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Temas Y Estructuras Recurrentes En La Obra Candido, O El Optimismo


Enviado por   •  5 de Junio de 2013  •  1.498 Palabras (6 Páginas)  •  6.250 Visitas

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Explorando a Cándido: Temas y estructuras recurrentes

El optimismo

Pangloss y su estudiante Cándido sustentan que "todo sucede para bien en este, el mejor de los mundos posibles." Esta idea es una versión reductivamente simplificada de las filosofías de una serie de pensadores de la Ilustración, sobre todo la de Gottfried von Leibniz. Según este pensamiento, la existencia de cualquier mal en el mundo tendría que ser una señal de que Dios no es ni totalmente bueno ni todopoderoso, y la idea de un Dios imperfecto no tiene sentido. Estos filósofos daban por sentado que Dios existe, y concluyó que, puesto que Dios tiene que ser perfecto, el mundo que creó debe ser perfecto también. Según estos filósofos, la gente percibe las imperfecciones en el mundo sólo porque no entienden el gran plan de Dios. Debido a que Voltaire no acepta que un Dios perfecto (o cualquier Dios) tenga que existir, puede darse el lujo de burlarse esta idea: “que el mundo TIENE que estar completamente bien”. Así, derrocha montones de sátira despiadada sobre esta idea durante toda la novela.

Los optimistas, Pangloss y Cándido, sufren y son testigos de una gran variedad de horrores, flagelaciones, violaciones, robos, ejecuciones injustas, enfermedades, terremotos, traiciones, y el hastío abrumador. Estas tragedias no cubren algún aparente bien mayor. Por el contrario, sólo señalan la crueldad y el disparate de la humanidad y la indiferencia del mundo natural. En la lucha por encontrar justificación para las cosas terribles en el mundo, Pangloss esgrime los más absurdos argumentos, como, por ejemplo, cuando afirma que era “necesario que la sífilis se transmitiese desde las Américas hasta Europa para que los europeos pudiésemos disfrutar de las delicias del Nuevo Mundo, como el chocolate”. Personajes con más perspicacia y experiencia, como la vieja, Martin y Cacambo, llegan a conclusiones pesimistas acerca de la humanidad y el mundo. Al final, Pangloss nunca llega a negar sus propias conclusiones optimistas.

Todo tiene relación en el mejor de los mundos posibles: porque si no os hubiesen expulsado del castillo por amor a la señorita Cunegunda, si no hubieseis sido entregado a la Inquisición, si no hubieseis atravesado América andando, si no hubieseis dado una gran estocada al barón y si no hubieseis perdido todos vuestros carneros de aquella buena tierra de Eldorado, no estaríais comiendo ahora mermelada de sidra y pistachos. (Voltaire. 1759, p. 59)

A lo que un iluminado Cándido responde: “Muy bien dicho, pero lo importante es cultivar nuestra huerta”.

La Inutilidad de la especulación Filosófica

Uno de los defectos más evidentes del optimismo de Pangloss es que se basa en un argumento filosófico abstracto en lugar de pruebas reales del mundo material. En el mundo caótico de la novela, la especulación filosófica en repetidas ocasiones demuestra ser inútil y hasta destructiva. Una y otra vez, evita que los personajes hagan evaluaciones realistas del mundo que les rodea y adopten medidas positivas para cambiar las situaciones adversas.

Pangloss es el personaje más susceptible a este tipo de oblicuidad irracional. Mientras Jacques se ahoga, Pangloss impide a Cándido salvarlo demostrando que “la bahía de Lisboa había sido formada expresamente para que este anabaptista se ahogara en ella". Mientras que Cándido se encuentra bajo los escombros tras el terremoto de Lisboa, Pangloss hace caso omiso de sus peticiones de aceite y vino y en su lugar se esfuerza por demostrar las causas del terremoto. Al final de la novela, Cándido rechaza los pensamientos de Pangloss. En su lugar, opta por una ética de trabajo duro y práctico. Sin tiempo para el ocio o la improductiva especulación, él y los demás personajes encuentran la felicidad que tanto tiempo habían eludido. Este juicio contra la filosofía que impregna Candide es, por sobre todo lo más sorprendente y dramático dado al prestigio de respetado filósofo ilustrado que gozaba Voltaire.

La hipocresía de la religión

Voltaire satiriza la religión organizada a través de una serie de líderes religiosos corruptos e hipócritas que aparecen a lo largo de la novela. El lector se encuentra con la hija del Papa Urbano X, un hombre que ya debería haber sido un sacerdote católico célibe (el francés obra con extrema discreción al adjudicar una hija ilegítima a Urbano X, un papa ficticio); un rígido Inquisidor católico que hipócritamente mantiene una amante; y un fraile franciscano que funciona como un ladrón de joyas, a pesar del voto de pobreza adoptado por los miembros de la orden franciscana. Por último, Voltaire nos introduce a un coronel jesuita con marcadas tendencias homosexuales. Los líderes religiosos de la novela también llevan a cabo campañas

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