Responsabilidad Social

LA RESPONSABILIDAD MORAL: DEL INDIVIDUO O DE LA EMPRESA

La responsabilidad social de las empresas está en auge; es por eso que un número cada vez mayor de empresas están admitiendo responsabilidades que trascienden las exigidas por leyes y reglamentos; todo con el fin de ganar estabilidad económica e integrarse socialmente. En este sentido, si bien se le reconoce un claro interés teórico, se considera igualmente que reviste una evidente dimensión práctica, dado que la decisión acerca de si las corporaciones deben ser moralmente responsables ayuda a determinar quién debe ser culpado por las conductas empresariales indebidas y, de esta manera, servir de control.

La noción de RSE ha evolucionado rápidamente en tan solo un par de décadas, de la simple caridad o filantropía, practicada a título personal e individual por el capitalista, se pasó a la responsabilidad de la empresa como tal; y ello no es cualquier cosa, porque de las meras donaciones se pasó a la “ciudadanía corporativa”, al asumir que la empresa debe ser parte de la sociedad civil, es decir, debe asumir responsabilidades plenas para con la sociedad; trascendiendo a una etapa superior: la de la Responsabilidad Moral de la Empresa, la de la identificación espiritual y trascendente, ¡no con los simples ciudadanos, sino con los seres humanos!, y mucho menos con los consumidores, proveedores, trabajadores, empleados, accionistas, etc., sino con los hombres y mujeres de carne y hueso que conviven con la empresa; que sufren y padecen en la misma sociedad en la que ella actúa. Por lo tanto, ser moralmente responsable es cuidar que el output de la empresa no repercuta negativamente sobre los seres humanos, incluyendo a las personas que allí trabajan.

La responsabilidad moral es la estructura esencial, fundamentación de la libertad; y es desde aquí donde las personas de manera individual, aunque actúen en el marco institucional, podrán y deberán tomar una posición personal junto con los dirigentes de las empresas.

Lo estrictamente moral, tiene que ver primero que todo con las condiciones materiales de vida de la gente y tiene que ver con algo mucho más elevado, los derechos humanos, sociales y ecológicos, pero atañe en lo esencial a la identificación de la Empresa con la Sociedad.

Los comportamientos de las empresas pertenecen todavía a la esfera de la Responsabilidad Social de la Empresa; son comportamientos muy meritorios, pero que aún están lejos de insertarse plenamente en la dimensión de la ética.

Para que una empresa sea responsable tanto social como moralmente debe dársele una mirada desde la sociedad, de lo contrario no podrá saber si la empresa está a la altura y medida de esa sociedad, y no será capaz de dar trascendencia a su labor directiva y llevarla a la empresa a un sistema de cooperación social. Mirar la empresa desde la sociedad no es tarea sólo defensiva, para ver si se le deja trabajar o no, o si se obstaculizan su libertad y su iniciativa, es también verla como un remedio contra los abusos y como "un núcleo positivo expansionable.

Si consideramos a las empresas como agentes morales se estaría compartiendo todos los derechos y obligaciones naturales de los humanos. Las organizaciones se ajustarían a las reglas de la comunidad moral y se auto-regularían a través del razonamiento moral. Pero existe una mirada opuesta que describe a las organizaciones como carentes de intencionalidad y autonomía, y por ello incapaces de emplear reglas morales en sus decisiones. Como si fueran robots, ellas sólo pueden seguir ciertos pasos preestablecidos para alcanzar objetivos específicos, no pueden evaluar normas morales ni cambiar sus objetivos como pueden hacerlo los humanos, por el contrario, se parecen más bien a unas máquinas.

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