Actitud Del Adulto Medio Hacia El Trato De Los Niños Y Niñas
demir301216 de Septiembre de 2012
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CENTRO DE INVESTIGACIONES PSIQUIÁTRICAS,
PSICOLÓGICAS Y SEXOLÓGICAS DE VENEZUELA
SEDE CENTRO OCCIDENTAL
BARQUISIMETO – EDO – LARA
MAESTRÍA EN ORIENTACIÓN DE LA CONDUCTA
ACTITUD DE LOS ADULTOS MEDIOS EN EL TRATO HACIA LOS NIÑOS Y NIÑAS
AUTOR: FRANCIS GONZALEZ
TUTOR: MSC. OLGA J. LUCENA
SEPTIEMBRE 2010
CAPÍTULO I
EL PROBLEMA
Planteamiento del Problema
Con el surgimiento de la existencia humana, aparece el trato entre las personas, con el transcurrir del tiempo, surgió la necesidad de contar con formas más efectivas para establecer una relación más estrecha los unos con los otros, de manera eficaz a través del lenguaje, mediante el uso de la palabra como un recurso fundamental para establecer el trato con el semejante.
Resulta pues que, mediante el trato con los otros, el ser humano desarrolla y materializa su pensamiento. Por ello, se puede decir que las relaciones humanas tienen su ambiente natural en el trato hacia los demás, el hombre como ser social requiere que el mismo sea agradable, ya que el individuo necesita ser sociable, requiere ser atendido y querido, así como también necesita querer a quienes le rodean.
Es por lo anterior que el trato entre las personas, según Álvarez (1992), representa una forma de interrelación humana, en él se expresa cómo los hombres interactúan y a su vez constituye una vía para este contacto. Debido a esta característica, el trato no puede desligarse de la condición ni de la actividad del hombre, por tanto, condiciona el lugar que el mismo ocupa dentro del sistema de relaciones sociales.
Por consiguiente, el abordaje que se hace históricamente del trato entre las personas, responde a la necesidad de explicar los fenómenos sociales, provocado por el desarrollo constante de la sociedad en que el ser humano se desenvuelve, en cuyo avance la educación constituye un elemento importante, ya que ésta es un proceso por el cual las generaciones adultas transmiten a las nuevas todo el bagaje cultural de una sociedad.
De allí pues que, de acuerdo a lo señalado por Alvarez (ob.cit) en el trato entre los seres humanos la educación se concibe como “un proceso de continuidad y de cohesión social o integración compartidos por todos los miembros de una sociedad” (p.16). Por consiguiente, en el trato entre las personas, la convivencia constituye una necesidad en cualquier ámbito de la vida socialmente organizada; entendiéndose de esta manera que el trato implica por tanto un contexto social general en que se ubican las personas, es decir, una experiencia de unos con respecto a los otros.
En este orden de ideas, Bardet (2002) señala que la comunidad constituye ese contexto general donde se genera el trato entre las personas, definiéndola de la siguiente manera:
Unidad social con miembros con sentido de pertinencia, en el que la pluralidad de personas interactúan más intensamente entre si (a través del trato que se dan unos con otros), que en otro contexto... constituye un círculo de gente que sirve junta, que se relaciona entre sí de modo que participa con un interés en común, suficientemente amplio y completo para incluir sus propias vidas. (p.42).
El autor añade que la comunidad empieza a existir a través de la “fusión de la conciencia y de las actividades”, de esta manera, encuentra su unidad en una especie de consenso interno como consecuencia del trato entre los habitantes que pertenecen a un conglomerado social, por lo tanto, su existencia solo se explica si se comprende las funciones esenciales a la vida comunitaria.
Visto de esta forma, por ser uno de los principales elementos de interacción del ser humano después de la familia, se requiere de un ambiente de convivencia, donde se impulse la participación y la cooperación por parte de todos sus integrantes. La convivencia entendida como vivir con otros, es la primera condición que la vida le impone al ser humano. Esta relación que se hace cotidiana, es esencial en la formación de vínculos y no solo desde el punto de vista afectivo sino también en lo que refiere a la constitución de lazos culturales.
Es así como la temática de la convivencia, según Álvarez (ob.cit), es considerada por las leyes como un contenido transversal básico en todos los niveles de enseñanza. Por lo tanto, el Estado impulsa a través de estas leyes a las personas y grupos sociales, a revisar su manera peculiar de convivir (trato entre las personas) así como la búsqueda de un orden propicio para el desarrollo armónico de la vida comunitaria.
Desde la perspectiva anterior, la comunidad debe ser un espacio para el trato cordial, es decir, para la convivencia, lo que requiere de la gestación ordenada de espacios donde ejercer la reflexión sobre sus propias conductas, de un gran deseo transformador aunado a la certera convicción de que convivir es un aprendizaje esencial para poder crecer con equilibrio para avanzar hacia una sociedad sin sometimientos ni anarquías.
Visto de esta forma, el proceso de la formación ciudadana de los niños y niñas, constituye una parte del proceso de socialización que se desarrolla en cualquier medio por los distintos agentes educativos: familia, escuela, sistema político, medios de difusión masiva así como la comunidad, con el objetivo de desarrollar el tipo de personalidad que reproduce dicho sistema social.
De esta manera, este conjunto de influencias integrados por familia, escuela - comunidad, desempeñan un papel rector e integrador en la dirección de este proceso global, de ahí la importancia de profundizar en la actitud de los adultos medios en diferentes contextos en cuanto al trato que dispensan a los niños y niñas, puesto que de éste depende que se desarrolle un sano proceso de socialización del mismo.
Al respecto, Escandón (2009) señala que los abusos a la niñez tienen su génesis tanto en actitudes como en creencias propias de cada cultura y comunidad que se convierten en amenazas para los más pequeños, aumentando su vulnerabilidad, por ejemplo, se cree que los niños son una posesión ó propiedad de los adultos y como tal se puede hacer lo que se quiera con ellos. Además, otra creencia común es que por ser niños se les debe exigir obediencia a ciegas en la crianza, acostumbrándolos a obedecer a los adultos sin ningún tipo de reflexión.
En consecuencia, en muchos escenarios sociales y educativos se observan situaciones que indican actitudes de irrespeto, agresividad así como tratos no adecuados hacia los niños y niñas a nivel mundial. Al respecto, estadísticas de instituciones dependientes del Ministerio de Justicia en Chile referidas por Melo (2005), indican que el promedio anual de atenciones por casos de abuso o delitos de maltrato contra niños, llega a casi 3 mil, lo que representa el 50 por ciento del total de peritajes que realiza la institución forense en todo el país. Por su parte, el Servicio Nacional de Menores, según la misma fuente, registra en sus centros el ingreso de unos 5 mil infantes en condición de maltrato grave.
En el Perú, según cifras del Instituto Nacional del Niño y la Familia (2005), el maltrato a los niños, niñas y adolescentes es una constante, y ocurre en las casas, en los centros educativos o en la propia calle, numerosos son los casos de maltrato físico propinado por adultos contra los niños: con la mano, con un látigo o con cualquier otro objeto. También son frecuentes los maltratos psicológicos con gritos, insultos o humillaciones.
En tal sentido, Salgado (2007), señala que los niños son muchos más victimizados que los otros grupos de edad, siendo más susceptibles de ser asesinados, maltratados, abandonados, vendidos, objeto de abuso sexual y sometidos a violencia psicológica que cualquier otro grupo social. Visto de esta forma, en líneas generales puede afirmarse que la situación de la niñez en América del Sur es muy difícil, no sólo por la insatisfacción en un porcentaje importante de las necesidades básicas, sino también por la invisibilidad de los principales problemas que enfrentan esta población.
Ahora bien, en la mayoría de los países no existen estudios nacionales de prevalencia e incidencia, que puedan mostrar el panorama exacto de cuantas niñas y niños sufren los efectos del maltrato y el abuso sexual; sólo se cuenta con estudios parciales realizados por instituciones de salud u organizaciones no gubernamentales, o registro de casos en los sistemas judiciales o forenses, los cuales sólo muestran el 10% de una realidad marcada por la violencia y la descalificación.
En Venezuela, estudios realizados por el Centro de Comunicación Popular y Asesoramiento Legal (CECODAP, 2005) en torno a la situación actual de los Derechos del Niño, revelaron que un 46% de los niños encuestados afirman que el ser bien tratados es uno de los derechos más violados en el país.
En este orden de ideas, la referida fuente informa que las cifras por trato inadecuado o carencia de amor de los progenitores se incrementa casi a un 50% a medida que es más bajo el estrato social al cual pertenecen los infantes. Asimismo, señala que los tratos inadecuados en el seno de la familia va desde ofensas, gritos
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