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"EL VIEJO Y EL MAR" ERNEST HEMINGWAY


Enviado por   •  9 de Diciembre de 2014  •  1.112 Palabras (5 Páginas)  •  808 Visitas

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Santiago es un viejo pescador que durante ochenta y cuatro días no había obtenido ningún pez, él era un viejo delgado y desvaído, con hondas arrugas en la nuca, tenía manchas color café en las mejillas, esto a causa del cáncer de piel que producen los reflejos del sol en el mar tropical. Ninguna de sus cicatrices era reciente, sino viejas como las erosiones del desierto.

“Todo en él era viejo a excepción de los ojos, del mismo color del mar, alegres y sin derrotas” Ernest Hemingway (1952)

En los primeros cuarenta días un muchacho de nombre Manolín lo había acompañado, él le tenía un gran aprecio al viejo, pues este le había enseñado a pescar y todo lo que se necesita para ser un buen pescador, pero por órdenes de sus padres el muchacho tuvo que abandonar a Santigo, ya que con él no conseguía pescar nada. Manolín se entristecía cada vez que veía llegar al viejo con el bote vacío como siempre, aun así le seguía ayudando y haciéndole compañía, él le preguntaba al viejo que si podía regresar con él a pescar pero el viejo le decía que no, que él ya estaba en un bote con suerte y que debía quedarse ahí, ya que aún dependía de sus padres.

Un día el viejo salió a la mar con el objetivo de terminar con su mala racha en la pesca. Al cabo de unas horas de navegar, tras haber perdido de vista la costa, un pez picó el anzuelo. Era un pez enorme, el barco se movía en la dirección que el pez quería, ya que era muy grande y pesado, las fuerzas del viejo cada vez eran menos y hasta el viejo llego a pensar que el pez lo podía matar, pero tenía una gran esperanza de poder sacarlo del agua, y no le importaba si tenía que dejar su vida en el intento. Tras una larga y dura batalla, el pez murió y el viejo lleno de felicidad, no creía que el pez fuese tan inmenso, lo amarro al costado del barco, para regresar a la costa, pero para su mala suerte y gran desilusión, apareció un tiburón, del cual pudo librarse, pero no tardarían en acercarse otros más siguiendo el rastro de la sangre desparramada del pez herido.

El viejo logró deshacerse de ellos, pero se habían comido medio pez. En el transcurso del camino, se le acercaron más, que acabaron con el pez, dejando solo la cabeza, la espina y la cola, pero eso fue suficiente para dar testimonio de que había conseguido pescar algo después de tanto tiempo de mala suerte. Por fin a puerto, ya era muy noche y no había nadie para ayudarle a recoger, terminó y se fue a su casa a dormir. A la mañana siguiente Manolín lo fue a ver a su casa, al ver los restos del pescado se alegró mucho por el viejo. Los demás pescadores después de hacerle burlas porque tenía mala suerte, reconocieron su triunfo, pues no era cualquier pez, sino un pez espada.

La historia es un claro ejemplo de perseverancia, ya que nos enseña a defender lo que queremos, sin importar los factores externos que se nos presenten o los obstáculos que nos impidan cumplir nuestro objetivo, pero acompañado de esto y que es muy importante para cumplir lo que queremos es tener confianza. Confiar en nosotros mismos, confiar

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