Contratación Comercial

El fideicomiso es un instituto legal por el cual se establece en cabeza de una persona, la titularidad de un conjunto de bienes destinado a un emprendimiento determinado. Esta definición es amplia y ambigua y refleja la versatilidad de la figura.

El objeto del fideicomiso puede ser diverso, ya que se trata de una estructura para realizar operaciones. El mismo instituto sirve para concretar negocios de garantía, de administración o inversión, entre otros. Es útil para el salvataje de entidades financieras, la provisión que los padres hacen para sus sucesores incapaces, el desarrollo de actividades forestales, mineras o de construcción, pasando por el financiamiento de los municipios y el emprendimiento de los más diversos negocios asociativos.

Básicamente, las estructuras son las del fideicomiso financiero, regulado específicamente por la ley, el fideicomiso de garantía, que explica las situaciones en las que el fiduciario administra el bien para afrontar el cumplimiento de una determinada obligación del fiduciante, de la que el beneficiario es acreedor y, por último, la alternativa del fideicomiso de administración que bien puede explicarse con el ejemplo del fondo común de inversión o el seguro de retiro.

En el ámbito del Derecho Público, la figura también es aplicable al desarrollo de emprendimientos determinados o el financiamiento de deuda pública.

El fideicomiso financiero permite sumar al proceso de producción un enorme potencial económico que carecía de instrumento legal para volcarse al financiamiento ya que resuelve problemas estructurales de seguridad al inversor.

Para captar la función jurídica del fideicomiso, es conveniente adentrarse en algunos temas de teoría legal. El sistema jurídico tiene que aportar las mayores alternativas para facilitar el crédito. Esto implica necesariamente trabajar el tema de las garantías.

La primera creación en este sentido es el concepto de patrimonio. El patrimonio es “la prenda común de los acreedores”, el conjunto de los bienes del deudor que hacen frente a todas sus obligaciones. Para que el sistema funcionara, el Derecho Romano (base de nuestro ordenamiento legal) estableció como característica su unidad. No puede haber una persona con dos patrimonios, como correlato, no pueden existir bienes de una persona, que no integren su patrimonio.

Completando la base del derecho se estableció “la perfección” del dominio. Esto es que si un bien existe en el patrimonio de una persona, ésta cuenta con la total e incondicionada disponibilidad de su propiedad. Desde esta perspectiva es imposible concebir que alguien sea titular de algo para disponer de eso de “determinada manera”, o por un tiempo, o hasta que suceda un cierto evento.

Sentadas estas normas rígidas, la historia del derecho continental, se desarrolló para establecer las excepciones. Cómo aislar bienes de la función de prenda común

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