ese respecto de un conjunto inavaluable de antecedentes, de un verdadero espejo de los prejuicios sociales de la época

Origen de los “Inquilinos” de Chile central (Mario Góngora)

Lo que busca el autor en este texto es confirmar una hipótesis que propuso anteriormente en 1956 sobre el origen del inquilinaje del siglo XVIII; nos dice que se percató de la injustificada afirmación tradicional de un vínculo existente entre la encomienda

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