Tributos En El Peru Hispanico
Enviado por Alonso_20 • 13 de Octubre de 2014 • 2.490 Palabras (10 Páginas) • 250 Visitas
Perú hispánico
Introducción
La invasión española trajo una serie de cambios en las relaciones sociales y de producción del Tahantinsuyo. Dentro de este conjunto de cambios se instituyó la obligación de pagar tributos por parte de la población nativa a los conquistadores. Se precisaron los medios que se utilizarían, para recaudar los tributos indígenas, además se señalaron las obligaciones tributarias existentes para las demás castas del virreinato. Asimismo se formó la institución que administró los tributos recaudados.
La forma de tributar en el contexto occidental tuvo características propias. El tributo consistió en la entrega de una parte de la producción personal o comunitaria al Estado, cuyo fundamento se sustentaba en un orden legal o jurídico. Fue trastocada la relación que existió en la época prehispánica en la que la entrega de bienes o fuerza de trabajo se sustentaba en los lazos de parentesco que fueron el fundamento de la reciprocidad. La nueva forma de tributación se organizó en base a las ordenanzas y los mandatos del rey, de acuerdo a tasas o regímenes establecidos.
La Encomienda
La encomienda fue el instrumento fundamental de explotación de la mano de obra y producción nativa. Esta consistió en la entrega de indígenas en calidad de encomendados a un español, a cambio de que éste les convirtiera al cristianismo, es decir, los adoctrinara. Esta institución había existido en España a raíz de las Guerras de Reconquista en las que el rey otorgaba encomiendas de moros para que fueran cristianizados por los españoles. En el Perú, la encomienda abarcó el territorio que ocupaba el grupo o grupos étnicos que habían sido entregados al encomendero. Habiendo sido la encomienda la primera institución a través de la cual se cobró el tributo a los indígenas, analizaremos como evolucionó en el transcurso de la colonia.
Los primeros encomenderos fueron los conquistadores (1530-1532). Un grupo de 40 españoles, entre veteranos y enfermos, de la expedición se quedó en Piura y se les otorgaron a casi todos las primeras encomiendas. Aquí hay que señalar el papel que tuvieron los curacas, como intermediarios entre los españoles y los indígenas, estableciendo acuerdos con los conquistadores a cambio de ciertos privilegios: la posibilidad de no tributar, acceso de sus hijos a la educación occidental.
Después de los acontecimientos de Cajamarca (1532), cada uno de los 170 hombres que participaron de la captura del Inca fueron acreedores a una encomienda en el centro del país, si así lo deseaban.
Los españoles que participaron en la conquista y permanecieron en el Perú; se convirtieron en los más grandes encomenderos de Lima y Cusco. Más adelante de Huancayo y Arequipa. Ellos además llegaron a ejercer cargos dentro de la administración colonial como alcaldes o integrantes del cabildo.
En un primer momento, el único criterio para otorgar una encomienda fue que hubiesen participado en alguna campaña de conquista en el territorio del Tawantinsuyo, pero luego de la captura del Cusco (1534) comenzaron a tornarse en cuenta criterios políticos. Al otorgar encomiendas, el gobernador entregó las más grandes y mejores encomiendas a sus parientes, ayudantes y paisanos. Muchas veces los tres criterios los reunía una misma persona.
Por otro lado tenemos a Benalcazar y Almagro, quienes repartieron encomiendas con los mismos criterios en Quito y Trujillo (1534-1535).
Los encomenderos conformaban un grupo social más o menos uniforme, de orígenes humildes. Entre 1535 y 1538 llegó un grupo de españoles a quienes se les otorgó encomiendas. Ellos procedían de familias próximas a la alta nobleza, sin embargo, esto no cambió las relaciones que existieron entre los encomenderos, y a que a pesar de los roces existentes siempre se trataron como iguales; el origen humilde era compensado con la antigüedad en el territorio y su participación en las campañas de conquista.
Uno de los pedidos reiterativos de los encomenderos a la corona fue que les otorgaran las encomiendas a perpetuidad, para así usufructuar de los tributos que los indígenas estaban obligados a entregarles. El rey veía en esta exigencia un peligro para su control sobre tierras tan lejanas a la metrópoli. Por ello en las "Nuevas Leyes" (1542) se contemplan disposiciones al respecto en el sentido que las encomiendas debían ser entregadas a la corona a la muerte del encomendero. Esto causó una reacción inmediata en los encomenderos quienes se levantaron en armas asesinando al primer virrey Blasco Nuñez de Vela, quien era el portador de estas leyes.
Cuando ocurrieron los enfrentamientos entre pizarristas y almagristas, saliendo vencedor el primero, las encomiendas que se otorgaron fueron para aquellos que habían participado en el bando vencedor. Este nuevo criterio para el otorgamiento de una encomienda se incorporó y fue utilizado cuando en 1548 Don Pedro de la Gasca , enviado por el Rey a la muerte del primer virrey; debeló la rebelión de Gonzalo Pizarro. En estos enfrentamientos murieron varios encomenderos, sus encomiendas fueron entregadas a quienes habían luchado de lado de la corona. Por esos años las mejores encomiendas se encontraban en el Alto Perú -Potosí. Con el virrey de Cañete (1556-1560) se terminó la política de recompensar con encomiendas a los vencedores de las rebeliones. Durante su gobierno se otorgaron encomiendas a: los nobles cortesanos, los capitanes de las guerras civiles independientemente del bando en que hubieran peleado y a los hombres que habían estado en el Perú desde 1540.
Cuando moría un encomendero se trataba que su hijo le sucediera en la administración de la encomienda, en caso que no hubiera heredero, la esposa tenía que volver a casarse bajo las condiciones del grupo que vivía de la encomienda; en último caso si la encomienda resultaba vacante se buscaba que esta fuera entregada a un coterráneo (en España) del difunto.
En algunas ocasiones se vendieron encomiendas a pesar que estaba normado que esto no ocurriera. Los encomenderos generaban recursos produciendo en sus tierras alimentos que luego eran comercializados, hacían uso de la fuerza de trabajo de sus encomendados (indígenas) a modo de tributo. También tuvieron empresas de mercaderes y artesanos, ganado y bienes raíces. La minería estuvo controlada por los encomenderos, no siempre en forma directa, pero los mitayos que tributaban eran de la encomienda al igual que los productos que consumían en la mina.
Cuando llega al Perú el virrey Toledo (1569-1581), a quien se le reconoce como el organizador del sistema virreinal, tomó las siguientes disposiciones:
• El corregidor, quien a partir de ese momento sería el encargado de cobrar el tributo indígena, debía también controlar
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