La Simbología Animal En La Ficción: La Animalización Del Ser Humano.
Enviado por verokeane • 9 de Julio de 2015 • 2.729 Palabras (11 Páginas) • 175 Visitas
La simbología animal en la ficción: La animalización del ser humano.
“¡Un ciervo herido, salta más alto
Oí decir a un cazador
Pero es solo por éxtasis de la muerte
Y la tensión luego se aquieta!”
(Emily Dickinson, 165, 1860)
Desde que el hombre se ha diferenciado del resto de las criaturas del mundo por medio del pensamiento racional y su capacidad de establecer un orden social, la ficción lo ha acompañado a lo largo de la historia. Es necesario aclarar, que con ficción no me refiero únicamente a su significación contemporánea como “mundo imaginario” o su concepción en la antigüedad como mera “invención” o “imitación de la realidad” , sino a todo relato (sea histórico, mítico, poético, narrativo o hasta visual) producto del lenguaje humano. Asimismo, la ficción desde sus comienzos ha estado acompañada por diferentes figuras animales, cuya función dentro de la ficción se ha sido más de índole simbólica que mimética (ligada al intento de lograr una mayor similitud con la realidad).
Así como Charles Darwin planteo la evolución de las especies como resultado de los cambios en el medio natural con el fin de garantizar su supervivencia, el valor simbólico y rol que cumple el reino animal dentro de la ficción ha ido mutando y evolucionando a lo largo de la historia y los diferente contextos socioculturales. Incluso durante un mismo periodo histórico, dos culturas diferentes (ya sean lejanas o no) le han dado un valores diferentes a un mismo animal, de hecho estas variaciones se han presentan dentro de un mismo contexto en diferentes narraciones (la mitología griega es un claro ejemplo de ello). Ante tal revelación parece imposible lograr establecer un vínculo o interpretación común de la simbología animal en la ficción. Un tema tan vasto, con tantas variantes, con tantos materiales para analizar resulta tan inabarcable como la infinitud del espacio. Aun así como se fue capaz de reconocer, nombrar, caracterizar y comparar múltiples planetas y estrellas que componen nuestra galaxia, es posible hacer un recorte, es posible establecer un unidad temática que se repita en distintas manifestaciones ficcionales, pertenezcan o no a un mismo periodo socio-histórico.
El animal como ser vivo irracional, regido por sus instintos e incapaz de establecer una diferenciación entre lo correcto e incorrecto, parecería obvio que debería simbolizar lo contrario al hombre, esa contraparte salvaje y cruda de la que el hombre se ha logrado distanciar y ha llegado hasta repudiar. Sin embargo, son muchísimos los ejemplos en que la presencia animal pareciera alcanzar cualidades más humanas, al punto de llegar a hacer pensar que se ha producido una inversión de roles en la ficción: el que antes se exponía antes como el ente humano pasa a animalizarse y a convertirse en el representante de esa brutalidad salvaje, ese origen animal del que el hombre busca desparentarse. Este es el eje temático que adopta este escrito para trabajar la simbología animal en la ficción, se tratara de ver como en una variedad de textos de diferente matiz, la figura humana se ve animalizada ante la carga simbólica de figuras animales que parecen o terminan representando un ideal moral superior a los personajes humanos que protagonizan los heterogéneos relatos.
Ir a los orígenes del pensamiento occidental actual sería la forma más conveniente de comenzar con esta pesquisa. Cabe aclarar que solo se abordara desde una perspectiva occidental, ya que tratar este tema desde concepciones ajenas a nuestra cultura cotidiana solo volvería mas engorroso este trabajo que pretende ser lo más breve y claro posible. Tomando la cultura griega como base de la cultura occidental, lo primero a trabajar deben ser la ficción fundante, esa que constituyo una verdad incuestionable en la sociedad Micénica, el mito.
Asterion o comúnmente conocido como el minotauro es una hibrido monstruoso de cuerpo humano y cabeza de toro, que se dio como origen de la codicia de su padre Minos. Su deseo por superar a sus hermanos (Radamantis y Sarpedón) y heredar el trono de Creta lo llevo a establecer un trato con Poseidón, el cual no cumplió y en consecuencia su esposa, Pasífea, fue inducida a tener relaciones con el toro blanco (el cual Minos debía sacrificar en nombre del dios del mar), cuya consecuencia fue el nacimiento del ser inhumano. El minotauro siempre fue descripto (no importa la multiplicidad de versiones existentes del mito) como un ser aterrador, de actos perversos que van más allá de su aspecto bestial y que merecía morir en manos de Teseo por la cantidad de jóvenes griegos que murieron bajo sus manos. Sin embargo, si nos ponemos a analizar el trasfondo de la cuestión, fue el trato que estableció Creta al ganar la guerra contra Grecia el que obligó al país a mandar sacrificios humanos al minotauro, fue la codicia de Minos la que dio vida a un ser sobrenatural. Si bien Asterion es la criatura con aspecto animal, nos hace preguntar ¿quién resulta más salvaje, más cruel e inflexivo? ¿Asterion o su padre Minos?
La literatura contemporánea ya ha dado de alguna manera respuesta a dicho interrogantes, el reconocido autor argentino Jorge Luis Borges realizó una reelaboración del mito, “La casa de Asterion”, cuyo narrador es el minotauro nos presenta una perspectiva totalmente diferente de él. Lo construye como un ser que no pertenece a ninguna parte (no es humano, pero tampoco es un animal), con un pensamiento casi infantil y ademán solitario, con sentimientos y pensamientos que se emparentan más con el ser humano que el ser animal. De hecho, el simple hecho de que tenga una conciencia parcial de lo que ocurre a su alrededor, ya lo vuelve más humano que animal. Parece ser que Borges vio en la criatura mitológica un aspecto humano superior al de los otros integrantes del mito, a que la bestia resulta entrañable dentro del cuento del autor.
Y este no es el único ejemplo dentro de la mitología, hay casos a montones y uno de ellos es el que dio origen a la constelación de Piscis. Durante la guerra de los dioses sostenida contra los Titanes, Afrodita y su hijo Eros (su padre era Ares el dios de la guerra) se vieron sorprendidos por uno de sus enemigos, Tifón. En un intento desesperado por proteger a su hijo, Afrodita se lanza con él al Rio Éufrates, de allí surgen dos versiones del final del mito: una es que ambos dioses fueron rescatados por dos peces del rio y la otra es que madre e hijo se metaforizaron en dos peces. Ambos finales sirven como ejemplo de que la naturaleza brinda una protección contra la destrucción del mismo ser humano, una idea de acuño que el ser humano se atribuye como propia (el animal guiado por instinto supuestamente prioriza su supervivencia sobre la de otros).
Siguiendo
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