Segundo Parcial( Int. a los Estudios Literarios) UNLZ
Enviado por iviibeth • 2 de Septiembre de 2019 • Ensayo • 3.573 Palabras (15 Páginas) • 259 Visitas
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOMAS DE ZAMORA
Segundo parcial (domiciliario)
Asignatura: Introducción a los Estudios Literarios
Carrera de Letras
Entrega: 25/06/2019
Docentes: Vinelli, Elena
Sáez, Rodrigo
Calbi, Mariano
Alumnos: Britos, Camila camila.c.britos@gmail.com
Dominguez, Ivan ivandominguez495@gmail.com
Galeano, Micaela mickagaleanost@gmail.com
PARTE I: “Por los tiempos de Clemente Colling” y “Las tierras de la memoria” (Felisberto Hernández).
Los relatos de Felisberto Hernández, "Por los tiempos de Clemente Colling" y "Las tierras de la memoria", discuten el programa ideológico de la Ilustración atravesando algunos ejes de las transformaciones de la novela de aprendizaje.
Ambas obras pueden ubicarse dentro de la novela de aprendizaje del siglo XX, es por esto que el lenguaje en ellas es incapaz de expresar las experiencias perceptivas del mundo. Esto se puede ver reflejado en el narrador de los relatos quien en "Las tierras de la memoria" evoca de sus recuerdos la experiencia de su despertar sexual: "Si fuera así yo le hubiera puesto el nombre de abedules a las caricias que hicieran a un brazo blanco: abe sería la parte abultada del brazo blanco y los dules serían los dedos que lo acariciaban" (Hernández, 1944; p. 13). Frente a este sentimiento, nuevo para él, su lenguaje se vaciaba de contenido de manera que no podía poner en palabras lo que él estaba atravesando, su lenguaje no tenía sentido. A su vez, la forma de utilizar la palabra "abedules" no era algo que fuera entendible para todo el mundo, provocaba un efecto de extrañamiento (Shklovski, 1917) en el otro. Por otro lado, este fragmento también discute el programa ideológico de la Ilustración a través del ideologema del saber debido a que el narrador estaba atravesando una experiencia completamente nueva para él, una experiencia que no podía poner en palabras. Retomando la idea anterior, el lenguaje en "Por los tiempos de Clemente Colling", es muy importante para el narrador ya que a través de este, al definir, es posible generalizar o reducir la existencia humana: "Muchos años después me di cuenta que quería rebelarme contra la injusticia de insistir demasiado en lo que más sobresalía, sin ser lo más importante" (Hernández, 1942; p. 11). Para él no debía recortarse una existencia humana a una sola cualidad, la más sobresaliente de esa persona, ya que esto fijaría la mirada en un solo aspecto y no permitiría apreciar otros. Otro ejemplo de esto lo hallamos en el personaje de Petrona, una tía lejana del protagonista, quien tenía una sensibilidad estética que redundaba en las extravagancias de aquellos que disfrutaban del arte. Al encontrarse entre personas "instruidas" o si una persona pasaba una situación vergonzosa, surgía su característica risa descontrolada, violenta, "que era más convulsiva y duraba más rato que la de los otros" (Hernández, 1942; p. 17), las personas que la rodeaban la atribuían a la incomodidad de penetrar en un ambiente distinto al suyo. Sostener que su risa se debía a la incomodidad o la burla por encontrarse, como se mencionó anteriormente, entre personas de otra cultura o con "más instrucción" resultaría en encasillar o recortar la existencia de Petrona (1), aquello no responde a lo que ella es, sino que simplemente es un juzgar, es reducir su existencia.
El sujeto en la novela de aprendizaje del siglo XX entra en crisis, arrasado por la incertidumbre es incapaz de representar el mundo tal como es y sus saberes se vuelven inciertos. Ambas novelas de Felisberto Hernández presentan al protagonista como un sujeto fragmentado, inestable o cambiante que no puede dar cuenta del mundo. En "Por los tiempos de Clemente Colling" el narrador interrumpe el relato de sus recuerdos para expresar lo inestables que son sus días, lo imprevistos que son sus recuerdos en los cuales él se sumerge tratando de averiguar quién fue y quién es, hasta el punto de perder la noción del tiempo en el que vive. Sin embargo, esto no resulta de provecho pues él sigue sin poder definirse como sujeto "He renunciado a la difícil conquista de saber cómo era yo en aquellos tiempos y cómo soy ahora, en qué cosas era mejor o peor antes que ahora" (Hernández, 1942; p. 37). Según sostiene Jorge Monteleone en "El otro yo del pianista", el recuerdo "no tiene la capacidad de consolidar un yo sino volverlo, en su azarosa fragmentación, una identidad conjetural" (Monteleone, 2015; p. 34) los recuerdos no ayudan a la significación del sujeto, más bien abren lugar a nuevos recuerdos con nuevas significaciones que el narrador debe aceptar "como si no fuera responsable de su emergencia" (Monteleone, 2015; p. 34).
Es posible ver el desdoblamiento del sujeto cuando el narrador expresa "Otras veces pienso que si me ha dado por escribir los recuerdos, es porque alguien que está en mí y que sabe más que yo, quiere que escriba(...)" (Hernández, 1942; p. 37). La misma fragmentación es observable en "Las tierras de la memoria" en el momento que el narrador se ve a sí mismo fuera de su cuerpo "yo mismo era otra persona a quien me observaba mientras llenaba la bañera y me desnudaba" (Hernández, 1944; p. 26). Su cuerpo, sus pensamientos descalzos, se encuentran en un lado, sus ideas por otro y su "yo", su identidad, resulta intermediaria de ambas partes. Desde ese "yo" donde no hay ideas fijas y abundan los sentimientos, un "yo" que el narrador mismo describe como una selva confusa, se trata de construir el sujeto.
La experiencia narrativa del aprendizaje y la adquisición inesperada y repentina del mismo son otras características de la novela de aprendizaje del siglo XX. Estas son fácilmente reconocibles en los relatos, la primera por la clara interrupción en los mismos los cuales dan cuenta de la resistencia a ingresar en la linealidad de la escritura: "De esto hace más de veinte años" (Hernández, 1942; p. 36); "Aquella noche en Mendoza yo reconocía la realidad presente por su angustia" (Hernández, 1944; p. 51). Estas frases dejan ver que el narrador, que se encuentra en el presente, evoca sus recuerdos interrumpiendo así la linealidad del relato. Mientras que la segunda es reconocible por ese momento epifánico en el que el narrador adquiere de forma repentina el saber, en “Las tierras de la memoria” la serie de recuerdos que tiene el protagonista durante su viaje en tren le revelan la condición angustiante de su existencia (2). El misterio es un tema recurrente en las obras de Felisberto Hernández, cada persona tiene un misterio y la verdad de cada existencia es ese misterio. Para el protagonista la verdad de su existencia es la angustia, la cual estaría con él para toda la vida. En “Por los tiempos de Clemente Colling” el momento epifánico es reconocible cuando el protagonista le muestra a Clemente Colling una composición que había creado, y este para corregirla toca de memoria algunas partes, es aquí cuando el narrador comienza a pensar en la memoria de Clemente Colling y en todas sus obras (3). La memoria de este consistía en recordar específicamente las combinaciones musicales, "Y fue entonces cuando él, para corregirmela, se sentó al piano y tocó de memoria algunos trozos de ella; y cuando yo empecé a pensar en su memoria" (Hernández, 1942; p. 52), no solo recordaba las producciones propias sino también las de músicos famosos. Esto revela un misterio de la existencia de Clemente Colling al narrador, quien empieza a considerarlo de manera distinta, para él, su maestro deja de ser un artista para convertirse en un falsificador. Alguien que produce copias artificiosas de algún artista específico, al igual que la fotografía al momento de industrializarse.
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