Prevención de la violencia de género desde la educación

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Prevención de la violencia de género desde la educación

“Me di cuenta de que

cuando socialmente no

percibes la violencia es

porque la ejerces"

José Martí.

La escuela es un espacio de formación importante en la vida de nuestros niños, niñas y adolescentes, es en donde al socializar se adquieren valores que nos acompañarán toda la vida, algunos de estos valores tienen que ver con la igualdad de trato y oportunidades entre los géneros, que permitan erradicar la violencia.

observar en las instancias educativas y en la sociedad acciones violentas expresada en burla, humillación, rechazo, discriminación, menosprecio, maltrato físico o emocional hace preguntarnos ¿Qué sucede en la sociedad para mirar la violencia como una manera “natural” de estar en la vida?  ¿De qué manera influye la familia, escuela y comunidad para ejercer violencia de género?

La construcción social y cultural de la feminidad y masculinidad como proceso mediante el cual se crean los estereotipos y los roles de género comienza desde qué los padres visten de rosa a sus hijas y de azul a sus hijos, también desde qué existen trabajos exclusivos para hombres, esto resume una división de puestos opuestos que marcan una desigualdad que tienen relación con dos palabras que definiremos sexo y género:

Sexo: Variante biológica que diferencia a miembros de una misma especie en machos y hembras. En el caso de la especie humana, en varones y mujeres (IDEEI, 1998, 9).

Género: Término para hacer referencia a la fabricación cultural e histórica de lo femenino y lo masculino, la cual se define como “conjunto de prácticas, ideas y discursos relativos a la feminidad y la masculinidad, que determinan el tipo de características consideradas socialmente como masculinas (adjudicadas a los hombres) y como femeninas (adjudicadas a las mujeres), lo mismo que una serie de comportamientos asociados a tales categorías, y da cuenta de las atribuciones sociales que se hacen a uno y otro sexo, involucrando relaciones de poder y desigualdad” (Piñones, 2005, 127).

Pero ¿Por qué relacionamos la violencia con el género?

La violencia se aprende, se justifican en sociedad; tiene que ver con la forma en que van percibiendo su relación con el entorno familiar, social y cultural, por ejemplo cuando buscamos diferenciar las mujeres de los varones tendemos a reproducir estereotipos de género muy arraigados en nuestra sociedad, estereotipos de género que se pueden observar a través de la historia, pensemos en el tiempo de cuando los griegos consideraban a la mujer un ser inferior cuyas, funciones se reducían a ser madre, criar a los hijos y hacer labores domésticas. Más lamentable es encontrar que

la naturaleza teniendo en cuenta la necesidad de conservación, ha creado a unos seres para mandar y otros para obedecer… ha querido que el ser dotado de razón mande como dueño… el macho es superior a la hembra por naturaleza: por eso uno manda y la otra obedece, este principio de necesidad se extiende a todo el género humano (Aristóteles, 1991)

 y entonces al definir a la mujer como inferior se decreta que el hombre tiene el poder y a milenios de distancia seguimos viendo que suceden estas relaciones de desigualdad e injusticia.

La violencia prospera debido a la desigualdad que marca la relación entre hombres y mujeres, la falta de igualdad se traduce en creencias, y prácticas que ostentan como verdades, con las cuales se justifica la tendencia de devaluar, sin embargo el proceso educativo  abre la oportunidad de des-aprender prejuicios y conductas agresivas para valorar las diferencias mediante el diálogo y la negociación, ya que la violencia de género en las escuelas impide en millones de niños desarrollen plenamente su potencial académico pero ¿Cómo es posible transformar estos prejuicios y contribuir a que las nuevas generaciones luchen contra las desigualdades impuestas por el género?

Como hemos visto las representaciones sobre qué es ser mujer y sobre qué es ser hombre son construcciones culturales, por tanto, son dinámicas y pueden modificarse.

Ante este panorama de dinamismo y modificación es fundamental considerar a la escuela como una importante transmisora de ideas y mensajes que se pueden utilizar para prevenir la violencia, permitiendo una construcción colectiva e incorporar perspectivas de género en el ámbito educativo, a través de herramientas prácticas basadas en el diálogo, el acuerdo y la aceptación de cada participante, sin que existan actitudes arbitrarias:

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