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Enviado por   •  25 de Enero de 2014  •  36.677 Palabras (147 Páginas)  •  288 Visitas

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ANEXOS

UNIDAD DIDÁCTICA I

Actividad inicial

Primera sugerencia

LOUISE BROWN, LA PRIMERA “BEBÉ DE PROBETA”

Louise Brown, la primera “bebé de probeta”, nació el 25 de julio de 1978, en el viejo pueblo textil de Oldham, al noroeste de Inglaterra. No fue concebida en un tubo de ensaye, sino al colocar un óvulo maduro de su madre de 30 años de edad, Lesley Brown, en un plato con fluido que contenía esperma de su padre de 38 años de edad, John Brown. Dos días después, tiempo en el que el organismo unicelular resultante se multiplicó en 8 células, el embrión se implantó en el útero de Lesley.

Hasta este suceso sin precedente, Lesley y su esposo, un chofer de camión que trabajaba para la British Railway Network, eran – según su propia descripción- una pareja común que vivía en una casa barata en Bristol. Después de siete años de no lograr concebir, decidieron probar el método, entonces experimental, in vitro. La realización del deseo de los Brown fue la culminación de más de una década de investigación meticulosa por parte de Patrck Steptoe, un ginecólogo, y de Robert Edwards, un fisiólogo de la Cambridge University. El resultado fue, más que un bebé; que el trabajo de Steptoe y Edwards hizo surgir una nueva rama de la medicina: la tecnología de la reproducción asistida.

Las preguntas flotaban en el aire mientras Lesley y John Brown esperaban el nacimiento de lo que se denominaría, en los encabezados, el “bebé milagroso” y el “bebé del siglo”. La historia desató un debate acerca de las implicaciones morales de modificar la naturaleza. Lesley fue revisada y monitoreada su atención más frecuentemente que la mayoría de las madres embarazadas y, como medida de prevención, pasó los últimos tres meses de su embarazo en el hospital. El nacimiento tuvo lugar aproximadamente dos semanas antes de la fecha esperada, por medio de una cesárea, ya que Lesley desarrolló toxemia (envenenamiento de la sangre) y parecía que el feto ya no ganaba peso. El nacimiento transcurrió sin complicaciones. La bebé rubia, de ojos azules y con 5 libras y 12 onzas de peso era, definitivamente, una hermosa niña normal que surgió llorando con firmeza, “No existe ninguna diferencia entre ella y cualquier otra niña pequeña”, afirmó su padre, “solamente le ayudamos un poco a la naturaleza”.

En la época en que Louise celebró su cuarto cumpleaños, tuvo una hermana “de probeta”, Natalie, nacida el 14 de junio de 1982. Louise nació con la constitución fuerte, la frente amplia y las mejillas rollizas de su padre y la nariz aguileña y la boca curva de su madre – y también su temperamento arrebatado-. Cuando acudía al jardín de niños, era una niña mentalmente precoz, traviesa y (según admiten sus padres) “malcriada”. En su adolescencia, al igual que muchos de sus compañeros de clases, le gustaba nadar y montar a caballo, usaba dos aretes de oro en cada oreja. Veía MTV y estaba enamorada del actor Tom Cruise. En el último reporte, en su vigésimo cumpleaños, Louise Brown trabajaba en una estancia infantil en Bristol, Inglaterra, y dijo que le agradaba mucho cuidar niños. También le gusta nadar, acudir a bares y jugar dardos, dijo que no es distinta de otros muchachos de su edad.

ABEL DORRIS Y EL SINDROME DE ALCOHOLISMO FETAL.

El síndrome de alcoholismo fetal (SAF), un conjunto de anormalidades que presentan los hijos de madres que beben durante el embarazo, es una de las causas del retraso mental. Pero en 1971, cuando el escritor Michael Dorris adoptó a un niño sioux de tres años de edad, cuya madre era una empecinada consumidora de alcohol, los hechos sobre el SAF no tenían una amplia divulgación ni se habían investigado mucho científicamente, aun cuando el síndrome se había observado durante siglos. No fue sino hasta 11 años después, como lo relata Dorris en The Broken Cord, que descubrió el origen del problema de desarrollo de su hijo adoptivo.

El niño, llamado Abel, nació casi siete semanas antes de tiempo, con bajo peso, y había sufrido de abuso y desnutrición antes de ser llevado a un hogar sustituto. Su madre había muerto de envenenamiento alcohólico a los 35 años de edad. A su padre lo golpearon hasta matarlo en un callejón, después de un gran número de arrestos. El niño era bajo de estatura para su edad, no tenía control de los esfínteres y sólo podía decir como 20 palabras. A pesar de que le habían diagnosticado un retraso mental leve, Dorris tenía la seguridad de que en un ambiente positivo el niño podría mejorar y llegar a un nivel normal.

Abel no mejoró. Cuando cumplió 4 años todavía usaba pañales y pesaba tan sólo 12 kilos con 150 gramos. Tenía problemas para recordar nombres y compañeros de juego. Su nivel de actividad era demasiado elevado., la circunferencia de su cráneo era demasiado pequeña y padecía ataques convulsivos graves e inexplicables.

Conforme pasaron los meses Abel tuvo problemas para aprender a contar, a identificar los colores primarios y para atarse las agujetas. Antes de entrar a la escuela fue etiquetado con “problemas de aprendizaje”. Su CI era, y así permaneció, de 65. Gracias a los esfuerzos de una dedicada maestra de primer grado, Abel aprendió a leer y a escribir, pero su nivel de comprensión era bajo. Cuando terminó la escuela primaria en 1983, “aún no era capaz de sumar, restar, contar, dinero o identificar de forma consistente la ciudad, el estado, el país o el planeta en que vivía”.

A los 20 años de edad, Abel Dorris había entrado a un programa de entrenamiento vocacional y se había mudado a un hogar supervisado, a donde se había llevado su colección de animales de peluche, muñecos de papel, historietas de periódico, fotografías familiares y sus viejas tarjetas de cumpleaños. A los 23 años, cinco años antes de la muerte de su padre, fue atropellado y muerto por un automóvil.

HELEN KELLER Y EL MUNDO DE LOS SENTIDOS

“Nunca podemos perder lo que hemos disfrutado una vez”, escribió la autora Helen Keller (1880-1968). Helen nunca vio una puesta de sol, una montaña, la luz de la luna, un océano ni cualquier otra cosa después de los 19 meses de edad. Fue entonces cuando contrajo una fiebre misteriosa que la deja sorda y con una inexorable disminución de la vista.

Antes de su enfermedad, Helen había sido un bebé normal y saludable –vivaz, amistosa y afectuosa- . Después se volvió inexpresiva y no respondía. Al año de edad había empezado a caminar, después, se colgaba de la falda de su madre o se sentaba en su regazo. También había empezado a hablar, una de sus primeras palabras fue agua. Después de su enfermedad, continuó diciendo “wa-wa”, pero no mucho

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