Ansiedad: conocimiento, rol e intervención del(a) enfermero(a)
Enviado por DaliaM • 29 de Septiembre de 2015 • Ensayo • 1.801 Palabras (8 Páginas) • 60 Visitas
Ansiedad: conocimiento, rol e intervención del(a) enfermero(a)
La ansiedad y los trastornos de ansiedad generalizada se han convertido en una de las condiciones de mayor prevalencia en nuestra sociedad de hoy en día. Aunque las causas para el diagnóstico de estas condiciones reúnen una variedad de múltiples factores, en el campo de la medicina y en especial en la profesión de enfermería, todavía nos encontramos con profesionales que ignoran, pasan por alto o no le dan la importancia que amerita un paciente con esta enfermedad. Es meritorio que el(la) enfermero(a) esté preparado para atender el creciente número de pacientes con esta condición que se presentan anualmente en las salas de emergencias hospitalarias y/o en oficinas médicas; además de identificar y establecer acciones de cuidados necesarias para una solución satisfactoria que incluya y mantenga una integración holística de la persona.
La ansiedad es uno de los síntomas más frecuentes que aparece en la práctica clínica y por lo tanto observada por el médico y el profesional de enfermería. Es considerada como una sensación subjetiva de inquietud o temor de algo malo y puede ser la consecuencia de otra enfermedad orgánica o indicar una condición psiquiátrica. La ansiedad puede provocar la aparición de múltiples síntomas orgánicos, ocasionando que el sistema pueda estar alterado, apareciendo en situaciones en las que no se debería estar en guardia o preocupado, por lo que pasa a considerarse entonces como una enfermedad. Los síntomas que presenta el paciente son: miedo, inseguridad, preocupación excesiva, evitación, hiperactividad, palpitaciones e hiperventilación, arritmias cardiacas, hipertiroidismo, efecto secundario de medicación, cardiopatía isquémica, insuficiencias respiratorias, etc.
En la mayoría de los casos la ansiedad va acompañada por la depresión, condición que a nivel mundial se estima la sufre alrededor de 121 millones de personas (según la Organización Mundial de la Salud). En Puerto Rico, según un estudio epidemiológico sobre la prevalencia de desórdenes siquiátricos, realizado por el Recinto de Ciencias Médicas, se ha observado que los puertorriqueños reportan más síntomas siquiátricos que los norteamericanos. El Instituto de Salud Mental ha establecido que los trastornos de ansiedad afectan aproximadamente 40 millones de adultos estadounidenses mayores de 18 años. Si observamos estas cifras podemos deducir que las mismas van de la mano de los cambios acaecidos en nuestra sociedad, tales como: problemas económicos; falta de destrezas adecuadas para afrontar y resolver problemas; falta de destrezas de comunicación; impaciencia; adelantos en la tecnología; cambios de valores y de la estructura familiar; alta tasa de violencia y criminalidad, entre muchos otros.
Por su frecuencia y complejidad es necesario que los profesionales de enfermería sepan identificar estas condiciones con sus síntomas y actuar ante ellos de una forma adecuada para conseguir una prestación asistencial eficiente y con los adecuados parámetros de calidad y seguridad que la ciudadanía demanda. Por lo tanto, entiendo que es con carácter de urgencia la preparación de más enfermeros(as) especializados en el área de la salud mental, ya que la demanda así lo amerita.
Teniendo todos estos factores en mente, por lo tanto los objetivos que se persiguen en este escrito son los siguientes:
- Identificar la ansiedad, el trastorno de ansiedad generalizada y los síntomas que la acompañan.
- Identificar el rol del(la) enfermero(a) en el proceso de intervención con una paciente con esta condición.
- Conocer el proceso de intervención que amerita el paciente con estas condiciones.
En relación a identificar la condición de la ansiedad y sus síntomas, ya fueron definidas anteriormente; por lo que también presentaremos qué es el trastorno de ansiedad generalizada y los ataques de pánico. El trastorno de ansiedad generalizada se define como un estado de ansiedad y preocupación constante y persistente, con inquietud, tensión muscular, cansancio, irritabilidad, problemas para concentrarse y problemas de sueño. Cuando estos síntomas ocurren durante al menos seis meses e impiden que la persona funcione de modo normal en su vida diaria (en el trabajo, en sus relaciones, etc.), existe la posibilidad de que se trate de un trastorno de ansiedad generalizada.
El síntoma principal es la incapacidad para relajarse. La persona se siente tensa, asustada, se sobresalta por cualquier cosa, se siente inestable y débil. Puede sentir síntomas físicos de ansiedad, como manos sudorosas, palpitaciones, sensación de falta de aire, deseo urgente de orinar, náuseas, diarrea, o sensación de mareo o de estar a punto de desmayarse. A nivel cognitivo, el síntoma más común consiste en los problemas de concentración que experimentan, así como la incapacidad para controlar su pensamiento, la confusión o la incapacidad para recordar cosas importantes. También es común que se den diversos miedos, como miedo a perder el control, miedo a ser rechazados, miedo a ser atacado o miedo a morir. Además, se producen también dificultades para comunicarse, de manera que pueden hablar con frases desconectadas o interrumpidas, o bien bloquearse al hablar.
Los ataques de pánico o el trastorno de pánico, es un trastorno psiquiátrico con manifestaciones físicas y psíquicas que consiste en la aparición, aparentemente sin causa, de dos o más crisis de pánico. Luego de sufrir las crisis, la persona teme en forma persistente que las mismas se repitan o que le provoquen consecuencias catastróficas, como volverse loco, perder el control o sufrir un infarto. Las personas con trastorno de pánico tienen sentimientos de terror repentinos que se repiten en forma impredecible. Es la aparición repentina de miedo o malestar intenso, que se acompaña de por lo menos cuatro de los siguientes síntomas: palpitaciones o taquicardia; sudoración; temblores o sacudidas; sensación de ahogo; sensación de atragantarse; opresión o malestar en el pecho; náuseas o molestias abdominales; inestabilidad, mareo o sensación de desmayo; sensación de irrealidad o de estar separado del propio cuerpo; miedo a perder el control o volverse loco; miedo a morir; hormigueos; escalofríos o sofocaciones. La máxima intensidad generalmente se manifiesta dentro de los primeros diez minutos, si bien el malestar puede continuar, en algunos casos, por horas. Frecuentemente luego de tener crisis de pánico el paciente comienza a desarrollar agorafobia (miedo a no poder escaparse o salir de un lugar o situación si ocurriera una crisis de pánico).
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