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Caballero A O


Enviado por   •  30 de Octubre de 2012  •  6.368 Palabras (26 Páginas)  •  372 Visitas

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EL CASTILLO DEL CONOCIMIENTO

El caballero, Ardilla y Rebeca continuaron el viaje por el Sendero de la Verdad, en dirección al Castillo del

Conocimiento. Se detuvieron tan sólo dos veces ese día, una para comer y otra para que el caballero afeitara

su escuálida barba y cortara su largo cabello con el borde afilado del guantelete. Una vez hecho esto, el

caballero tuvo mejor aspecto y se sintió mucho mejor, más libre que antes. Sin el yelmo podía comer nueces

sin la ayuda de Ardilla. Aunque había apreciado la técnica salvavidas, no consideraba que aquello fuera un

modo de vida realmente elegante. Se podía alimentar también de frutas y raíces a las que se había

acostumbrado. Nunca más comería paloma ni ninguna otra ave o carne, pues se daba cuenta que hacerlo

sería, literalmente, como comerse a sus amigos.

Justo antes de caer la noche, el trío continuó caminando penosamente por un monte y contempló el Castillo

del Conocimiento en la distancia. Era más grande que el Castillo del Silencio, y la puerta era de oro sólido. Era

el castillo más grande que el caballero hubiera visto jamás, incluso más grande que el que el caballero se había

construido. El caballero contempló la impresionante estructura y se preguntó quién lo habría diseñado.

En ese preciso momento, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Sam.

- El Castillo del Conocimiento fue diseñado por el propio universo: la fuente de todo conocimiento.

El caballero se sintió sorprendido y a la vez complacido de volver a oír la voz de Sam.

- Me alegro que hayas vuelto - dijo

- En realidad, nunca me fui - replicó Sam - recuerda que yo soy tú.

- Por favor, no quiero volver a oír eso. ¿Qué te parezco ahora que me he afeitado y me he cortado el pelo?

- Es la primera vez que sacas provecho de ser esquilado - replicó Sam.

El caballero rió con la broma de Sam. Le gustaba su sentido del humor. Si el Castillo del Conocimiento se

asemejaba al Castillo del Silencio, estaría feliz de tener a Sam por compañía.

El caballero, Rebeca y Ardilla cruzaron el puente levadizo por encima del foso y se detuvieron ante la dorada

puerta. El caballero cogió la llave que colgaba de su cuello e hizo girar la cerradura. Al abrir la puerta, le

preguntó a Rebeca y a Ardilla si se irían como lo habían hecho en el Castillo del Silencio.

- No - replicó Ardilla - El silencio es para uno; el conocimiento es para todos.

El caballero se preguntó cómo era posible que se considerara a una paloma un blanco fácil.

Los tres atravesaron la puerta y penetraron en una oscuridad tan densa que el caballero no podía ver ni su

propia mano. El caballero buscó a tientas las acostumbradas antorchas que suelen estar en la entrada de los

castillos, pero no había ninguna. ¿Un castillo con puerta de oro y sin antorchas?

- Incluso los castillos de la zona barata tienen antorchas - refunfuñó el caballero al tiempo que Ardilla lo

llamaba.

El caballero tanteó el camino hasta donde se encontraba ella y vio que estaba señalando una inscripción que

brillaba en la pared. Ponía: El conocimiento es la luz que iluminará vuestro camino.

“Prefería una antorcha”, pensó el caballero, “quien quiera que sea el que gestiona este castillo, está decidido

a reducir las facturas de la luz!

Sam habló:

- Significa que cuantas más cosas sepas, más luz habrá en el interior del castillo.

-¡Apuesto a que tienes razón, Sam! - exclamó el caballero. Y un rayo de luz se filtró en la habitación.

En ese preciso momento, Ardilla volvió a llamar al caballero para que se reuniera con ella. Había encontrado

otra brillante inscripción grabada en la pared:

¿Habéis confundido la necesidad con el amor?

Todavía perturbado, el caballero masculló:

- Supongo que tengo que encontrar la respuesta para conseguir un poco más de luz.

- Lo estas cogiendo rápidamente - replicó Sam, a lo que el caballero respondió bufando:

- No tengo tiempo para jugar a Preguntas y Respuestas. ¡Quiero encontrar mi camino por el castillo para

poder llegar pronto a la cima de la montaña!

- Tal vez lo que tengáis que aprender aquí sea que tenéis todo el tiempo del mundo - sugirió Rebeca.

El caballero no estaba de un ánimo muy receptivo y no tenía ganas de oír su filosofía. Por un momento

consideró la posibilidad de internarse en la oscuridad del castillo e intentar atravesarlo. La negrura, sin

embargo, era bastante intimidatoria y, sin su espada, se sentía temeroso. Le pareció que la única alternativa

que le quedaba era intentar descifrar el significado de la inscripción. Suspiró y se sentó ante ella. La leyó otra

vez;”Habéis confundido la necesidad con el amor?” 15

El caballero sabía que amaba a Julieta y a Cristóbal, aunque tenía que admitir que había amado más a

Julieta antes de que le diera por ponerse bajo los toneles de vino y vaciar su contenido en su boca.

San dijo:

- Sí, amabais a Julieta y a Cristóbal, pero, ¿no los necesitabais también?

- Supongo que si - admitió el caballero.

Había necesitado toda la belleza que Julieta le añadía a su vida con su inteligencia y su encantadora poesía.

También había necesitado las cosas agradables que ella solía hacer, como invitar amigos para que lo

animaran, después de que se quedara atrapado en su armadura.

Se acordó de las épocas en las que el asunto de la caballería había estado bajo mínimos y no se podían

permitir comprar ropa nueva o contratar sirvientes. Julieta había confeccionado hermosos vestidos para la

familia y había preparado deliciosos platos para el caballero y sus amigos. El caballero reconoció que Julieta

había mantenido siempre el castillo muy limpio. Y él le había dado muchos castillos para limpiar. A menudo

habían tenido que mudarse a un castillo más barato cuando él había regresado de las cruzadas sin un chavo.

Había dejado que Julieta hiciera casi todas las mudanzas ella sola, pues él solía estar siempre en algún torneo.

Recordó su aspecto agotado mientras llevaba sus pertenencias de un castillo a otro, y cómo se había puesto

cuando se vio imposibilitada de tocarlo a causa de la armadura.

- ¿No fue entonces cuando Julieta comenzó a ponerse bajo los toneles de vino? - preguntó Sam suavemente.

El caballero asintió, y las lágrimas brotaron

...

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