LA INCREIBLE Y TRISTE HISTORIA DE LA CANDIDA ERENDIDA Y DE SU ABUELA DESALMADA
Enviado por Almita01 • 25 de Marzo de 2015 • 3.265 Palabras (14 Páginas) • 605 Visitas
Eréndira y la abuela vivían en una ranchería de calles miserables y ardientes en el desierto. Eréndira se encargaba de bañar a la abuela, la peinaba y la vestía. La abuela era una mujer corpulenta muy grande y blanca, mientras Eréndira era una niña apenas de catorce años muy lánguidos y de huesos frágiles y demasiado mansos para su edad.
El padre de Eréndira era el hijo de la abuela que se llamaba Amadìs, igual que el abuelo; de la madre decían que había sido una hermosa mujer rescatada de un prostíbulo de las Antillas donde mato a un hombre a cuchilladas.
Cuando los Amadises murieron, el uno de fiebre melancólica, y el otro acribillado en un pleito de rivales, los enterraron en el patio y despacho a todas las catorce sirvientas descalzas y seguía aparentando su grandeza. Eréndira era la que se encargaba de todos los quehaceres de la casa, solo para dar cuerda a los relojes necesitaba de seis horas; el día de su desgracia le toco bañar la abuela, fregar los pisos, cocinar. A las doce ya estaba terminando de limpiar las copas, cuando sintió el olor de caldo en la cocina y salió corriendo a bajar la olla; aprovecho ese momento para descansar cerrando los ojos y los abrió después con una expresión sin cansancio, trabajando dormida, pues era sonámbula, la abuela se dio cuenta de esto y le paso las manos frente a sus ojos y ni cuenta se dio. La abuela la grito y despertó de golpe dejando caer la sopera en la alfombra.
Eréndira vivía tan cansada de tanto oficio que le mandaba la abuela que lo hacía casi dormida, ya habiendo llegado la noche, hora ya de acostarse seguía dándole ordenes de oficio y ella siempre contestaba, si abuela.
Cuando Eréndira se fue a dormir ella cogió un calendario de la mesa para alumbrar el camino a su cuarto, estaba tan cansada que ni siquiera se desvistió, puso el candelabro en la mesa y el viento se metió y lo volteo contra las cortinas. Cuando amaneció comenzó a llover y apagaron los últimos brasas del desastre, se quemaron varias cosas entre ellas el piano dorado. Eréndira tumbada entre los Amadises terminaba de llorar.
La abuela se dio cuenta que quedaban pocas cosas intactas- mi pobre niña-suspiro- no te alcanzara la vida para pagarme este percance-. Ese mismo día comenzó la desgracia de Eréndira, comenzó a hacerle pagar y se la llevo a un tendero viudo y escuálido que pagaba a buen precio la virtud. Le ofreció a penas cien pesos, la abuela no acepto, al fin la negociaron por doscientos veinte pesos y algunas cosas de comer. Este tipo la tomo a la fuerza, ella se resistía pero al fin se dio por vencida, y cuando no hubo en el pueblo que no pudiera pagar por ella, la abuela se la llevo en un camión rumbo en el contrabando. Hicieron el viaje con los chécheres que le habían quedado en un camión y como siempre la poca Eréndira le toco pagar, ella se resistió al principio, pero el camionero la doblego con ternura.
Llegaron al pueblo que era de misioneros, era también desolado y triste, apenas un poco más grande al que habían dejado. La abuela decidió quedarse allí, ella quería saber sobre el contrabando pero el camionero le aseguro que no había. Mientras que Eréndira se dio cuenta que entre el arroz llevaban contrabando. El carguero le dijo que Eréndira podía quedarse con el si ella quisiera pero la abuela le dijo que si le pagaba todo el resto de la deuda, pero era demasiado dinero y él no podía pagarlo. En el mismo lugar armaron un cambuche y sobre dos esteras pasaron la noche.
Al contrario de todo el tiempo, ese día la abuela fue la que se levantó y arreglo a Eréndira, de pronto escucharon que llegaba alguien, era un hombre joven con dos mulas que llevaba el correo. Al despedirse abuela le señalaba hacia adentro de la tienda y le pregunto si le gusta y a él no le disgusta la idea. La abuela cobraba 50 pesos, pero él no puede pagar, termina negociándola por lo que tenía y que a cambio divulgara la noticia por todas partes. En efecto llegaron tantos hombres que formaron hasta una feria, llego un fotógrafo, vendedores, etc. La abuela lo único que le importaba era la fila de clientes y el dinero. Consiguió suficiente dinero y compro un burro y se internó en el desierto.
La abuela le sacaba la cuenta de la deuda y le dijo que le faltarían ocho años, siete meses y once días para terminar.
Un forastero holandés al pasar por la población San Miguel del desierto pregunta ¿Que venden ahí? Pues había una cantidad de hombres haciendo fila.
Ulises su hijo le dijo que una mujer llamada Eréndira todo el mundo en el desierto lo sabía. Ulises saco plata de su padre y fue hacer la fila.
Faltaban algunos soldados, de pronto iba a pasar uno y le dijo que no porque contagiaba la mala suerte, le dio paso un dragoneante, el entro, e inmediatamente salió, Eréndira quería hablar con la abuela. Eréndira le dice que se estaba muriendo; la abuela comprueba que no tenía fiebre y la trata de consolar.
La abuela le dice que no le faltaba más de diez; erendira rompió en llanto, ella se dio cuenta que se le había pasado la mano, la mando a bañarse y espanto a los hombre que faltaba. Ulises estaba allí parado la abuela lo vio y quedo encantada y le digo que volviera mañana con las alas.
Cuando la abuela dormía Ulises asomo la cara en la tienda y Eréndira pregunto ¿Quién eres?
Soy Ulises y tengo la plata, Eréndira le dice que tiene que volver mañana, pero él le explica que con su padre saldría en la mañana y no volvería a pasar por allí, charlaron y ella fue haciendo a la pretensión del muchacho, esa noche ella lo amo hasta el amanecer. De pronto comenzó a ser un viento tan fuerte como el de la desgracia.
El misionero más joven señalo con el índice una grieta en el suelo de arcilla, no pase esa raya grito; ella sorprendió, el misionero le dijo que tenía que dejar en custodia a Eréndira porque era menor de edad.
Tres días después con el encuentro con los misioneros, dormían ellas en el pueblo más próximo en el convento; una noche muy sigilosa unas novicias monjas entraron en la tienda y tomaron a Eréndira sin despertarla y se la llevaron.
La abuela trato de rescatarla por todos los medios, no hubo poder para que se la entregaran; entonces recurrió a una autoridad civil que era ejecutada por un militar, él le dijo que no podía hacer nada porque era menor de edad que solo una persona, muy importante que le diera una recomendación tal vez la podía ayudar. Entonces tomo la determinación de plantar la tienda frente al convento y el fotógrafo que decidió irse porque ya no haba que hacer le dijo: que iba a ver quién ganaba se cansaban primero ellos o la abuela.
La abuela no aparto la vista durante mucho
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