ENSAYO SOBRE DISCAPACIDAD

UNA MIRADA DIFERENTE A LA DISCAPACIDAD

Cuando tenemos en el aula regular a un alumno con discapacidad o una necesidad educativa especial, surgen interrogantes como: ¿Qué voy a hacer con este alumno? ¿Debería estar en una escuela especial? o comentarios tales como: dentro del salón de clases altera a los demás, si lo atiendo a él, no puedo atender a los demás.

Pareciera ser que estas interrogantes no tienen respuesta y no intentamos ni pensamos en buscar una.

Todos conocemos o escuchamos que la educación es un derecho de los ciudadanos, de ser aceptados en cualquier escuela, de ser aceptados en ella y recibir un trato digno. Sin embargo cuando se trata de un alumno con discapacidad o Necesidades Educativas Especiales, quizá, en la mayoría de las escuelas son “aceptados”, por solo cumplir con los lineamientos, pero: ¿Qué sucede en realidad cuando el alumno esta “integrado” en el salón de clases? ¿Será que el niño se siente contento al estar allí? ¿Qué pensará la maestra de grupo y sus compañeros? ¿La familia estará a gusto con el trato que le dan?

¿En nuestra realidad la integración educativa depende del mismo alumno, de la maestra, de los alumnos o de la sociedad? El desconocimiento de algo nuevo o diferente, siempre trae temor, angustia…

Les comentaremos dos casos, uno al que llamaremos Jorge, quien es un niño que presenta Retraso Psicomotor, era estudiante de 3er grado de preescolar, grupo integrado por 27 alumnos. La preocupación o angustia de la educadora era, lograr qué el niño participara en las actividades, era una alerta constante de no saber que hacer con él, aunado a que el niño presentaba conductas inadecuadas, tales como salirse del salón, cambiar los objetos de su lugar, interactuar y comunicarse a través de mordidas, empujones, o tomando las cosas de sus compañeros; estas conductas angustiaban a la educadora, porque en realidad no sabía qué pasaba con el niño o por qué reaccionaba así, y en consecuencia no sabía cómo responder ante tales situaciones. Cuando se le platica y se le da orientación acerca de las conductas y reacciones que el niño pudiera presentar a raíz de su diagnostico, entonces la maestra acepta con mayor facilidad al niño, a demás a los niños también se les muestra qué pasa con Jorge, le explicamos que el niño reacciona de esa manera una estrategia para crear solidaridad, con lo que propiciamos entre ellos mismos la integración del niño hacia las actividades. Con ello se logró favorecer que los niños estuvieran pendientes de que cuando Jorge realizara una conducta no adecuada, entre ellos mismos corrigieran y le apoyaran en la forma correcta de comportarse.

Otro claro ejemplo de la integración y su valor es una pequeñita de 7 años de edad con un diagnostico de Síndrome de Down que cursaba el primer grado de primaria, a quien llamaremos Brenda, quien fue catalogada por mucho tiempo como: “Brenda

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