El Emilio
Enviado por aliciarmzt • 23 de Febrero de 2013 • 15.663 Palabras (63 Páginas) • 360 Visitas
EMILIO O LA EDUCACIÓN.
LIBRO PRIMERO.
Con el nacimiento comienza la educación que se realiza mediante la experiencia del mundo ligada al uso de la funciones y de los sentidos.
Al niño se le debe dar toda la libertad de movimiento posible sin fajas, ataduras o vestimenta que impidan cualquier movimiento natural, ya que no le causara ningún daño y además es antinatural.
Para Rousseau también es antinatural la conducta de las madres que no quieren ocuparse de sus hijos, en el cuidado y control de crecimiento, lo considera una mala costumbre. En la educación de los niños hay que seguir en todo a la naturaleza.
Ahora Rousseau se aparta de sus consejos sobre el cuidado de los niños para hablarnos de EMILIO.- es un educando imaginario con las siguientes características: - será noble, porque los nobles son los que peor educan – será rico, para poder tener la mejor educación posible – será huérfano, para que los padres no interfieran la labor del preceptor – será europeo, de un país con clima templado, sano y robusto – vivirá y será educado en el campo, porque “los hombres no han sido hechos para vivir en hormigueros, sino para cultivar la tierra que habitan” –Por ultimo rol preceptor será joven, para poder ser compañero del alumno.
Volviendo a la educación del recién nacido es importante evitar dos extremos: imponerles nuestra voluntad y que ellos nos impongan la suya , además resume 4 máximas: 1- los niños no tienen suficiente fuerza para todo lo que requiere su naturaleza 2- se les debe ayudar y suplir en los que les falta 3- al ayudarles, hay que tener en cuenta su utilidad real, sin conceder nada a la imaginación ni al deseo injustificado, porque a esa edad no es natural 4- conviene seguir atentamente sus manifestaciones ya que a esta edad disimular no es posible.
Por último se ocupa del aprendizaje de la lengua, basta con hablar claro y articulando bien, nunca se debe pronunciar de manera defectuosa.
Su unidad temática es la infancia, entendida (como propone Rousseau) en su sentido etimológico: in-fans = "el que no habla", es decir, el niño que aún no articula clara y adecuadamente el lenguaje de sus mayores.
En este primer libro, Rousseau ya insiste en lo que será su máxima a lo largo de toda la obra: "seguir a la naturaleza", o sea, sujetarse a las necesidades naturales: comer cuando y solo si se tiene hambre, beber cuando y solo si se tiene sed. . . y obrar, siempre que se pueda, por uno mismo, sin pedir ayuda innecesaria.
Para Rousseau, hay tres tipos de educación: la educación de la naturaleza (desarrollo de nuestros órganos y de nuestras facultades innatas), la educación de los hombres (el uso que, de los mayores, aprendemos a darles a nuestros órganos
y facultades), y la educación de las cosas (la experiencia que tenemos de los objetos que nos afectan). La primera educación no depende de nosotros, pues está determinada desde el nacimiento.
La tercera está sujeta, en mayor o menor grado, al azar. La segunda, en cambio, es el campo propio de la labor del maestro, y depende plenamente de la relación que se establezca entre el preceptor y su discípulo.
Rousseau propone una educación que tiene un fin preciso: educar para la vida, o en otras palabras, hacer del niño un hombre que sea dueño de sí.
La educación es un arte, y por tanto, depende menos de los conocimientos del preceptor que de su ingenio y habilidad para transmitirlos, y para ganarse la buena voluntad de su discípulo.
La verdadera nodriza es la madre y el verdadero preceptor es el padre, pues no hay que confiar ni en las nodrizas ni en los maestros que cumplen sus funciones a cambio de dinero. Por ello, Rousseau opina que quienes no pueden o no quieren encargarse de la crianza y formación de sus hijos, deben renunciar a sus derechos de padres( 4) en favor de otro que sí esté dispuesto: un preceptor-padre sustituto. No cualquiera, por supuesto, sino alguien que tenga las cualidades necesarias para actuar como un segundo padre, realizar su labor desinteresadamente, y convertirse en el mejor amigo de su alumno. Para que esto llegue a ser tal cual se expone, a cada preceptor debería corresponderse un solo discípulo, y a cada discípulo, un solo preceptor.
Los primeros años de la vida de un niño hay que dedicarlos exclusivamente a formar al infante en las necesidades naturales: se le enseña a obedecer solo por necesidad, no por temor, y a no pedir lo que pueda obtener por sí mismo.
LIBRO SEGUNDO.
El segundo escalón en la vida de un niño es cuando termina su infancia, ya deja de llorar y empieza a hablar, cuando pueden decir con palabras lo que padecen.
Cuando el niño llore o grite, no ponerle mucha atención, sino hasta que se tranquilice entonces ahora si acudir a él, y ver lo que le sucedió, si tiene algún daño evaluarlo, después tranquilizarlo y ver que se recupere. En esta edad los niños aprenden a ser fuertes contra los dolores leves.
Hay que dejar que los niños experimenten, sientan, si se hacen algún daño aprendan de sí mismos, sin ser imprudentes y tenerlo vigilado, por decir si está en un sitio alto, o tienen cerca herramientas peligrosas, de lo contrario, si se cae, si se pega con un palo, si se corta con una navaja es bien sabido que el niño no se hará gran daño.
Otro progreso, que es el de las fuerzas hace que los niños necesiten quejarse menos, aquí se presenta la vida individual, la conciencia de sí mismos, extiende la memoria el sentir de la identidad de todos los momentos de su existencia.
En medio de llantos, de castigos, de amenazas y de esclavitud, se va la edad de la alegría. Amar la infancia, favorecer los juegos, sus deleites, su amable instinto, disfrutar de la naturaleza. El que menos penas padece es el más feliz, y el más miserable el que menos placeres disfruta.
Al estimular las facultades virtuales de los niños se despiertan y precede la imaginación. El mundo real tiene límites, el imaginario es infinito. Explayando nuestras facultades se explayan nuestras fortaleces, por el contrario disminuyen si nuestra soberbia se extiende más que ellas.
Algo fundamental para todas las reglas de la educación es que el hombre verdaderamente libre solo quiere lo que puede y hace lo que le conviene.
A veces los padres, los maestros no dejan que el niño desarrolle su flaqueza, porque le impiden que desarrolle sus facultades, sus habilidades. Que sepa convivir con la naturaleza, ya que el niño es curioso, que descubra su flaqueza, que padezca por ella, que dependa no que obedezca, que pida no que mande.
Hay dos especies de dependencias, la de las cosas que nacen de la naturaleza y la del hombre
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