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La Barca Sin Pescador


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2011  •  1.081 Palabras (5 Páginas)  •  1.166 Visitas

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La leyenda de la persona que vende su alma al Diablo a cambio de éxito, riqueza y poder en este mundo ha alcanzado resonante voz en la literatura universal. Es famosísimo el ‘Fausto’ de Goethe, pero tenemos también ‘El retrato de Dorian Grey’, variante escrita por el sin par Oscar Wilde, y un gran número de revisiones del tema que sería muy largo citar aquí. Conformémonos con señalar que Alejandro Casona también aportó su interpretación de esta historia: ‘La barca sin pescador’.

Alejandro Rodríguez Álvarez (Besullo, Cangas de Narcea, 1903-1965), que era su nombre auténtico, es representante de un teatro que podríamos calificar de poético y pedagógico. Ejerció como maestro y dirigió en 1931 el “Teatro del pueblo”, compañía ambulante que representaba obras teatrales por aldeas perdidas de la geografía española, con objeto de difundir la cultura. Y este espíritu docente se refleja en sus obras: Casona pretende enseñar, pero no ofreciendo una tesis en sus dramas, sino intentando inculcar en el espectador el gusto por el teatro y la cultura, como forma de apertura de la mente y del pensamiento, así como de enriquecimiento personal.

La otra gran cualidad –aunque, como veremos, no para todos- de su teatro es su carácter poético. Las obras de Casona se hallan impregnadas de un lirismo que cautivó a los espectadores de su tiempo e incluso a los de hoy. Y decíamos que no para todos porque en su momento fue muy criticado por quienes defendían un teatro comprometido políticamente, los cuales lo acusaban de escapismo, desasimiento de la circunstancia histórica española y falta de vigencia cultural.

Para responder a éstos, baste señalar, por una parte, la cantidad de obras sin calidad literaria alguna que se han escrito en nombre de un supuesto compromiso político, y por otra, que la calidad y el lirismo no están reñidas con la lucha política. Igualmente, diremos que la literatura no tiene por qué ser comprometida. Puede ser sencillamente representación estetizante de la realidad e, incluso, alejamiento de ésta en pos de la pura belleza formal. Si esto no fuera así, ¿a cuantos poetas –Rubén Darío o Juan Ramón Jiménez, por poner dos ejemplos eminentes- habría que expulsar del parnaso? Además sólo hay que ver que lugar ocupa Casona en la historia de la literatura y cual sus detractores.

La realidad es que estas dos cualidades, pedagogía y lirismo, están presentes en todas sus obras. Desde su primer drama, ‘La sirena varada’ (Premio Lope de Vega en 1933) hasta el último, ‘El caballero de las espuelas de oro’, pasando –entre otras- por ‘Nuestra Natacha’, ‘Prohibido suicidarse en primavera’, ‘La casa de los siete balcones’, ‘La dama del alba’ o la que nos ocupa, ‘La barca sin pescador’, todas sus creaciones están imbuidas de ese espíritu docente y de poesía.

‘La barca sin pescador’ fue estrenada en Buenos Aires, donde su autor se encontraba exiliado, en 1945 con un éxito clamoroso, que se repetiría al representarse por vez primera en España. En ella, nos encontramos al financiero Ricardo Jordán, quién, al borde de la bancarrota, se salva de la ruina firmando un pacto con el Diablo. Éste consiste en que debe matar –no físicamente, sino con la voluntad- a un hombre desconocido. Apenas firma,

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