El Valor De Educar Fernando Savater
Enviado por E1310 • 14 de Marzo de 2014 • 821 Palabras (4 Páginas) • 474 Visitas
Título: El valor de educar.
Autor: Fernando Savater.
Editorial: Ariel
Lugar y fecha de impresión: Colombia, marzo de 1998
Savater se hace cargo de uno de los lineamientos éticos establecidos por Adela Cortina en lo se refiere al discurso: la claridad. Si la filosofía quiere de veras contribuir en algo a generar cierto acuerdo sobre un buen número de cuestiones difíciles, urge crear una “cultura de la Claridad”, pues, el hablante que no sabe hacerse entender es porque él mismo no se entiende y no tiene nada que decir, y el oyente que se asombra cuando no entiende es un acomplejado.
Ahora bien, esta claridad es empleada por Savater para señalar que la educación es un elemento constitutivo de la condición humana: mediante ella el hombre se encuentra en proceso de construcción. La educación
se encuentra en proceso de construcción. La educación trata de corregir lo que le falta al hombre para ser plenamente humano. Por eso,al final nuestro autor indica que “el sentido de la educación es conservar y transmitir el amor intelectual a lo humano”. Esto significa que la humanidad del hombre no es una condición natural, innata, sino un fin a lograr. Como se puede leer en las primeras líneas del capítulo inicial: “ser humano es también un deber”. Savater enfatiza que la transmisión de conocimientos no puede acontecer de manera impersonal . En otras palabras, el verdadero maestro no es el mundo y las cosas en él contenidas, sino la vinculación intersubjetiva con otras conciencias dirigida no sólo a enseñar a pensar, “sino también en aprender a pensar sobre lo que se piensa”.
Después de analizar los contenidos de la enseñanza y el círculo de la familia, Savater discute el problema de la libertad en la educación. El maestro se presentaría frente a sus alumnos afirmando: “Caballeros, o ustedes o yo”. Y esto por la sencilla razón de que en la cultura del zapping que fragmenta y dispersa, la concentración sólo puede obtenerse imponiendo una sólida disciplina: “el neófito comienza a estudiar en cierta medida a la fuerza. ¿Por qué? Porque se le pide un esfuerzo y los niños no se esfuerzan voluntariamente más que en lo que les divierte. La recompensa que corona el aprendizaje es diferida y además el niño sólo las conoce de oídos, sin comprender muy bien de lo que se trata”.
Por esta razón, el maestro debe propiciar esa concentración, hacer que el joven “se siente”, es decir, permanezca concentrado en lo que hace durante un tiempo suficiente para que la curiosidad inicial, débil y breve, se fortalezca y asuma una dirección precisa. Con eso, Savater no quiere oponerse al ideal de libertad y autonomía. Sólo afirma que la libertad y la autonomía son, paradójicamente, fruto de la disciplina. Nadie puede mandarse y obedecerse a sí mismo, si antes no es capaz de obedecer a otro. La autonomía, entendida como
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