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Secundaria


Enviado por   •  2 de Mayo de 2013  •  720 Palabras (3 Páginas)  •  264 Visitas

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DO LOS ALPES: ANÍBAL Y LA QUÍMICA

Los días de verano en Novo Cartago (España) eran calurosos y húmedos. La fresca brisa del Mediterráneo, hacía aflorar recuerdos de su niñez, recordando los deliciosos dátiles, el olor a sal y la extensión del desierto.

Había llegado la hora de vengar a su amada patria. Los romanos estaban enterados, los espías eran tan eficientes que no solo descubrieron los planes de su hermano Asdrúbal, también eran letales asesinos.

Con un ejército de más de cuarenta mil hombres a pie, doce mil montados a caballo y varios elefantes de guerra, avanzó rumbo a Roma. Grandes polvaredas se levantaban de las columnas de infantería, caballería y elefantería.

El senado romano, había anticipado una posible invasión a la península itálica. Tomaron serias decisiones: nombraron generales, reclutaron tropas y hasta decidieron en donde querían batirse con los cartagineses.

Los ejércitos romanos estaban a la espera, la tensión se sentía en el aire, en cualquier momento combatirían a muerte. Algunos pelearían por la fama inmortal, el botín y la gloria; para otros sería por cuestión de lealtad, honor y reivindicación.

Algo extraño estaba sucediendo, había transcurrido ya un año sin que las noticias de los espías cambiaran en algo. “Aníbal avanza hacia Roma” Pero los romanos tenían en todos los caminos posibles, guarniciones y vigías.

Bien sabía que los romanos los emboscarían en los caminos, así que decidió hacer el suyo. Internándose en la Galia Cisalpina (Sur de Francia), subyugó a los aliados romanos y silenció a los espías. Cruzó pantanos, y en uno de ellos perdió un ojo, mas esa pérdida no logró que Aníbal perdiera de vista su objetivo: Los Alpes.

Los Alpes son una magnífica barrera natural, pareciera que la madre naturaleza había levantado tan formidable defensa para salvaguardar Roma. Entre peñascos y desfiladeros, sus hombres avanzaban penosamente, pues no sólo el clima era inclemente con ellos, sus alimentos comenzaron a escasear, sus vinos se avinagraron y sus formidables elefantes perecían uno a uno.

Había llegado muy lejos, no podía dar marcha atrás. La situación era alarmante, no solo tenían escasez de víveres y enfermedades, tal parece que el destino ha preparado una amarga jugarreta. Podía ver Italia, está muy cerca, solo una pared sólida de roca lo separa.

Su ejército podría picar la roca y hacerse una rampa, mas el tiempo apremia. Sus sabios tienen la solución: ¡Derretir la roca! Mando a recolectar todo el vino avinagrado, buscar y traer todo aquello que sirviera para alimentar una hoguera. En menos de una semana, los cartagineses lograron hacerse de un descenso de las montañas. El precio que pago Aníbal fue muy alto… De los hombres a pie, sobrevivieron veintidós mil soldados, ocho mil jinetes y de ochenta y ocho elefantes, solo treinta y siete lograron cumplir

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