La adquisición de competencias emocionales en la infancia

La Adquisición de Competencias Emocionales y el Papel del Lenguaje en la Infancia.

Según Luz María Peniche (PENICHE:2015), las emociones son respuestas de nuestro organismo que tienen origen a partir de un evento real, o imaginado, consciente o inconsciente. Por medio de ellas los seres humanos nos adaptamos al medio y preservamos la vida, mediante alguno de sus tres componentes: biológicos, psicológicos y conductuales.

Resulta esencial tener presente que para lidiar con ellas el aprendizaje es un factor muy importante, es decir, a partir de lo que observamos de las personas con quienes convivimos sumado a la experiencia de nuestro entorno, vamos desde los primeros años de vida, conformando nuestros parámetros para actuar en consecuencia al enfrentar las diferentes situaciones que nos producen miedo, enojo, tristeza, afecto o alegría.

El sentimiento se refiere a las emociones en las personas que se activan cuando sucede algo, por ejemplo, muchos niños sienten en situaciones de celos en los que los hermanos menores reciben más atención por parte de la madre.

El lenguaje desempeña un papel central en la comunicación de los sentimientos, “Los niños aprenden a expresar sus emociones de forma constructiva cuando confían en que serán escuchados” (PENICHE:45:2015). De manera que resulta una parte importante favorecer la confianza para fortalecer la comunicación cotidiana de sentimientos, estados internos, deseos, intenciones y pensamientos, mostrando una actitud de escucha constante. Por ejemplo, que difícil resultaría para un niño expresar que está celoso, si lo primero que recibe como observación de un adulto es “que mal que te enojas con tu hermanito, lo cargo porque el no puede caminar”.

Nuestro sistema de lenguaje y comunicación tiene muchos recursos. A menudo ya podemos decir por la historia y las expresiones faciales de las personas qué sentimientos experimentan actualmente. Una madre también reconoce la expresión facial en la boca fruncida y ceñuda y la postura en los brazos cruzados de su hijo que siente incluso sin una expresión verbal específica.

Además del uso (parcialmente consciente) de gestos y expresiones faciales, también usamos palabras concretas que nos ayudan a hacer que los sentimientos sean tangibles en nuestro entorno social al expresarlos lingüísticamente. Estos incluyen palabras emocionales como miedo, ira, llanto, tristeza o incluso celos, que denotan directa y explícitamente los respectivos estados emocionales.

La capacidad de utilizar estas palabras de emoción en un contexto situacional es parte de las habilidades del lenguaje que los niños necesitan adquirir. Sin embargo, los niños no solo adquieren habilidades lingüísticas que les permiten expresar emociones, sino también habilidades emocionales.

Esto significa que los niños aprenden sobre las palabras con emoción, perciben y clasifican sus propios sentimientos y los sentimientos de los demás y de ese modo llegan a conocer nuevos sentimientos que tal vez aún no se hayan experimentado.

De modo que los niños deben familiarizarse con sus propios sentimientos y aprender que otras personas también tienen sentimientos que pueden diferenciarse de sus propios sentimientos.

Las competencias emocionales y las habilidades del lenguaje en el campo de las emociones son mutuamente dependientes: la adquisición de la competencia emocional tiene un impacto en la adquisición del lenguaje por los niños, porque incluso los niños quieren comunicar verbalmente sus sentimientos. El desarrollo del vocabulario es relevante para la capacidad de expresar sentimientos aún más complejos hacia otras personas. Por otro lado, el conocimiento de los sentimientos también contribuye a aumentar el vocabulario de los niños, porque los niños tienen acceso a nuevas palabras a través de sus experiencias con sus propios sentimientos y los de los demás.

Algunos autores han identificado como es la evolución del lenguaje en relación a la expresión

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