ENSAYO - EDUCACIÓN EMOCIONAL PARA LA INCLUSIÓN SOCIAL.

EDUCACIÓN EMOCIONAL PARA LA INCLUSIÓN SOCIAL

Por: Vanessa J. Quesada A.

Licenciada en Psicología

Por mucho tiempo se ha pensado que las emociones y los sentimientos no tienen relación con la inteligencia. El siglo XXI ha transformado la visión que se tiene sobre la realidad de una manera más diversa en cuanto al funcionamiento del ser humano y se ha logrado crear conciencia acerca de la necesidad de que la educación de las emociones ha de ser atendida por la familia, pero también de forma explícita por las escuelas y sociedad. [pic 1]

Gracias al psicólogo Daniel Goleman, hoy en día entendemos que la inteligencia no solo se trata de lo académico o del cociente intelectual. Existe la inteligencia emocional, que es necesaria para poder formar relaciones significativas y positivas con las demás personas. La inteligencia emocional hace referencia a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y las de los demás, como también la habilidad para manejarlos. Comprende de cinco capacidades que son conocer las propias emociones y sentimientos así como su efecto en los demás, controlar las emociones (autorregulación), automotivación, empatía y controlar las relaciones.  

Resulta fundamental promover y trabajar el desarrollo de la inteligencia emocional en la formación integral de todos los individuos, en especial  de aquellos alumnos que tienen alguna discapacidad o diversidad funcional para lograr su integración a la sociedad.

La capacidad de reconocer las emociones es de suma importancia para el desarrollo integral de las personas con diversidad funcional. Con esta capacidad, las personas pueden generar patrones de conducta y modelos de respuestas que les permitan relacionarse con los demás.

La manera y el tiempo que se implementará para el desarrollo de la educación emocional, dependerá según el tipo de discapacidad y del grado de expresión en cada persona.

Por ejemplo, las personas con Síndrome de Down tienen mayor predisposición a la sociabilidad, por lo que los métodos que se utilizarán para desarrollar la  inteligencia emocional suelen adoptarse con mayor facilidad que en aquellas personas diagnosticadas con Autismo, entre otros.

La sociedad ha valorado durante los últimos siglos un ideal muy delimitado de la persona inteligente. En los inicios se consideraba que un niño es inteligente cuando domina las lenguas clásicas, el latín, las matemáticas y geometría. Luego, se valoraba al niño como inteligente por su cociente intelectual, es decir, cuando obtenía una alta calificación en los test de inteligencia.  

En la actualidad, esta visión ha entrado en debate ya que diferentes investigaciones y estudios han demostrado que la inteligencia académica no es suficiente para alcanzar el éxito profesional y no garantiza el éxito en nuestra vida cotidiana. [pic 2]

 Las emociones desempeñan un papel fundamental en el aprendizaje. Continuamente todas las personas reciben estímulos que producen tensión emocional. Esos estímulos pueden ser estresores del colegio, conflictos familiares, noticias, enfermedades, pérdidas, entre otros. Esta tensión emocional puede tornarse en irritabilidad, ansiedad, estrés y depresión.

La luz, el sonido, la temperatura, la manera de sentarse, y la postura del cuerpo, son elementos importantes que influyen en las emociones y en el aprendizaje. En muchas ocasiones, las emociones superan al raciocinio, por lo que resulta fundamental aprender cómo manejarlas.         

En la actualidad se ha dejado al azar la educación emocional de los niños. Generalmente, el manejo de las emociones, saber identificarlas y controlarlas, son habilidades que se enseñen en casa, es decir, por los padres.

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