Reforzamiento
Enviado por maguee • 22 de Octubre de 2014 • 1.063 Palabras (5 Páginas) • 180 Visitas
Instrucción
Según Freud cuando se tiene un problema en la etapa anal en el adiestramiento en el control de esfínteres donde si no se orienta adecuadamente al niño en esta etapa puede traer como consecuencia puede despilfarrar dinero o psicopatías sexuales más adelante o en su madurez tendrá problemas como el control y un afán por recolectar cosas.
No siempre pasa pero donde se puede prevenir dando un buen trato y cuidado al niño en esa etapa para que no tenga ningún problema en su madurez
Etapa anal (retención y expulsión)
Esta fase se presenta cuando la preocupación del niño y sus padres gira alrededor del ano, es la etapa del control de esfínteres.
DESARROLLO
: ¿Cómo hacerle para que nuestro hijo/a nos haga caso?
Exclaman unos desesperados padres.
Otro caso también se da un poco similar surge también en el salón de clases en donde los maestros se enfrentan al problema y casi imposible situación de enseñar a los niños o estudiantes, demostrarles su autoridad ante ellos que permita, ya no como antes donde los alumnos estaban acostumbrados a los reglazos sino poder lograr las enseñanzas en el salón de clases y .
Tomemos una situación bastante frecuente que refieren tanto padres como maestros: “Nos dicen que se queda dormido en clases, que no pone atención, no rinde, que está como ido” A dicha expresión, siguen una larga lista de efectos: se atrasa en el trabajo diario, no apunta la tarea, se queda sin recreo, lo “pescan en curva” con preguntas que no puede responder, va acumulando tareas, igualmente reportes, quejas y más quejas.
En casa intentan de todo: le llaman la atención, hablan con él de diversas formas, tranquilos, firmes, con pocas y muchas palabras, hasta restricciones, castigos, nalgadas…y el hijo/a parece ser inmune a cualquier influencia de los padres y maestros, no solo no hay mejoría, sino ningún cambio, la última frontera de asistencia consiste en llevarlo a consultar con el neurólogo, quien después de diversos estudios (tomografía y electroencefalograma) descarta problemas cerebrales, “Se trata de disciplina”, concluye.
Efectivamente está como ido. En el salón la maestra intenta hacer algo, sentándolo cerca del escritorio, el marcaje personal cerca de la mirada vigilante; mejora un poco, pero el síntoma permanece, se le ve cansado, agotado.
“¿Cómo está durmiendo?” –pregunto. “Suponemos que bien. El pediatra nos dijo que estaba muy bien de salud, que no estaba enfermo” –contestan sus padres. Refieren que él se va a su cuarto y, creen ellos, que se duerme. Les pido me describan su cuarto. La pregunta les extraña, qué tiene que andar preguntando un psicoanalista por cómo es el cuarto de su hijo, se esperaría de un ingeniero, un arquitecto o si acaso un diseñador. A pesar de la extrañeza, responden. Mientras van describiendo el lugar, algo va apareciéndose tan claro, tan cerca, como diríamos coloquialmente, justo “en nuestras narices” que pocas veces vemos precisamente porque obvio, que va respondiendo a muchas de las preguntas y malestares que nos habíamos planteado: “…. Y a un lado de la cama tiene
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