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EL ROMANTICISMO EN ARGENTINA


Enviado por   •  22 de Mayo de 2015  •  1.408 Palabras (6 Páginas)  •  2.019 Visitas

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ROMANTICISMO EN ARGENTINA

El Romanticismo llegó a Argentina de la mano de Esteban Echeverría, quien logró viajar a París para completar sus estudios. Allí absorbió todo el movimiento cultural parisino y, al volver al país en 1830 publica su primer poema.

Por esa época, Buenos Aires no era un buen lugar para los unitarios como Echeverría, de modo que debió exiliarse a Uruguay en el '33. Vuelve a Buenos Aires y en el '40 se vuelve a exiliar. Vivirá en Uruguay hasta su muerte en 1851.

Una de sus obras más célebres es El matadero, un cuento o cuadro de costumbre (o una mezcla de los dos) que escribió en 1839 y permaneció inédito hasta el '71, cuando fue publicado.

La diferencia entre el Romanticismo europeo y el de América es que, en Europa, el romántico se rebela contra el tiempo y el lugar en que le toca vivir, busca evadirse en busca de un pasado mejor y lugares remotos, desconocidos y exóticos. En América la evasión en el tiempo es hacia el pasado indígena; no así en Argentina, donde se tiene una mirada hostil del indio y se busca volver al tiempo colonial. La huida de los europeos hacia espacios exóticos se orienta, en América, hacia la realidad próxima y a la vez remota y desconocida de su naturaleza.

En El matadero, Echeverría toca, al menos, tres temas que atraviesan casi todas las obras del Romanticismo argentino: violencia o muerte, religión y política. Para este trabajo, vamos a hacer foco en dos de ellos y, hacia el final, haremos observaciones en cuanto al papel de la mujer en cada obra.

VIOLENCIA O MUERTE

El tema de la violencia o la muerte es transversal a todo el cuento. Puede observarse en los cuadros que pinta Echeverría sobre el Matadero de la Convalecencia del Alto:

“Matasiete se tiró al punto del caballo, le cortó el garrón de una cuchillada y gambeteando en torno de él con su enorme daga en mano, se la hundió al cabo hasta el puño en la garganta mostrándola enseguida humeante y roja a los espectadores. Brotó un torrente de la herida, exhaló algunos bramidos roncos, vaciló y cayó el soberbio animal entre los gritos de la chusma...”

También lo podemos ver en la muerte del niño:

“Diole el tirón el enlazador sentando su caballo, desprendió el lazo del asta, crujió por el aire un áspero zumbido, y al mismo tiempo se vio rodar desde lo alto de una horqueta del corral, como si un golpe de hacha la hubiese dividido a cercén, una cabeza de niño, cuyo tronco permaneció inmóvil sobre su caballo de palo, lanzando por cada arteria un largo chorro de sangre.”

Y en la muerte del unitario: “Entonces un torrente de sangre brotó borbolloneando de la boca y las narices del joven, y extendiéndose empezó a caer a chorros por entre ambos lados de la mesa.”

Descripciones grotescas de la misma índole aparecen en La malasangre, de Griselda Gambaro: “Fermín carga el cuerpo sin vida de Rafael. Lo arroja como un fardo sobre el piso.” Además, esta obra también toca el tema de la violencia de género, cuestión que no se observa en la obra de Echeverría. El padre de Dolores, Benigno, insulta y maltrata a Candelaria, la madre: “Le toma el brazo, como si quisiera hacerle una caricia. Pero después de un momento, se lo tuerce.” Se trasluce también la violencia ejercida por los federales sobre los unitarios en el diálogo que mantiene Fermín con Rafael: “La señorita cree que a los salvajes, inmundos, asquerosos, no se les debe cortar la cabeza. Es demasiado buena.”

Marcos Rosenzvaig, en su cuento “Un amor en la plaza”, aborda el tema de la violencia y lo conjuga con el romanticismo sentimental y la política en párrafos como el que sigue:

“No me dejes solo, no permitas que los más rancios federales hagan con mi cara un baño público, no permitas que ellos obtengan puestos usando mi cabeza como tiro al blanco. Quiero que tus ojos no abandonen mi rostro decapitado, mancillado por la ignorancia.”

En “La novia del muerto”, cuento de Juana Manuela Gorriti, también podemos ver la violencia política: “Doscientos de ellos, la flor del ejército, cogidos moribundos sobre el campo de batalla, fueron arrastrados a la plaza principal de la ciudad para ser pasados por las armas.”

En todos

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