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Evaluación de la Normalidad en la Niñez


Enviado por   •  4 de Mayo de 2019  •  Resumen  •  6.750 Palabras (27 Páginas)  •  228 Visitas

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ANNA FREUD

Capitulo III. Evaluación de la Normalidad en la Niñez

Cuatro campos diferentes entre el niño y el adulto

Los malentendidos entre adultos y niños suelen deberse a:

  1. El punto de vista egocentrista que gobierna las relaciones del infante con el mundo de los objetos. Antes de que se alcance la constancia objetal, el objeto (quien cumple la función de madre) no se percibe como alguien que posea una existencia independiente, sino como alguien con el único deber de satisfacer los deseos y necesidades del niño. Cualquier preocupación ajena que tenga la madre son transformadas en experiencias de rechazo y deserción.
  2. La inmadurez del aparato sexual infantil obliga al niño a traducir los hechos genitales de los adultos en pregenitales. Por esto los niños suelen percibir las relaciones sexuales de sus padres como actos violentos, que resultan en la identificación con la supuesta víctima o el supuesto agresor. Esta inmadurez también explica que los niños no pueden aceptar los hechos sexuales de la manera razonable en que se les explica, y los traducen en términos que concuerdan con su experiencia. De ahí provienen las famosas teorías sexuales infantiles, como la explicación de que las cigüeñas traen a los bebés al mundo, el nacimiento a través del ano, etc.
  3.  Los niños poseen una relativa debilidad de los procesos secundarios del pensamiento cuando se comparan con la intensidad de los impulsos y las fantasías. Esto no les permite comprender ciertas circunstancias, y no es a causa de una falta de razonamiento. Un ejemplo es el del niño que a una temprana edad comprende perfectamente la importancia de los doctores y la medicina. Pero no se puede esperar que se mantenga dicha comprensión: a medida que aumentan las visitas al médico o se acerca el día de una operación, la razón del niño naufraga y éste es inundado con fantasías de mutilación, castración, etc. los padres que permiten que sucedan todas esas cosas se convierten en figuras hostiles, contra las cuales el niño descarga su enojo.
  4. La noción del tiempo varía conforme avanza el desarrollo. La percepción de la duración del tiempo parece depender del funcionamiento del yo y el ello. Los impulsos de este último no toleran la espera, actitud que es introducida por el yo (postergar una necesidad).

Concepto de las líneas del desarrollo

Cualquiera que sea el nivel alcanzado por el niño en los aspectos del desarrollo que se presentarán a continuación, representa el resultado de la interacción entre el desarrollo de los impulsos y el desarrollo del yo, del superyó y de sus reacciones frente a las influencias del medio, es decir, de los procesos de maduración, adaptación y estructuración.

Prototipo de una línea del desarrollo: desde la dependencia hasta la autosuficiencia emocional y las relaciones objetales adultas

  1. Unión biológica: la madre y el hijo son uno solo.
  2. Relación anaclítica con el objeto parcial: o de satisfacción de las necesidades. La misma se basa en la urgencia de las necesidades somáticas del niño. Si la madre no cumple su rol, el niño puede desarrollar un falso self o un yo precoz,  haber trastornos en el proceso de individuación o una depresión anaclítica, entre otras repercusiones.
  3. Constancia objetal: permite el mantenimiento de una imagen interna y positiva del objeto, independiente de la satisfacción o no de los impulsos. Aparece la ambivalencia. Solo cuando se ha alcanzado la constancia objetal es que el niño puede sustituir la ausencia eterna del objeto con la presencia de una imagen interna. Por favor, no deje a sus niños en la guardería antes de que se haya establecido la constancia objetal.
  4. Relación ambivalente: se caracteriza por las actitudes del niño de depender, torturar, dominar y controlar a los objetos amados. Si no se le permite la descarga de su ira, puede haber consecuencias como una agresividad incontrolable, desadaptación, dependencia extrema, etc.
  5. Fase fálico-edípica (centralizada en el objeto del sexo): actitud posesiva hacia el progenitor del sexo opuesto –tendencia a proteger, curiosidad, deseo de ser admirado, actitudes exhibicionistas y celos hacia el progenitor del mismo sexo.
  6. Latencia: hay una disminución postedípica de la urgencia de los impulsos y la transferencia de la libido desde los padres hacia los amigos, maestros, intereses de objetivo sublimado e inhibido, etc.
  7. Preludio adolescente: hay un retorno a conductas y actitudes anteriores, especialmente del objeto parcial, de satisfacción de necesidades y de tipo ambivalente.
  8. Adolescencia: se lucha por negar, contrarrestar, aflojar y cambiar los vínculos con sus objetos infantiles, defendiéndose contra los impulsos pregenitales y finalmente estableciendo la supremacía genital al transferir la libido a un objeto fuera del círculo familiar (elección de objeto).

Algunas líneas del desarrollo hacia la independencia corporal

Desde la lactancia a la alimentación racional

Básicamente, el niño debe poder separar su alimentación de sus relaciones con la persona que lo alimenta.

  1. Lactancia, según un horario fijado o de acuerdo con su exigencia. La interferencia en la satisfacción de esta necesidad determina los primeros trastornos en la relación positiva del niño con la alimentación. El placer del chupeteo aparece como predecesor, producto colateral, sustituto o interferencia con respecto a la alimentación.
  2. El destete iniciado por el niño o la madre. si se da de forma abrupta por parte de la madre, la protesta del niño por la privación oral da resultados negativos con respecto al placer normal de la comida. Pueden presentarse dificultades con introducción de sólidos. Esta introducción de nuevos alimentos refleja por primera vez las inclinaciones del niño hacia el progreso y la intrepidez (las experiencias nuevas son vistas con gusto) vs. la aferración a los placeres ya existentes (los cambios y experiencias nuevas se perciben como peligros y privaciones).
  3. Transición de que lo alimenten a comer por sí mismo. “Comida” y “madre” aún se identifican entre sí.
  4. Comer por sí solo usando cubiertos. Las comidas suelen ser un campo de batalla general en que tienen lugar dificultades madre-hijo, por asuntos como los modales del niño en la mesa.
  5. Desaparición gradual de la razón madre-comida en el periodo edípico. Las actitudes irracionales hacia la comida son determinadas ahora por las teorías sexuales infantiles: fantasías de inseminación a través de la boca (temor a ser envenenado), embarazo (temor a engordar), partos anales (temor de ingestión y evacuación) y formaciones reactivas contra el canibalismo y el sadismo (los niños dan miedo…).
  6. Gradual desaparición de la sexualización de la comida durante la latencia. Al aumentar las actitudes racionales hacia la comida, se comienzan a determinar los hábitos de alimentación adulta, los gustos, las aversiones, etc.

De la incontinencia al control de esfínteres

Esta línea del desarrollo permite observar conflictos entre el ello, yo y superyó.

  1. La duración de la primera fase, en que el niño tiene completa libertad con respecto a la evacuación, no se determina por el grado de maduración alcanzado, sino por influencias ambientales (decisión materna de interferir). Esta fase de entrenamiento en control de esfínteres suele durar hasta los dos o tres años.
  2. Esta fase sí se inicia por un avance en la maduración. El papel dominante en la actividad de los impulsos se traslada de la zona oral a la anal. Los productos de la evacuación se encuentran grandemente investidos con libido y se consideran objetos preciosos, por lo que el niño se los otorga a la madre como un regalo. Las heces también reciben una carga agresiva, así que constituyen instrumentos mediante los cuales se descargan las desilusiones, la rabia y la agresión en las relaciones con los objetos. Se observa en esta fase el placer por la suciedad y el desorden, en modelar, en juegos de retención como vaciar y llenar, acumular objetos, y por dominar, poseer y destruir. Estas son tendencias, pero los hechos variarán dependiendo de la actitud de la madre: si esta mantiene su sensibilidad para con las necesidades del niño, podrá mediar entre sus tendencias anales y las exigencias higiénicas del ambiente. De esta manera, el entrenamiento del control de esfínteres progresará con tranquilidad y sin trastornos. Sin embargo, si la madre no es capaz de empatizar con su hijo, impondrá exigencias severas y sin concesiones –provocando una batalla en la que el niño está tan determinado a evacuar cuando lo desee, como la madre en entrenarlo para que logra la limpieza (es como una guerra contra el pupú).
  3. El niño acepta e incorpora las actitudes de la madre y el ambiente con respecto al control esfinteriano (el pupú pierde) convirtiéndolas, a través de identificaciones, en exigencias de su yo y su superyó. Entonces se crean barreras internas contra los deseos uretrales y anales, y la repugnancia, el orden, el aseo etc., protegen al niño contra el retorno de lo reprimido. La puntualidad, la escrupulosidad y la fidelidad son productos laterales de la regularidad anal; y el ahorro y tendencias a coleccionar objetos son evidencias del alto valor de las materias fecales desplazado hacia otros objetos. El control anal antes del Edipo aún es vulnerable, y depende de los objetos y de la estabilidad de las relaciones positivas con estos.
  4. El control de esfínteres ya no depende de las relaciones objetales. Solo durante esta fase se asegura por completo el control esfinteriano.

De la irresponsabilidad hacia la responsabilidad en el cuidado corporal

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