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Reseña De La Eneida Libro Sexto


Enviado por   •  17 de Abril de 2014  •  1.597 Palabras (7 Páginas)  •  663 Visitas

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Publio Virgilio Marón (70 a.C.-Brindisi, id., 19 a.C.) Poeta latino. Aunque hijo de padres modestos, Virgilio estudió retórica y lengua y filosofía griegas en Cremona, Milán, Roma y Nápoles.

No intervino de modo directo en la vida política pero desde muy pronto Virgilio disfrutó del apoyo de mecenas y amigos, como Cayo Mecenas, el poeta Horacio e incluso Octavio, el futuro emperador Augusto, en parte propiciado por el éxito de su primera obra mayor, las Bucólicas, en las que desarrolla muchos temas de la tradición pastoril, tomados sobre todo de los Idilios de Teócrito, aunque introdujo numerosas alusiones a personajes y situaciones de su época.

Incitado por sus protectores, escribió las Geórgicas, en apoyo de la política imperial de relanzar la agricultura en Italia, en las cuales recrea la belleza de la vida campesina y sus distintos aspectos: labranza, ganadería y apicultura.

La vertiente pública de la poesía de Virgilio llegó a su cima cuando afrontó la tarea de escribir un ambicioso poema patriótico a imagen de las grandes epopeyas homéricas, la Eneida, que debía cantar las virtudes del pueblo romano y cimentar una mitología propia para la nación. Para ello escogió la conocida figura legendaria del héroe troyano Eneas. Durante otros doce años trabajó en la composición de esta su obra maestra, poema épico que incluye doce cantos.

LA ENEIDA (LIBRO SEXTO: VISITA DE ENEAS A ULTRATUMBA)

Este libro de La Eneida comienza narrándonos que Eneas junto con sus compañeros en un barco, se dirigen a las playas de Cumbas. Una vez estando en estas playas, se dirigen a la caverna de la Sibila, quien predice el futuro. Iban recorriendo el lugar hasta que apareció Acates, el caudillo quien Eneas había puesto al frente junto con Deífobe, hija de Glauco y sacerdotisa de Apolo y Diana. Ella los llevo a un templo y, aquí, le pregunto a Eneas si demoraba sus votos a Febo advirtiéndole que si no, las puertas del aquel templo no se abrirían. Entonces Eneas comenzó a decir plegarias en donde decía que no pedía reinos que no estuvieran destinados para él, y que haría un templo de mármol para Febo y Trivia y establecería días festivos con el nombre de Febo. Después de esto las puertas del templo se abrieron y seguido a esto vinieron las profecías de la sibila. En estas profecías le dijo que le aguardaban grandes peligros, guerras, y menciona a Juno, recordándole que es una gran enemiga de los troyanos. Finalmente le dice que una ciudad griega le abrirá el primer camino a la salvación.

Después de escuchar esto, Eneas le dice que sus profecías no le revelan algo nuevo, que él ya lo tenía previsto y se ha estado preparando para eso, pero le pide una cosa a la Sibila: que lo deje entrar al infierno y que lo guie para ir a ver a su padre y que le abra las puertas. La sibila le dice que las puertas siempre están abiertas, pero que lo difícil esta en regresar a la tierra y que muy pocos lo han logrado, pero que sí estaba decidido a cruzar dos veces el lago Estigio y el Tártaro, que buscara debajo de un árbol un ramo con tallo y hojas de oro, que una vez cortado el primer ramo crecería otro y que lo buscara. También le menciono que mientras él está ahí, pidiendo oráculos, un amigo suyo está muerto y le dice que le dé sepultura.

Eneas sale triste de la cueva preguntándose quién será el compañero que se refería la Sibila. Llegando a la playa, se encuentra a Miseno muerto, y, siguiendo las órdenes de la Sibila, sepultan el cuerpo de Miseno. Eneas manda a hacer un monumento, en donde dejan las armas y el clarín de Miseno, y el cual lleva su nombre.

Aun en la playa, dos palomas bajan y aterrizan frene a Eneas en una yerba. Eneas les suplica que lo guíen con su vuelo hacían donde está el ramo. Estas emprenden el vuelo nuevamente y se aterrizan en un árbol donde esta el ramo. Eneas lo corta y se dirige a la cueva de la Sibila. Estando ahí, Eneas llevo a cuatro novillos negros para comenzar un rito en donde se le extraían las entrañas y se bañaban en aceite y servía para entrar al infierno.

Entrando al infierno, Eneas veía muchas sombras y, asustado, saco su espada, pero era inútil ya que esas sombras eran simplemente fantasmas. Eneas y la Sibila siguieron su curso y encontraron un horrible río en donde había un barquero llamado Caronte. Este se encargaba de subir solo a algunas almas que estaban a la orilla del río y esto dependía

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