CONCEPCIÓN TOMISTA DEL HOMBRE
davidzahe13 de Noviembre de 2012
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2. CONCEPCIÓN TOMISTA DEL HOMBRE
2.1 OBJETIVOS, COMPETENCIAS, LOGROS E INDICADORES DE LOGRO
2.1.1 Objetivo general
Conocer la manera particular como Tomás de Aquino entiende al ser humano y por qué lo identifica como persona.
2.1.2 Objetivos específicos:
- Identificar los elementos estructurales del conocimiento en la concepción tomista y cómo se adquiere la ciencia sobre el mundo material cambiante.
- Comprender la relación entre el entendimiento y el apetito inteligible que conforma la voluntad.
- Examinar la alternativa conceptual de la libertad que propone Aquino y cómo en ella se ve la libertad absoluta como una utopía.
- Identificar la postura tomista de felicidad en relación con la vida espiritual del hombre y continuidad con la vida en comunidad social.
2.1.3 Competencias
Las competencias a desarrollar durante el taller sobre la concepción antropológica tomista son las siguientes:
COMPRENDER: Analizar, interpretar, sintetizar, argumentar y comparar la concepción tomista del hombre con otras posturas que se reclaman humanistas.
COMUNICAR: Escuchar, emplear expresión verbal clara, expresión escrita, capacidad para expresar las inquietudes propias, dominio de lenguajes específicos de la asignatura, capacidad para presentar proyectos, uso de los lenguajes multimedia, manejo de recursos simbólicos y capacidad para el trabajo en equipo.
OBRAR: Respeto, solidaridad, sentido crítico-propositivo y resignificación de aprendizajes desarrollados a partir de la interacción, apertura y reconocimiento del otro como interlocutor valido y formación y desarrollo de la sensibilidad y la responsabilidad, poniendo en práctica los postulados tomistas de la persona humana.
HACER: Desarrollo de habilidades y destrezas propias de la cátedra, manejo de tecnologías e instrumentos para el desarrollo de la asignatura, habilidades para formular y evaluar proyectos.
2.1.4 Indicadores de logros
La vida consciente
- El estudiante identifica los aspectos primordiales que distinguen al hombre del resto de los animales.
- El estudiante comprende cómo se puede producir ciencia y conocimiento de universales a partir del conocimiento de objetos particulares.
El apetito y la voluntad
- El estudiante reconoce el papel de la voluntad con respecto al anhelo de tipo intelectual.
- El estudiante diferencia y explica el carácter particular de las pasiones como el amor, el odio, la esperanza, etc.
La libertad
- El estudiante conoce los planteamientos del debate entre libertad y necesidad.
- El estudiante comprende por qué el hombre no puede vivir aislado y necesita de la vida en comunidad.
La felicidad
- El estudiante consigue diferenciar entre felicidad y placeres corporales.
- El estudiante reconoce el carácter espiritual de la persona humana a diferencia de la vida puramente animal.
2.2 EJE TEMÁTICO
2.2.1 La vida consciente
Las manifestaciones básicas de la vida consciente en el ser humano son el conocimiento y el apetito. Ellas representan dos maneras de ponerse en contacto con la realidad por parte del hombre. En cuanto al conocimiento, Aquino presenta la distinción entre conocimiento sensible externo y conocimiento intelectual. Y con respecto al apetito, el aquinate ordena su reflexión con el concurso de dos preguntas: por una parte, indagando si el apetito reside en una potencia especial del alma, y por otra, preguntándose si el apetito intelectual y el apetito sensitivo son lo mismo (AQUINO 1988, q.80, a1).
En la concepción de Aquino el alma se asimila o se equipara a los objetos conocidos. Es más, el alma es “potencialmente todas las cosas”, está en capacidad de conocer las cosas, es decir, está en posibilidad de equipararse al objeto u objetos. El alma se equipara al objeto cuando la forma del objeto conocido se hace “presente” al alma del sujeto cognoscente, a la conciencia en términos contemporáneos. Y para que el alma pueda asimilarse al objeto debe tener cierto tipo de capacidades o potencias. Aquí hay que hacer una pequeña prevención ya que el alma del ser humano puede tener como objeto de conocimiento no sólo las cosas del mundo externo pues también puede conocerse a sí misma. En ese sentido se afirma que ella es autorreflexiva. Ahora bien, la primera distinción que hay que hacer al acometer el fenómeno del conocimiento general desde la óptica tomista, es la de conocimiento sensible y conocimiento intelectual. En efecto, como afirma Roger Verneaux, la experiencia nos deja ver dos conocimientos: el sensible y el intelectual (1997, p.43). Pero mientras que los sentidos son poseídos por todos los animales, la inteligencia es poseída únicamente por el ser humano. Eso hace que el comportamiento animal tienda siempre a unos modos deterministas y uniformes, pero el hombre varíe en su manera de obrar (AQUINO 1991, II, 66).
Por su carácter animal, los seres humanos poseen la capacidad de conocimiento sensible y en ese dominio del conocimiento lo primero con lo que nos comunicamos o nos ponemos en relación es con el medio físico que nos circunda. Así, los sentidos serán quienes cumplan la función de ponernos en contacto con ese mundo material. Puede anticiparse ya una gran pregunta que el mismo Tomás se hacía: si el mundo circundante es material y cambiante, como puede haber conocimiento inmaterial y estable de él (KENNY 2000, p.97). En términos contemporáneos: ¿cómo es posible hacer teoría y ciencia de ese mundo? Lo cierto es que el conocimiento sensible permite el acceso a los entes particulares materiales con su realidad cambiante. Pero gracias al entendimiento como una de las potencias intelectivas de las que habla Aquino el ser humano va a conocer universales, y va a llegar a hacer y tener la ciencia misma por decirlo así. Con el entendimiento se efectúa el proceso de abstracción mediante el cual se modifican las formas presentes en los objetos y se hacen especies inteligibles. Esas especies inteligibles cobran vida en el alma del sujeto cognoscente y en ese sentido es que el alma se equipara al objeto conocido. Cómo se efectúa el tránsito del conocimiento sensible que es particular al conocimiento intelectual se pregunta Copleston. Aunque en el conocimiento sensible confluyen el alma y el cuerpo, el alma puramente racional no estaría en capacidad de ser afectada por la acción directa de un objeto material (COPLESTON 1994, p.378). Se necesita una cierta espontaneidad o disposición activa que es la que posee el llamado entendimiento activo. Él es el encargado de abstraer el universal o especie inteligible. Esta es, a grandes rasgos, la manera como puede hacerse ciencia del mundo material y cambiante. Los sentidos permiten conocer lo más particular mientras que el intelecto mismo conoce lo universal (RASSAM 1980, p.224), de tal forma que en el alma el conocimiento de lo singular antecede al conocimiento de lo universal. Habrá de advertirse que además del conocimiento que podría denominarse directo, hay también la posibilidad de lograr conocer objetos nuevos mediante razonamiento discursivo partiendo de cosas ya conocidas. En términos de la ciencia de la Lógica se diría que con el raciocinio, una de sus potencias intelectivas, el alma permite deducir unas proposiciones a partir de otras anteriores. Raciocinar, dice Tomás, “es pasar de un concepto a otro para conocer la verdad inteligible” (1988, q.79, a8).
2.2.2 El apetito y la voluntad
En un plano general puede afirmarse que el apetito es la propensión hacia un bien; en términos prosaicos es el gusto por algo. Implica una inclinación hacia algo mientras que de manera inversa generalmente se elude o rechaza el mal, o lo que se considera el mal. En palabras de Verneaux (1997, p.78), los movimientos contrarios de búsqueda y fuga pertenecen al mismo apetito que Tomás de Aquino denomina concupiscible. Una de las potencias apetitivas del alma, dependiente de los sentidos, es la llamada concupiscible, mediante la cual el alma se inclina hacia lo provechoso desde el punto de vista de los sentidos, y por otra parte rechaza lo nocivo.
El apetito intelectivo, por su parte, está materializado en la voluntad y para expresarlo comparativamente, puede decirse que mientras el entendimiento es la potencia para conocer, la voluntad es la potencia para querer algo. Kenny dice que “la voluntad es la potencia para tener deseos que sólo puede formular el intelecto” (2000, p.67). Hay un orden lógico que resalta Tomás de Aquino en la Cuestión 16 de la Suma: lo que primero capta el entendimiento es el ser, luego se da cuenta que conoce el ser y en tercera instancia capta que apetece el ser. También se dijo ya que el entendimiento está en capacidad de producir las especies inteligibles mediante el proceso de la abstracción y gracias a ella el entendimiento conoce universales y la voluntad es justamente una potencia para querer bienes de carácter abstracto, es decir universales. Ahora bien, ¿cómo se explica entonces que la voluntad se incline hacia cosas particulares como la familia, o los padres, o la salud? El hecho aquí es que la voluntad se orienta a cosas individuales y aun materiales, pero ello lo hace en disposición a una “descripción universal de las mismas” (KENNY 2000, p.70).
Según la Cuestión 16 el entendimiento aprehende que conoce
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