Algunas características de los niños con D.A. e hiperactividad
Enviado por yindira • 19 de Octubre de 2012 • Tutorial • 7.020 Palabras (29 Páginas) • 412 Visitas
nción en preescolar afecta al rendimiento académico en la adolescencia
Estudio establece una relación directa entre ambos factores, independientemente del CI de los niños
Si un niño en edad preescolar no es capaz de atender en clase o de centrarse en una sola tarea, lo más probable es que tenga un bajo rendimiento académico en el instituto. Esto es lo que ha revelado una investigación de la Universidad de California-Davis realizada con casi 700 niños durante más de 20 años, y cuyos resultados apuntan a que existe una relación directa entre el déficit de atención a edades muy tempranas y el fracaso escolar de los adolescentes. Los autores del estudio señalan la importancia, por tanto, de que padres y profesores tengan en cuenta que los problemas de atención han de tratarse desde el inicio de la edad escolar, para evitar complicaciones a largo plazo
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LOS NIÑOS CON D.A. E HIPERACTIVIDAD.
• Atención:
Lo que más caracteriza a los niños hiperactivos con D.A. es su falta de atención. No pueden completar sus tareas, pasan de una actividad a otra sin terminar ninguna. Se distraen con facilidad ante estímulos irrelevantes. Tienen dificultades para mantener la atención incluso en los juegos. A menudo extravían objetos necesarios para las tareas o actividades (ejercicios escolares, juguetes, lápices, etc.) y suelen tratarlos con descuido. No pueden organizar sus tareas o actividades.
Impulsividad:
A menudo hablan excesivamente, interrumpen al que está hablando, no pueden esperar su turno, responden antes de que se termine de formular la pregunta. Están inquietos con las manos o los pies y no pueden estar sentados por mucho tiempo. Corren o saltan en situaciones en las que debieran estar quietos. Experimentan dificultades para jugar tranquilamente
Comportamiento:
Su comportamiento es imprevisible, e inapropiado para su edad. Se pueden mostrar violentos y agresivos, física y verbalmente. Con frecuencia mienten y cometen hurtos. Les cuesta seguir las indicaciones que se les dan. Presentan cambios bruscos de humor, no aceptan perder, por lo que no sumen sus fracasos o equivocaciones.
Aprendizaje:
La mayoría de estos niños presentan dificultades en la adquisición de la lectura, la escritura y el cálculo. En lectura omiten palabras, sílabas e incluso renglones, no comprenden lo que leen. Tienen dificultad para memorizar y para generalizar la información adquirida. Su escritura es torpe, con tachones, desordenada, su ortografía con múltiples faltas y confusiones.
Los docentes debemos estar muy atentos ante estas situaciones, solicitar la ayuda de profesionales y trabajar mancomunadamente con la familia. Desde nuestro lugar podemos ayudar mucho teniendo en cuenta las siguientes recomendaciones:
Comprender el problema del niño, hablar con los padres y hacer la derivación correspondiente.
Sentarlo en el lugar adecuado, con niños tranquilos, lejos de estímulos que lo distraigan, y cerca del docente.
Darle órdenes simples y cortas. Se debe desmenuzar la conducta a modificar en pequeños pasos e ir viendo que los cumpla.
Estimularlo ante los logros más pequeños.
Alternar el trabajo en el banco con otras actividades que le permitan pararse y desplazarse.
Darle más tiempo en las actividades escritas, indicarle cuando se está equivocando.
Evitar insistir sobre lo que hace mal.
Y sobre todo, darle afecto y contención.
El autismo empieza a manifestarse en la infancia, pero no afecta sólo a la niñez, sino que es un trastorno del desarrollo que afecta a todo el desarrollo mental, y sus síntomas se manifiestan de formas muy diversas en las distintas edades.
A lo largo de la historia de la investigación del autismo, ha habido tres grandes momentos en el intento de explicación del enigma de este trastorno.
La primera de ellas empezó con la publicación de Leo Kanner de “Autistic disturbances off affective contact”, en 1943. En esta obra definía el autismo después de haber investigado a once niños que presentaban los rasgos que él determinó como autísticos.
Un año después, Mans Asperger publicó “Die autistischen Psycopathem im Kindesalter”, con otras descripciones detalladas de casos que presentaban esta alteración.
Los dos autores pioneros realizaron sus trabajos por separado, y ambos eligieron el término “autista” puesto que ya había sido introducido por un psiquiatra eminente: Eugen Bleurer, en 1911, y lo aplicó a un trastorno básico de la esquizofrenia, que consiste en la limitación de las relaciones con las personas y con el mundo externo, una limitación tan extrema que parece excluir todo lo que no sea propio del yo de la persona. Esa limitación podría describirse como una retirada del mundo social para sumergirse en sí mismo.
Tanto Kanner como Asperger vieron casos extraños de niños que tenían unas peculiaridades: parecían incapaces de mantener relaciones afectivas normales con los demás. Y, al contrario que la esquizofrenia de Bleurer, el trastorno parecía producirse desde el principio de la vida.
Pero es mucho más conocida la obra de Kanner. Éste dio una definición del autismo (o psicopatología autista, como él lo llamaba) más amplia, ya que incluía casos que mostraban serias lesiones orgánicas junto a otros que bordeaban la normalidad. Por tanto, el término “síndrome de Asperger” tiende a reservarse a los pocos autistas casi normales, que poseen buenas capacidades intelectuales y un buen desarrollo del lenguaje. Y el de Kanner suele emplearse actualmente para referirse a los niños que presentan la constelación de rasgos “nucleares” clásicos.
Las características que señala Kanner para estos niños autistas son: la “soledad autista” y el “deseo de invarianza”. El niño presenta ciertas deficiencias en las pautas de comunicación en situaciones de intercambio comunicativo ordinario; la soledad autista no tiene nada que ver con estar solo físicamente, sino con estarlo mentalmente. Y el deseo de invariancia es un concepto que sugiere varios factores al mismo tiempo: pautas repetitivas, rígidas, limitadas en sus propósitos, pedantes; una incapacidad para juzgar la significación de diferencias sutiles.
Después de la definición de Kanner y durante dos décadas predominaron las pautas especulativas de explicación, que no se basaban n el intento de dar cuenta de observaciones anecdóticas de origen clínico. Atribuyen causas psicogénicas al autismo, responsabilizando a las familias, y daban una interpretación del trastorno como enfermedad de la emoción y el afecto. También
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