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Enviado por   •  6 de Septiembre de 2011  •  2.422 Palabras (10 Páginas)  •  651 Visitas

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Actividad: 1

Evidencia: 1

PROPÓSITO DE LA ACTIVIDAD

Identifica las diferencias entre el actuar docente centrado en la enseñanza y el centrado en el aprendizaje, a partir de su análisis, a fin de reconocer el cambio de paradigma en los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación.

1. REFLEXIÓN LECTURAS

COMPETENCIAS PERSONALES DEL DOCENTE (Segura M.)

Palabras clave: Competencia Personal, Docente Universitario, Perfil y Rol del Docente.

La calidad personal es una revolución en el sentido tradicional de calidad. Esta revolución en la conciencia de la calidad, es primero y principalmente, una nueva forma de pensar acerca de la calidad. En lugar de concentrarse sólo en la calidad de los productos, la nueva conciencia de la calidad también abarca la de los esfuerzos individuales de las personas. (Moller y Touborg, citado por Garza, 2005)

Los alumnos desean un docente con características personales muy definidas como: Manejo situacional, creatividad, capacidad de realización, dominio personal, valía personal. (Segura, M., 2003)

En este sentido, Garza (ya citado) considera que existen algunos factores de los cuales, según él, depende su calidad personal entre ellos: Autoestima, Etica (personal y profesional), entusiasmo, metas claras, Tenacidad.

En la tarea de realizarse como persona es necesario buscar las experiencias que invitan a crecer (aceptación, confianza, autoestima, retos) y evitar lo que limita el crecimiento (ignorancia, egoísmo, indecisión). Convertirse en persona es conquistar el autodominio, autoconfianza y autocontrol.

De nada sirve adquirir nuevos y excelentes conocimientos, doctorarse o lograr esa meta deseada en las mejoras académicas (hacer) sino reconstruirse como persona buscando a través de ella crecer, ser, actuar, y convivir cada día mejor. Al construirse en este sentido es llegar a ser la persona que la educación y la sociedad requiere.

Una de las funciones con mayor exigencia, por su alto compromiso con las nuevas generaciones y con los destinos de un país, es la del educador. Educar va más allá de la entrega de información, engloba patrones y conductas que en gran medida, no pueden medirse a corto plazo, sino que se valoran solamente con el pasar del tiempo. Por ello, debe ser una persona con unas cualidades personales bien específicas.

Rugarcía (2001), toma como punto de inflexión la misión del docente, la cual debe promover en el participante la captación de conceptos sobre la profesión y la cultura, a la par del desarrollo de habilidades y el reforzamiento de determinadas actitudes que lo impulsen a ejercer su vocación profesional y humana de cierta manera.

Quien ejecute la labor docente, debe tener como centro el crecimiento del estudiante, no sólo en el tema que se imparte, sino en su desarrollo como individuo.

Los cambios educativos, parten de la necesidad de tener verdaderos educadores dentro de la universidad, que vayan más allá de la entrega de información, es decir que eduquen. Esto se aprende; existen diferentes métodos y técnicas de enseñar; sin embargo, otros aspectos como la vocación del docente, para que siembre en sus estudiantes la semilla del amor y el cariño por lo que hacen, no se aprende, es propia del individuo y parte desde su génesis. Esto significa que cualquiera no es educador.

Llega a serlo verdaderamente aquel que tiene el don, la vocación, el gusto y el interés por enseñar, por cultivar.

Al respecto, Zurita citado por Silva (1993), llama la atención acerca de los estilos docentes dominantes en este nivel educativo, en el cual según él, prevalecen relaciones de dominación y control y muy escasamente relación de comunicación creadora, por lo cual resalta el error que se comete, al no intentar vencer aunque sea parcialmente esta tendencia descrita por el autor como “…pedagogismo castrante, autoritario y aberrante, regida por los principios de la dependencia”.

El maestro debe ser un hombre distinguido por su educación, por la pureza de sus costumbres, por la naturalidad de sus modales, jovial, accesible, franco, en fin en quien se encuentre mucho que imitar y poco que corregir”.

Estos criterios formarán parte de su pensamiento educativo y ratificará en diversas circunstancias la necesidad de que los educadores den más importancia a la formación que a la instrucción, destaca Ramos (2000).

“...el educador tiene una irrenunciable misión de partero de la personalidad” (p. 58). El verdadero educador busca formar a sus alumnos a vivir con autenticidad, con valores y realidades. El éxito profesional depende de la actitud individual Cruz (2002) y así expone: “...las razones por las que un profesional triunfa, tienen que ver en un 15 por ciento con sus conocimientos y en un 85 por ciento con su actitud, entusiasmo y niveles de motivación”. (p. A-4). De estas afirmaciones se deriva que los resultados de la vida personal y profesional de cada individuo son la consecuencia lógica de las conductas que asume frente a las diversas situaciones y del trabajo que emprende diariamente.

En una sociedad tan agresivamente inhumana, donde el poder, el tener y el consumir determinan las relaciones y el modo de vida de las personas, el educador es el hombre o la mujer que apuesta por la persona frente a las cosas, por la solidaridad frente al individualismo desbocado, por la actitud lúcida y crítica frente al adoctrinamiento técnico e ideológico, por la libertad frente al alertagamiento que provoca la invasión de noticias y productos impuestos; apuesta por una sociedad humana y fraternal frente a una sociedad que se convierte en una muchedumbre solitaria, en un rebaño frente al televisor, que impide la comunicación y desde la soledad intolerable invita a esa violencia del que necesita destruir para ser, matar para reconocerse y que le reconozcan. Pérez (s/f).

EQUIPO 2, SEGURA

Necesitamos ser docentes que, antes que otra cosa, seamos educadores señala Pérez (s/f). Ser maestro, educador, es algo más complejo, sublime e importante que enseñar matemáticas, biología, inglés o lectoescritura. Educar es alumbrar personas autónomas, libres y solidarias, dar mano, ofrecer los propios ojos para que otros puedan mirar la realidad sin miedo. El quehacer del educador es misión y no simplemente profesión. Implica no sólo dedicar horas sino dedicar alma. Exige no sólo ocupación, sino vocación.

Los hábitos de los profesores altamente efectivos.

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