Una Perspectiva Histórica De Las Políticas Educativas
Enviado por abigailali • 7 de Agosto de 2013 • 7.682 Palabras (31 Páginas) • 535 Visitas
1. Una perspectiva histórica de las políticas educativas
De la colonia a la Nación Monolingüe
Según Gabriel Torem2, pueden distinguirse en Bolivia a lo largo de su historia como “República Feudal”3 tres proyectos educativos nacionales que se expresaron en sendas legislaciones. A esta perspectiva cabe incorporarle la compleja transición actual, que expresaría un cuarto proyecto.
Dichos proyectos expresaron las prioridades estatales y, en parte, fueron consecuencia de los procesos políticos en el marco de los cuales se desenvolvieron estas políticas públicas educativas. El primero es de 1905, el segundo es de 1955 –en el marco de la revolución alumbrada en 1952–; y el tercero es la de 1994, inscripto en el contexto de reformas neoliberales que implosionaron en los primeros años del nuevo milenio4. Y el último es abierto en 2006 con la asunción presidencial de Evo Morales.
El enfoque de Torem se centra en la naturaleza cultural de las políticas educativas, contraponiendo las perspectivas homogeneizantes de la élite boliviana y las demandas culturales de los pueblos indígena originarios. Señala que la lengua española se impuso recién a fines del siglo XVIII, tras sofocar la rebelión de Tupac Amaru y Tupac Katari: “El principal castigo que impusieron los españoles a la población indígena rebelde fue la prohibición de hablar las lenguas vernáculas y la obligación de hablar el castellano”.5
El punto de la lengua abre las puertas a un tema más complejo y presente en las luchas por el reconocimiento acerca del carácter “nacional” o “plurinacional” del territorio boliviano.
En todo caso, la obligación de hablar el castellano fue sostenida en la gesta de la independencia y también a partir de la constitución de la República de Bolivia. Coexistieron, desde la fundación, dos proyectos incompatibles de Nación. El primero correspondía al de quienes buscaron una ruptura real con la corona y con la aristocracia gamonal. Para sus defensores, el sujeto protagónico era el indio. Lograron que Declaración de Independencia fuese redactada en castellano, quechua y aymara. Sus más prominentes promotores fueron Castelli, Sucre y Simón Bolívar. Podríamos señalar que éste fue derrotado hasta el 2005, cuando el nuevo gobierno retoma esa herencia.
El segundo, triunfante entonces y ahora en retirada, se fundaba en una aristocracia prioritariamente criolla y se apoyaba en el poder social de los kurakas advenedizos. Los beneficiarios directos de esa política fueron los conspicuos miembros de la clase terrateniente.
Acalladas en gran parte las proclamas indigenistas, se reafianzó el discurso de la nación monolingüe castellana, discurso que tenía el claro objetivo de silenciar las voces de los más oprimidos, cuya sola presencia se erigía como denuncia contra todo un sistema de producción que resultaba más y más anacrónico en relación con el orden capitalista que empezaba a formarse en los países americanos. Mientras tanto, muchas comunidades indígenas seguían viviendo por fuera del Estado nacional, ya que, si bien se conchababan en las minas, no tenían ninguna participación en los asuntos del estado, ni el Estado en los suyos. Así es que, más allá de los discursos dominantes, hasta comienzos del siglo XX no hubo un proceso real y organizado de reemplazo de las lenguas vernáculas por el castellano.6
En este contexto, en diciembre de 1905, el presidente Ismael Montes promulga una reforma educativa que, entre sus objetivos fundamentales, se destacaba el intento de erradicar las lenguas indígenas concebidas como bárbaras.
En 1907 el gobierno nacional de Bolivia crea las “escuelas ambulantes”, pensadas como instituciones colonizadoras que pretendían reformular de cuajo la cultura indígena y construir un sentido común basado en la cosmovisión del blanco. Como señala un valioso trabajo de Martén Brienen:
Los primeros estadistas del siglo XX creían que ‘el impulso de la civilización llegará hasta (el indígena) para aplastarlo o levantarlo’ y creían que la escuela debería ser utilizada para apurar la transición de un estado salvaje y pagano a una vida civilizada en el sentido de los criollos.7
Pero a pesar del carácter colonizador de este proyecto8, la educación boliviana recorrió en los primeros treinta años del siglo XX otros derroteros, transitando conflictos poco difundidos en el campo de la educación y de la política educativa y cuyo conocimiento es indispensable para entender los actuales procesos.
El modelo de escuelas ambulantes ideado por la Reforma de 1907 e implementado en 1907 se basaba en el modelo norteamericano utilizado con las reservaciones indígenas de los Estados Unidos.9 Dicho en otros términos: itinerantes, limitadas, con escasos o nulos docentes formados... Y con la resistencia de los poderes aristocráticos locales.
El fracaso de esta política educativa tuvo un efecto práctico concreto, ya que se crearon escuelas comunitarias, se expandió fuertemente el sistema educativo en territorio boliviano en instituciones surgidas de las propias comunidades aborígenes con escaso o ningún control por parte del Estado en este período fundacional. De tal modo, podemos ver aquí la complejidad del fenómeno: frente a la tradicional exclusión educativa de los sectores subalternos (y especialmente de los pueblos indígena originario campesinos), una reforma educativa que propicia la expansión del sistema tiene efectos valiosos tanto para los sectores dominantes como para los sectores oprimidos. En suma, surgen en este proceso experiencias pedagógicas que intentan avanzar en síntesis entre la cultura blanca y la cultura originaria. La Escuela de Warisata es una expresión concreta de esta búsqueda.
En este período se dio un proceso interesante y contradictorio: el Estado promovió un discurso universalista –de cariz racista– y, sin embargo, no pudo asegurar la creación, regulación y control del sistema educativo. Esta coyuntura abrió paso a una política de “reconocimiento” de facto. Universalismo excluyente y Particularismo de facto constituyeron la marca fundamental del período.
La Escuela Ayllu en Warisata
En los primeros años de la década del 30, Elizardo Pérez y Avelino Siñani fundan la escuela Ayllu, en Warisata.
Su principal objetivo es la socialización de un modo de enseñanza basado en los principios de reciprocidad y redistribución, dos principios omnipresentes en el ideario andino. Dentro del marco ayllu, en armonía con los principios culturales ancestrales, la escuela ayllu impartía una educación inicial en la lengua madre de los alumnos, quienes luego pasaban a la enseñanza del castellano como segunda lengua. El objetivo era proporcionar a los campesinos una herramienta de defensa jurídica frente
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