Duelo Y Melancolia
Enviado por • 21 de Abril de 2013 • 1.286 Palabras (6 Páginas) • 329 Visitas
Freud Sigmund. Duelo y Melancolía. 1915 [1917]
En el duelo nos explicamos la inhibición y la falta de interés por la labor de duelo, que absorbe el yo.
La pérdida desconocida, causa de la melancolía, tendría también como consecuencia una labor interna análoga, a la cual habríamos de atribuir la inhibición que tiene efecto en este estado. Pero la inhibición melancólica nos produce una impresión enigmática, pues no podemos averiguar qué es lo que absorbe tan por completo al enfermo.
El melancólico muestra, además, otro carácter que no hallamos en el duelo: una extraordinaria disminución de su amor propio, o sea un considerable empobrecimiento de su yo.
En el duelo el mundo aparece desierto y empobrecido ante los ojos del sujeto.
En la melancolía es el yo lo que ofrece estos rasgos a la consideración del paciente.
Este nos describe su yo como indigno de toda estimación, incapaz de rendimiento valioso alguno y moralmente condenable. Se dirige amargos reproches, se insulta y espera la repulsa y el castigo.
Se humilla ante todos los demás y compadece a los suyos por hallarse ligados a una persona tan despreciable.
No abriga idea ninguna de que haya tenido efecto en él una modificación, sino que extiende su critica al pasado y afirma no haber sido nunca mejor.
El cuadro de este delirio de empequeñecimiento (principalmente moral) se completa con insomnios, rechazo a alimentarse y un sojuzgamiento, muy singular desde el punto de vista psicológico, del instinto (pulsión), que fuerza a todo lo animado a mantenerse en vida.
Tanto científica como terapéuticamente sería infructuoso contradecir al enfermo cuando expresa tales acusaciones contra su yo.
Debe de tener cierta razón y describirnos algo que es en realidad como a él le parece.
Así, muchos de sus datos tenemos que confirmarlos inmediatamente sin restricción alguna.
Es realmente tan incapaz de amor, de interés y de rendimiento como dice; pero todo esto es secundario y constituye, según sabemos, un resultado de la ignorada labor (trabajo) que devora a su yo, y que podemos comparar a la labor del duelo.
En otras de sus acusaciones nos parece también tener razón, comprobando tan sólo que percibe la verdad más claramente que otros sujetos no melancólicos.
Cuando en su autocrítica se describe como un hombre pequeño, egoísta, deshonesto y carente de ideas propias, preocupado siempre en ocultar sus debilidades, puede en realidad aproximarse considerablemente al conocimiento de sí mismo, y en este caso nos preguntamos por qué ha tenido que enfermar para descubrir tales verdades, pues es indudable que quien llega a tal valoración de si propio -análoga a la que el príncipe Hamlet se aplicaba y aplicaba a todos los demás-; es indudable, repetimos, que quien llega a tal valoración de sí propio y la manifiesta públicamente está enfermo, ya diga la verdad, ya se calumnie más o menos.
No es tampoco difícil observar que entre la intensidad de la autocrítica del sujeto y su justificación real, según nuestra estimación del mismo, no existe correlación alguna.
Una mujer que antes de enfermar de melancolía ha sido siempre honrada, hacendosa y fiel, no hablará luego mejor de sí misma que otra paciente a la que nunca pudimos atribuir tales cualidades; e incluso la primera tiene más probabilidades de enfermar de melancolía, que la última, de la cual tampoco nosotros tendríamos nada bueno que decir.
Por último, comprobamos el hecho singular de que el enfermo melancólico no se conduce tampoco como un individuo normal, agobiado por los remordimientos. Carece, en efecto, de todo pudor frente a los demás, sentimiento que caracteriza el remordimiento normal.
En el melancólico observamos el carácter contrario, o sea el deseo de comunicar a todo el mundo sus propios defectos, como si en este rebajamiento hallara una satisfacción.
Así, pues, carece de importancia que el paciente tenga o no razón en su autocrítica, y que ésta coincida más o menos con nuestra propia opinión de su personalidad. Lo esencial es que describe exactamente su situación psicológica. Ha perdido
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