Relaciones hispano indígenas: Parlamentos
Enviado por dmuena • 9 de Agosto de 2016 • Ensayo • 1.139 Palabras (5 Páginas) • 244 Visitas
Relaciones Hispano Indígenas: Parlamentos por la paz
La llegada del español a América no sólo significó una conquista territorial en el espacio propio de los indígenas, sino que también fue una conquista o dominación cultural y religiosa para los pueblos aborígenes que vieron cómo sus creencias y costumbres se iban desmoronando a medida que los españoles se internalizaban en su mundo para subordinarlos al poder de la Corona. Así surge una especie de relación entre el español y el indígena, caracterizada por las constantes disputas entre ambos grupos; conocida es la Guerra de Arauco, que consistió en distintas etapas (guerra ofensiva, defensiva, parlamentos, vida de frontera), el mestizaje, el sincretismo cultural y religioso que se vivió en esa época, la esclavitud y el sistema de encomienda, etc.
Principalmente por parte de los indígenas hubo una actitud de resistencia, a través de enfrentamientos con los españoles, con la finalidad de proteger sus costumbres, su tierra y su pueblo; dando a la vez repuesta al trato recibido por parte del español, quien en vista de no ser supervisado en aquel lejano territorio, como es América, se otorgó el lujo de abusar del indígena, a costa de su propio beneficio. No obstante, como fue antes mencionado, el indígena no se quedó de brazos cruzados ante este trato, lo que generó complejas relaciones donde la población española constantemente sufría ataques de mapuches y la destrucción de sus ciudades. Por ello, la corona dio vida a una serie de instancias de reunión entre autoridades españolas y los caciques (lonkos) de las distintas tribus mapuches para fomentar el entendimiento entre ambos grupos. Estas instancias son conocidas como parlamentos, y constituyen una de las etapas de la Guerra de Arauco que según algunos de sus protagonistas, aún persiste en el territorio de la Araucanía, y ante esta situación vigente en la actualidad, los parlamentos, como tales, son una buena opción para solucionar los problemas que acomplejan a la poblacion indigena en el sur de nuestro país, ya que fomentan la paz, y en la época de la conquista, en general, funcionaron bien luego de que se comprendiera su esencia y propósito, que era el generar alianzas de paz, a través del entendimiento entre ambos grupos en instancias de conversación que concluían en festejo.
En 1639 asume el poder, Francisco López de Zúñiga, quien busca un entendimiento con los araucanos. En 1641 realizó una gran reunión o parlamento de Quilín con los principales jefes mapuches, donde hubo grandes banquetes, discursos, regalos y promesas de paz y amistad por ambos bandos. Los españoles reconocieron la libertad de los araucanos en sus territorios y estos permitieron el ingreso a la Araucanía de sacerdotes misioneros. Pues bien, los parlamentos, según el historiador Jorge Pinto, en la época de la conquista española: “como mecanismo de entendimiento y distribución del poder funcionaba perfectamente. Las promesas de paz y amistad que se sellaban en ellos aseguraban la tranquilidad. Eran, sin duda, ceremonias rituales que mantenían el equilibrio en la Frontera” (Pinto, 2003). También, a pesar de que en un principio fue difícil conseguir que se respetarán los pactos acordados tanto por parte de los indígenas como de los españoles, ya que desde un inicio ninguno tenía como prioridad cumplir con las promesas realizadas en los parlamentos,
La Corona buscó fortalecer y crear alianzas con las distintas tribus para así terminar con las luchas intestinas de poder tribal. Poco a poco, esta política se fue legitimando ante los indígenas, y las autoridades españolas pudieron actuar como intermediarias para resolver los conflictos intertribales; una muestra de ella fue el Parlamento de Tapihue, celebrado en 1774 bajo el gobierno de Agustín de Jauregui. (Memoria Chilena, 2015.)
Pero por otro lado, cabe señalar que durante el parlamento celebrado en Nacimiento en 1764 se propuso la reducción de los indígenas a pueblos. Éstos, resistiéndose en un comienzo terminaron, como siempre sucedía con las cláusulas de los parlamentos, ratificando el referido «acuerdo». Hay que destacar también de este parlamento que el virrey Manuel de Amat se refirió en duros términos al gobernador Guill y Gonzaga, por haber éste celebrado el parlamento en territorio mapuche, cuestión que no era habitual en el siglo XVIII, y constituía a su juicio una “muestra de debilidad frente a los araucanos” (Levaggi, A. 1551). Sin embargo, consideramos que no es correcto hablar de debilidad alguna por parte de ninguno de los dos grupos, tal y como señala Ferrando: “La condición de paz no es la de pueblo vencido, ni rendido, ni dominado. Ahí está [el mapuche] en su tierra y a su modo y en su costumbre” (Ferrando, R. 1550)
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