Tokyo Blues

Un oriental narrándonos desde occidente, caracterizándonos su narración con locaciones netamente occidentales, usando el más tardío en aparecer de los géneros literarios y que además su creación se le atribuye al mundo occidental, nos comienza a narrar la existencia en oriente, desde un plano anecdótico usando flashback.

Las primeras calles que atravesamos leyendo “Tokio blues” las cruzamos solos, sin quien nos lleve de la mano y nos zambulla en el mundo de la novela, mundo obviamente escondido y dado a cuenta gotas. Estas sensaciones son desorientadoras, incluso nos conducen al aburrimiento y al posterior abandonamiento de la novela. Sin embargo el tono que nos ofrece Murakami al principio no es gratuito pues nos daremos cuenta que precisamente es el que colabora para luego encontrarnos abatidos por la secuencia de sucesos y conflictos existenciales de sus y su personaje Toru Watanabé.

El suicidio es un tema sensato para un escritor japonés además de ser un campo explorado en Japón y un tema que tiene tantos significados como habitantes hay en el planeta. En Japón como caso particular (ya que nos compete por la nacionalidad del autor y desarrollo de la obra) el suicidio es ya tan común que incluso existen reglamentos sobre este acto, como si al momento de suicidarte dañas algo, tu familia debe correr con esos gastos, por ejemplo no es demasiado anormal que tu trayecto al trabajo se retrase porque alguien se lanzó a las vías del tren.

Como ejemplo el monte Fuji, todo un icono de Japón, con su cima nevada y, en primavera, con ese estallido de color de los miles de almendros en flor que lo dibujan convirtiéndolo en una ilustración de cuento mágico, digno de adaptar por los hermanos Grimm, en sus faldas está rodeado por una zona boscosa muy bien sobre guardada por las autoridades donde un fragmento de estos bosques, mas exactamente el bosque Aokigahara, también conocido como Jyukai (Mar de Árboles) es un bosque escogido por los suicidas quizás por su tranquilidad y porque todavía no hay reformas financieras por esos lados.

Sobre el suicidio dice Albert Camus que “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía (…) Matarse, en cierto sentido, y como en el melodrama, es confesar. Es confesar que se ha sido sobrepasado por la vida o que no se la comprende.”

Entran entonces los factores mas determinantes e investigados sobre este fenómeno en Japón se caracterizan por ejemplo: en la segunda guerra mundial existieron kamikazes que se estrellaban contra determinados objetivos inmolándose, incluso antes los samuráis se aplicaban el seppuku, un ritual suicida para no dejar duda sobre su honor, actualmente se identifican factores como el exceso de trabajo, desempleo y el rechazo de las enfermedades mentales.

Esa habilidad de describir

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