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Metodologias


Enviado por   •  23 de Abril de 2014  •  2.051 Palabras (9 Páginas)  •  222 Visitas

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José Luis Comellas Guía de los estudiantes universitarios. Páginas: 15- 100.

Capítulo I:

EL CONCEPTO DE HISTORIA

¿Qué es la Historia?

A primera vista, todos tenemos una idea clara de lo que es la Historia, y no se nos ocurre dudar sobre su concepto o contenido. Es cierto que a veces empleamos la palabra un tanto incorrectamente, como cuando decimos, para volver a centrarnos en un tema: << pero esto es otra historia>>; o cuando exclamamos para evitar digresiones: << no me vengas con historias>>. Aquí empleamos indebidamente, y hasta despectivamente la palabra <<historia>>, pero reconocemos en nuestro interior tal incorrección. Sabemos que la Historia es una cosa bastante seria, y, además, bastante definida, nos guste o no nos guste.

Sin embargo, cuando tratamos de precisar exactamente el significado de la palabra “historia”, empezamos a darnos cuenta de lo resbaladizo de sus acepciones. En realidad, el término puede emplearse correctamente para designar varios conceptos, relacionados entre sí, es verdad, pero de aplicaciones prácticas muy diversas. Ello deriva en parte de una limitación de nuestro idioma, tan rico, en cambio, para expresar otros conceptos. En el campo que ahora nos corresponde tratar, la palabra “historia” es prácticamente insustituible en sus diversos significados.

Los alemanes, por ejemplo, tienen dos palabras distintas para decir “historia”: Geschischte e Historie. Geschischte es el conjunto de los hechos transcurridos a lo largo del tiempo: es decir, “lo sucedido”. Historie es la ciencia que se ocupa de investigar o de relatar esos hechos. Se distingue claramente entre una realidad objetiva (los hechos) y una realidad subjetiva (la ciencia que se ocupa de ellos y nos da su versión). Los ingleses son un poco más ambiguos, ya que la palabra History designa lo mismo a los hechos que a la ciencia que los investiga; pero tienen otra palabra, algo parecida, story, que se refiere más bien al relato.

Todo esto ya nos hace ver que el concepto de Historia no es tan simplista como en un principio habíamos imaginado, y puede tomarse en distintos sentidos, aunque estén relacionados en cierto modo entre sí. Tratando de precisar al máximo, para aclarar bien nuestras ideas, podríamos distinguir hasta cuatro conceptos diferentes y sucesivos de lo histórico. Veamos:

-Tenemos en primer lugar, la realidad de los hechos humanos del pasado. Esto no cabe duda de que es Historia: es la esencia misma de la Historia. Sin hechos ocurridos no podríamos historiar.

-En segundo lugar el conocimiento de esos hechos: es la historia en su más pura acepción etimológica. En griego, io Topia significa averiguación, puesta en conocimiento de una cosa. En este sentido emplean la misma palabra los naturalistas, cuando hablan de “Historia Natural”, o los médicos, cuando realizan la “historia” o averiguación de los síntomas que experimenta o ha experimentado un paciente, a fin de poder realizar su diagnóstico. Sin embargo, dentro de este sentido, todos estamos de acuerdo en que la palabra “historia” se emplea principalmente para designar la averiguación del pasado humano.

-En tercer lugar, está el relato de esos hechos, que un día se produjeron, y que alguien – el historiador- ha reconstruido para nosotros. También esto es “historia”: un relato es una historia.

-Y por último, tenemos la ciencia que se ocupa de los hechos ocurridos, de su conocimiento y averiguación, y de su relato, es la Historia como ciencia, la Historia-disciplina. Un Congreso de Historia, son un Congreso o una Facultad dedicados a la ciencia histórica. Cuando decimos: “la Historia le juzgará”, no nos referimos a los hechos, que ya han ocurrido o están ocurriendo, sino a algo futuro: las conclusiones a que llegue, en su día, la ciencia histórica.

En Historia tenemos, por tanto, un ser (la realidad objetiva de los hechos), un conocer, un reproducir o relatar y, finalmente, una ciencia o disciplina que se ocupa de todo ello.

Vamos a explicar un poco estos cuatro aspectos o momentos de lo histórico, para dejar nuestras ideas lo más claras posible.

La realidad del pasado

En el pasado, han ocurrido muchos tipos de fenómenos: fenómenos cósmicos, fenómenos físicos, fenómenos biológicos; pero al historiador le interesan fundamentalmente los fenómenos humanos. Los demás, solo tienen sentido verdaderamente histórico en la medida en que afectan de una manera u otra la existencia del hombre.

El hombre sujeto a la Historia

Por eso concebimos al hombre como el sujeto de la Historia: pero un sujeto que puede ser agente o paciente. Como sujeto agente obra, por ejemplo, cuando descubre América, cuando inventa la locomotora o cuando conquista el Everest. Es sujeto paciente, por ejemplo, cuando sufre un terremoto (no cabe duda de que un terremoto es también un suceso histórico). En la mayoría de los casos, unos hombres son sujetos agentes y otros hombres sujetos pacientes de determinado acontecimiento: pongamos por caso, las invasiones bárbaras: los pueblos germanos las realizan; los habitantes del imperio romano las padecen.

Pero en suma, para que un hecho sea verdaderamente histórico, debe contar con la presencia del hombre, y afectarle de alguna manera. El estudio del profesor Pedelaborde sobre El clima de París desde la antigüedad hasta nuestros días, es en cierto modo un libro histórico: no por el objeto en sí de su estudio (la climatología), sino por el influjo que esas variaciones del clima debieron ejercer sobre los habitantes de Paris, sus formas de vida, sus posibilidades de subsistencia, su desarrollo. Naturalmente, que más sentido “histórico” tiene un estudio sobre cómo han sido, cómo han vivido, cómo han pensado los habitantes de Paris, de la prehistoria a nuestros días.

El hombre es el centro y eje de toda la Historia, y por eso la Historia tiene un alto sabor humano. No hay suceso del pasado humano en el que de alguna manera no nos reconozcamos a nosotros mismos. Cambian las modas, las costumbres, las mentalidades colectivas; pero el hombre mantiene siempre algo de común, que, al conocerlo, nos resulta familiar, “nuestro”. Es emocionante encontrar en autores de hace dos mil quinientos años frases o sentencias que tal vez se nos han ocurrido a nosotros mismos. Todavía lo es más penetrar

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