Liderazgo

A 33 días de que México elija a su nuevo presidente, los candidatos se muestran tranquilos pues no vislumbran cambios substanciales en materia de política económica tras las elecciones del primero de julio.

La preocupación principal de los votantes en las dos elecciones presidenciales anteriores de México en 2000 y 2006 era que el resultado amenazara la estabilidad de la economía.

Actualmente se considera que México está relativamente bien posicionado para el crecimiento, independientemente de los resultados de las elecciones y esto es una buena noticia para las expectativas de largo plazo de los mercados.

Aunque mucho ha sucedido desde la última elección presidencial, la economía de México es fuerte en la actualidad, como lo fue en años electorales anteriores. Por lo tanto, no esperamos que en esta ocasión la nueva administración busque amenazar la estabilidad cambiando radicalmente la política económica.

La trayectoria crediticia de México estará influenciada por el progreso que hará el nuevo gobierno en términos de reformas para mejorar la competitividad y las perspectivas de crecimiento económico, así como para aumentar la flexibilidad fiscal y mejorar las expectativas del sector petrolero. El historial de bajo crecimiento económico y limitada flexibilidad fiscal de México destacan la necesidad de realizar reformas más profundas.

México evidentemente no ha sido inmune a los eventos económicos internacionales y aun cuando se han mostrado signos de mejora, pareciera que hay muchas historias por contar.

La banca mexicana, además de ser un factor importante en la recuperación económica, también es un jugador clave para generar confianza de inversionistas. Un indicador clave de la solidez bancaria son los índices de capitalización que mantienen los bancos.

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