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EL FLAUTISTA DE HAMLELIN


Enviado por   •  13 de Enero de 2021  •  Resumen  •  957 Palabras (4 Páginas)  •  270 Visitas

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EL FLAUTISTA DE HAMELIN

Yo era una rata que junto con mis amigos y mi familia había llegado a una pequeña ciudad al norte de Alemania, llamada Hamelin. Éramos muchísimas las ratas que habíamos ido a esta bonita ciudad. Era una ciudad que tenía un paisaje precioso y sus habitantes se enorgullecían de vivir en él.

Me gustaba mucho estar en Hamelin, ya que podíamos perseguir a perros y gatos. Nos subíamos a las cunas de los niños que estaban dormidos y comíamos queso de las despensas. Solía ir a oler los guisos que estaban preparando los cocineros, y lo pasaba muy bien trepando por las faldas de las charlatanas mujeres reunidas en la plaza. ¡La vida en Hamelin era muy divertida!...

Sin embargo, la vida no era tan divertida para los habitantes de Hamelín, ya que para ellos éramos una plaga de ratas que les estábamos haciendo la vida insoportable.

Para librarse de nosotros el alcalde y los concejales estuvieron sentados en el salón de la alcaldía discurriendo en la forma de atacarnos.

Un día vino un hombre y empezó a tocar la flauta. Este hombre era capaz de atraernos a todos: mis amigos, familiares y a mí mediante un encanto secreto que poseía. El flautista tenía un poder mágico hacia todos nosotros, todas las ratas le seguíamos.

Las ratas empezamos a salir de todas las casas en las que estábamos. Salíamos todos, las ratas grandes, los ratones chiquitos; los roedores flacuchos, los gordinflones. Padres, madres, tías y primos ratonile. Y el flautista seguía tocando sin cesar, mientras recorría calle tras calle. Y tras él íbamos todo el ejército ratonil danzando sin poder contenernos. Y así bailando, bailando llegamos al río, en donde caímos mis amigos, mis familiares, ratas mayores, rantoncitos. Todos, caímos pero todos menos yo se ahogaron por completo.

Sólo yo pude escapar. Nadé contracorriente y pude llegar hasta la orilla. Corrí sin parar a llevar la triste nueva de lo sucedido a mi país natal, Ratilandia.

Una vez allí conté lo que había sucedido.

- Igual les hubiera sucedido a todas ustedes. En cuanto llegaron a mis oídos las primeras notas de aquella flauta no pude resistir el deseo de seguir su música. Era como si ofreciesen todas las golosinas que encandilan a una rata. Imaginaba tener al alcance todos los mejores bocados; me parecía una voz que me invitaba a comer a dos carrillos, a roer cuanto quería, a pasarme noche y día en eterno banquete, y que me incitaba dulcemente, diciéndome: "¡Anda, atrévete!" Cuando recuperé la noción de la realidad estaba en el río y a punto de ahogarme como las demás. ¡Gracias a mi fortaleza me he salvado!

Este sucedido asustó mucho a las ratas que se apresuraron a esconderse en sus agujeros y no volvieron más a Hamelin.

¡Había que ver a las gentes de Hamelin ! Cuando comprobaron que se habían librado de todos nosotros, echaron al vuelo las campanas de todas las iglesias, hasta el punto de hacer retemblar los campanarios. El alcalde, que ya no temía que le arrastraran, parecía un jefe dando órdenes a los vecinos.

El flautista interrumpió sus órdenes al decirle que creía que había llegado el momento de darle los florines que le había prometido por haber ahogado a mis amigas las ratas.  El alcalde se negó a pagarles los mil florines que le había prometido.

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