El Valor De La Depresión
Sandraina25 de Junio de 2014
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El valor de la depresión
(Trabajo presentado en la Asamblea General de la Asociación de Trabajadores Sociales Psiquiátricos, septiembre de 1963)
El término "depresión" tiene un significado popular y otro psiquiátrico; curiosamente, ambos son muy semejantes. Tal vez, si esto es así, haya una razón que pueda enunciarse. El estado o trastorno afectivo que llamamos depresión se acompaña de hipocondría e introspección; por lo tanto, la persona deprimida es consciente de que se siente mal y también está demasiado pendiente de su corazón, sus pulmones y su hígado, así como de sus dolores reumáticos. En cambio, el término psiquiátrico, "hipomanía", que quizás equivalga a lo que los psicoanalistas llaman "defensa maníaca", implica que el humor depresivo está siendo negado, y al parecer no tiene equivalente alguno en el lenguaje popular. (El término griego hubris podría servir, pero parece referirse más a la elación que a la hipomanía.)
La opinión que aquí sostengo es que la depresión tiene valor; sin embargo, también es evidente que quienes están deprimidos sufren, pueden dañarse a sí mismos o poner fin a su vida, y algunos de ellos son enfermos psiquiátricos. Hay en todo esto una paradoja que me propongo examinar. Los psicoanalistas y los trabajadores sociales psiquiátricos se ven llevados a hacerse cargo de casos graves y a administrar psicoterapia pese a que ellos mismos no están a salvo de la depresión. Y puesto que el trabajo constructivo es uno de los mejores medios para librarse de ese estado, a menudo ocurre que utilizamos nuestro trabajo con las personas deprimidas (y con otros pacientes) para hacer frente a nuestra propia depresión.
Cuando estudiaba medicina me enseñaron que la depresión encierra en sí el germen de la recuperación. Este es el punto luminoso en psicopatología, y vincula la depresión con el sentimiento de culpa (la capacidad de sentir culpa es señal de un desarrollo saludable) y con el proceso de duelo. También el duelo tiende a la larga a completar su cometido. La tendencia innata a la recuperación enlaza asimismo la depresión con el proceso madurativo que se cumple durante la primera infancia y la niñez del individuo, proceso que (en un ambiente facilitador) lleva a la madurez personal, que equivale a la salud.
Desarrollo emocional del individuo
En un comienzo el bebé es el ambiente y el ambiente es el bebé. Mediante un proceso complejo (que comprendemos sólo en parte y sobre el que tanto yo como otros autores hemos escrito extensamente) (1), el bebé excluye algunos objetos, y luego el ambiente en su totalidad, de su self. Hay un estado intermedio en el que los objetos con que se relaciona son objetos subjetivos.
Entonces el bebé se convierte en una unidad, al principio por momentos y más tarde casi todo el tiempo. Una de las múltiples consecuencias de este nuevo desarrollo es que el bebé llega a tener un interior. Entre lo que está adentro y lo que está afuera comienza entonces un complejo intercambio que ha de proseguir durante toda la vida y que constituye la principal relación del individuo con el mundo. Esta relación es más importante incluso que la relación con objetos y la gratificación de los instintos. El intercambio en ambas direcciones incluye los mecanismos mentales llamados "proyección" e "introyección". Posteriormente ocurren muchas cosas, muchísimas en realidad, pero sería inadecuado tratarlas con mayor detalle en este contexto.
La fuente de estos desarrollos es el proceso madurativo innato del individuo, facilitado por el ambiente. El ambiente facilitador es necesario, y si no es suficientemente bueno, el proceso madurativo se debilita o decae. (Me he referido a menudo a estas cuestiones complejas.) (2)
De este modo surgen la estructura y la fortaleza yoicas, y progresivamente la dependencia del nuevo individuo respecto del ambiente deja de ser absoluta y cede su lugar a la independencia, que nunca llega a ser absoluta. El desarrollo y consolidación de la fortaleza yoica es el indicio básico de la salud. Naturalmente, el término "fortaleza yoica" va adquiriendo un significado cada vez más amplio a medida que madura el niño, y al principio el yo sólo es fuerte porque recibe el apoyo del yo de la madre, quien durante cierto tiempo es capaz de identificarse estrechamente con su bebé.
Se llega así a una etapa en la que el niño es ya una unidad, puede expresar yo soy, tiene un interior, es capaz de dominar sus tempestades instintuales y de contener las presiones y tensiones que surgen en su realidad psíquica interna. El niño ha adquirido la capacidad de sentirse deprimido. Se trata de un logro del desarrollo emocional. Mi opinión sobre la depresión, por lo tanto, está estrechamente relacionada con mi concepto de la fortaleza yoica, el afianzamiento del self y el descubrimiento de la identidad personal, y es por eso que podemos examinar la idea de que la depresión es valiosa. En psiquiatría clínica la depresión puede presentar características que la definen claramente como enfermedad, pero siempre, incluso en los trastornos afectivos graves, la presencia del humor depresivo proporciona cierta base a la creencia de que el yo no está desorganizado y tal vez pueda mantener sus posiciones, cuando no hallar algún tipo de solución a la guerra interna.
Psicología de la depresión
No todos admiten que exista una psicología de la depresión. Muchas personas (entre ellas algunos psiquiatras) alientan una creencia casi religiosa en que la depresión tiene una base bioquímica, o sea en el equivalente moderno de la teoría de la bilis negra, que permitió que un genio del Medioevo acuñara el término "melancolía". La idea de que hay una organización mental positiva inconsciente que confiere un sentido psicológico al humor depresivo es muy resistida. Pero en mi opinión, tanto el humor depresivo como sus diversas impurezas, que originan rasgos patológicos, tienen un significado, y trataré de exponer una parte de lo que sé al respecto. (Lo que sé se basa en lo que he descubierto en mi trabajo aplicando mis propias teorías, inspiradas en la obra de Freud, Klein y varios otros pioneros.)
Naturalmente, detrás de todo esto se oculta el odio. Tal vez lo difícil sea aceptar ese odio, aunque el humor depresivo implica que el odio está bajo control. Lo que vemos es el esfuerzo clínico por controlar. Un caso simple de depresión asociada con psiconeurosis Una muchacha de catorce años fue llevada al Hospital de Niños de Paddington Green a causa de una depresión lo bastante intensa como para perjudicar seriamente su desempeño escolar. En una entrevista psicoterapéutica que se extendió por espacio de una hora, la muchacha describió e ilustró con dibujos una pesadilla en la que su madre era atropellada por un auto. El conductor del auto tenía puesta una gorra como la que usaba su padre. Como explicación de que se le hubiera ocurrido la idea de la muerte de su madre, le interpreté su intenso amor
por su padre, y también que lo que aparecía representado con características de violencia era el coito. Ella comprendió que el amor y la tensión sexual habían determinado la pesadilla. Aceptó entonces el hecho de que odiaba a su madre, a quien estaba muy apegada. Su estado de ánimo mejoró. Volvió a su casa libre de depresión y pudo disfrutar otra vez de las actividades escolares. La mejoría se mantuvo.
Este caso pertenece al tipo más simple. Cuando una persona tiene un sueño, lo recuerda y lo relata en forma adecuada, está demostrando su capacidad de hacer frente a las tensiones internas que se manifestaron en el sueño. El sueño de esa muchacha, que ella no sólo relató sino también dibujó, da cuenta de su fortaleza yoica y, a través de su contenido, proporciona una muestra de la dinámica de su realidad psíquica interna. Con referencia a este caso podríamos decir que el odio reprimido y el deseo de muerte en la posición heterosexual determinaron la inhibición de los impulsos instintuales. Pero al expresarnos de ese modo omitiríamos lo más característico, es decir la depresión, la renuncia a vivir de la muchacha. De cobrar ella vida, su madre hubiera resultado dañada. Vemos aquí un sentimiento de culpa que se anticipa a los hechos.
El self como unidad
Si no se oponen al empleo de diagramas, les diré que es útil representar al individuo como una esfera o un círculo. Dentro del círculo se produce la interacción de fuerzas y objetos que constituye la realidad interna del individuo en este momento. Los detalles de ese mundo interior hacen que se asemeje a un mapa de Berlín, en el que el Muro simboliza un lugar para las tensiones del mundo. En el diagrama, la niebla que cubre la ciudad -si es que hay niebla en Berlín- representa la depresión. Todo se hace más lento y se aproxima a un estado de no-vida. Ese estado de inercia relativa controla todas las cosas y, en los seres humanos, desdibuja los instintos y debilita la capacidad de relacionarse con objetos externos. Gradualmente la niebla se hace menos espesa en algunos lugares, o incluso comienza a desvanecerse. Entonces pueden producirse fenómenos sorprendentes
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