La Caja
Enviado por AdOlfoMondraGon • 31 de Agosto de 2013 • Tesis • 974 Palabras (4 Páginas) • 321 Visitas
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Bud
Hace exactamente dos meses cuando entré por primera vez en la
apartada sede central de la Zagrum Company, con aires de campus
universitario, para someterme a una entrevista para un alto puesto de dirección.
Llevaba más de diez años observando a esta empresa desde mi
atalaya en una de sus empresas competidoras y ya me había cansado de
acabar siempre en segundo puesto. Después de ocho entrevistas y un período
de tres semanas de silencio de ellos y dudas propias, me contrataron para
dirigir una de las líneas de productos de la Zagrum.
Ahora estaba a punto de experimentar un ritual de la alta dirección
peculiar de Zagrum: una reunión personal de todo un día de duración con el
vicepresidente ejecutivo, Bud Jefferson. Bud era la mano derecha de Kate
Stenarude, la presidenta de Zagrum. Debido a un cambio en el equipo
ejecutivo, iba a ser mi nuevo jefe.
Había intentado descubrir el propósito y desarrollo de esta reunión,
pero las explicaciones que me dieron mis colegas sólo contribuyeron a
confundirme.
Mencionaron un descubrimiento que, por lo visto, soluciona
«problemas de la gente», comentaron que nadie se centra realmente en los
resultados y dijeron algo sobre la «reunión de Bud», como la llamaban, y de
que las estrategias que evidentemente se derivaban de ella eran claves para el
increíble éxito de Zagrum. No tenía ni la menor idea de lo que me estaban hablando,
pero me sentía ansioso por conocer e impresionar a mi nuevo jefe.
Sólo conocía a Bud por su fama. Había estado presente en una
conferencia de presentación de producto a la que asistí, pero sin que tomara
parte activa en ella. Era un hombre de unos cincuenta años, de aspecto
juvenil y una combinación de características singulares un tanto difíciles de
encajar: un hombre rico que, sin embargo, se desplazaba en un modesto
coche sin tapacubos en las ruedas; alguien que estuvo a punto de abandonar
los estudios en la escuela superior, pero que luego se graduó con la máxima
calificación en derecho y administración de empresas por Harvard; un
experto aficionado en arte que sentía entusiasmo por los Beatles.
A pesar de sus aparentes contradicciones y quizá debido en parte a
ellas, a Bud casi se le reverenciaba en la empresa como a un icono; como la
propia Zagrum, era misterioso pero abierto, enérgico pero humano, cultivado
y, no obstante, muy real. En cuanto se preguntaba por él en la empresa, uno
se daba cuenta de que todo el mundo lo admiraba.
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Tardé diez minutos en recorrer a pie la distancia que me separaba
desde mi despacho en el edificio 8 hasta el vestíbulo del edificio central de
Zagrum. El sendero, uno de los 23 que conectan los diez edificios de Zagrum,
serpenteaba por entre robles y arces junto a orillas del Kate's Creek, un
arroyo artificial de postal, creado a instancias de Kate Stenarude, al que los
empleados le habían puesto su nombre.
Al subir hasta el tercer piso por la escalera colgante de acero
inoxidable del edificio central, revisé mi rendimiento durante el mes que
llevaba trabajando en Zagrum: era siempre de los primeros en llegar y de los
últimos en marcharme. Tenía la impresión de centrarme en mi trabajo y no
permitía que los asuntos ajenos interfiriesen
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