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Informe Del Medio Rural


Enviado por   •  3 de Marzo de 2013  •  9.935 Palabras (40 Páginas)  •  633 Visitas

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Introducción

La escuela en el medio rural continúa dando muestras de la riqueza y del potencial de las experiencias educativas y de intervención comunitaria que puede integrar y hasta impulsar, aún cuando su dimensión es cada vez más reducida. Esas experiencias surgen, normalmente, en la confluencia entre una valoración muy positiva de la escuela por las familias y por las comunidades, difícilmente equiparable a otros contextos, con las relaciones de proximidad y de inserción significativa en el medio local, así como de un trabajo escolar de los niños y niñas, de profesores e incluso de otros actores sociales, que las circunstancias ayudan a promover.

Sin embargo, las políticas públicas en este ámbito prosiguen indiferentes su camino.

Comenzando por negar el objeto social y educativo que es la escuela rural, en términos pedagógicos y organizativos, en coherencia con este reduccionismo del análisis, imponen pura y simplemente su cierre. En verdad, no hay política ni estrategias para la escuela rural, porque la manifiesta falta de objeto no lo justifica. Así se decide y actúa, finalmente, en conformidad con otros criterios político-económicos que, invariablemente, se disimulan, pero que permanentemente se actualizan y que son, en el fondo, los que realmente importan.

Desde mi perspectiva, se trata actualmente de deshacer un patrimonio de innovación y de transformación del modelo escolar, mejorándolo y enriqueciendo sus potencialidades educativas, de las que se beneficiaron tanto la educación y socialización de los niños como la formación y el desarrollo personal y profesional de los profesores. Por su parte, las comunidades más desfavorecidas fueron aún más penalizadas; desprovistas en muchos casos del último servicio público que les quedaba (como analizaré posteriormente), no solamente aseguraban la educación de sus niños y niñas, sino que también contribuían decididamente a su propio desarrollo.

2. Contexto político-educativo

Los últimos años en Portugal fueron de una fuerte y sistemática tentativa de completa aniquilación de todo aquello que se dio en llamar escuela rural o escuela en el medio rural

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.Se inició con el primero gobierno del partido socialista, prosiguió con el segundo y ha tenido ahora su epílogo. Efectivamente, en Portugal, pasó a considerarse definitivamente que ya no había posibilidad de supervivencia en términos de red escolar y de servicios educativos verdaderamente descentralizados, además del presupuesto tener en cuenta el presupuesto.

Es decir, justificaciones político-económicas dictaron un impulso final que llevó al cierre de centenares de pequeñas unidades escolares, principalmente en el medio rural.

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Dentro del conjunto de atributos habitualmente utilizados para caracterizar estas pequeñas unidades escolares, rechazo, en principio, lo del número de alumnos, justamente por el gran número de equívocos que tiene suscitado y, principalmente, por el uso abusivo y mistificador por parte del poder político. Me apoyo esencialmente en criterios organizativos, pedagógicos y sociales: por un lado, la heterogeneidad de las clases en términos de edad y de niveles escolares, contrariando el modelo escolar de “enseñar a muchos como si fuera uno solo” y, por otro lado, la proximidad y la misma inserción comunitaria, igualmente en oposición al distanciamiento, aislamiento y deslocalización que, históricamente, implementó la más fina racionalidad escolar. La escuela en el medio rural: educación y desarrollo local

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Pero, a semejanza de muchos otros ámbitos, en las estrategias políticas de los gobiernos, la argumentación tendió siempre a ocultar la verdadera cara de las medidaspolíticas y las actuaciones gubernativas. Subordinando la tradicional justificación de la anormal socialización de los niños en las pequeñas estructuras escolares, se inventaron datos sobre unos extensos problemas pedagógicos de los niños, “dramáticamente” alcanzadas por las elevadas tasas de fracaso escolar, como frecuentemente se divulgó. Los datos, a pesar de haber sido profusamente referidos, nunca fueran presentados mucho menos mirados, a no ser, supuestamente por los responsables del Ministerio de la Educación. Encontrando la coartada, se decretó el cierre de todas las escuelas con menos de 21 alumnos; la concentración del alumnado en centros educativos y su desplazamiento y alimentación, durante el periodo escolar, por las autarquías.

Así, en pleno triunfo del Estado Evaluador, tanto de las escuelas, de los resultados escolares, cómo de los servicios educativos, a partir de la invocación de una calidad pedagógica y educativa abstractamente definida –o con base en una concepción de bien común abstracta- y para fortalecer en toda la parte, se resolvió, de vez, una cuestión que a propósito permanecía abierta: el fin anunciado de la degeneración pedagógica que eran las pequeñas escuelas rurales. De este modo, se anuló también cualquier hipótesis de debate o de discusión que articulase pedagogía, organización escolar, intervención comunitaria y ordenamiento del territorio, frente a la indiscutible ventaja y calidad pedagógica de los centros educativos de grandes dimensiones

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, tecnológicamente avanzados y dotados de todos los recursos y condiciones, conforme también se propagaba.

La evaluación, utilizando como norma una determinada concepción de calidad –o una calidad que determina una cierta forma de evaluación, imprecisión que parece intencionada políticamente– sirvió de justificación política, como señala Correia (2010), para una jerarquización de los contextos y de los seres. En este caso, en detrimento claramente del mundo rural y de las poblaciones locales. Se tradujo en el propósito de supresión de los

servicios públicos, más por presiones económicas que por una comprobada ineficacia o porque

no fueran de calidad, penalizando a los más desfavorecidos, agravando aún más sus

dificultades.

Retóricamente, y en conformidad con una forma poco común actualmente de hacer

política, extremando las contradicciones y paradojas entre intenciones y prácticas, la

principal responsable del Ministerio de Educación llegó a anunciar públicamente el propósito

de hacer de las pequeñas escuelas del medio rural, espacios de formación para todos e

instituciones al servicio del desarrollo social de las comunidades. Aparentemente, como

socióloga de formación, pretendía hacer del servicio público que la escuela puede ser en las

pequeñas colectividades, un instrumento efectivo para la solución de problemas sociales y

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