El vínculo primario: su potencialidad
Enviado por lulii35 • 25 de Agosto de 2013 • Ensayo • 1.612 Palabras (7 Páginas) • 329 Visitas
El vínculo primario: su potencialidad
El vínculo temprano llamado apego remite a una construcción posible a partir del encuentro singular entre un bebé y su madre o el adulto que cumpla esta función. Momentos de constitución subjetiva, de los primeros encuentros y desencuentros, de las primeras experiencias tónicas-posturales de tensión-distensión, displacer-placer que se inscriben en el cuerpo, momentos de origen de la estructuración psicomotriz. La presencia del adulto sosteniendo y acompañando el desarrollo del niño se hace indispensable para que tenga lugar el pasaje de lo orgánico a lo subjetivo y del equipamiento neurofisiológico al funcionamiento del cuerpo. En los cuidados cotidianos que recibe el bebé, el adulto lo convoca a la puesta en funcionamiento de las funciones corporales, al intercambio y la comunicación al mismo tiempo que le ofrece su cuerpo: tono, postura, mirada y el lenguaje. Y es en este espacio de conocimientos -reconocimientos, de adecuaciones mutuas entre el cuerpo del niño y el cuerpo del adulto, que se juega la construcción del lenguaje y del cuerpo habilitando un funcionamiento propio. Es importante destacar el valor privilegiado del eje tónico postural como lugar de integración de los estímulos que provienen del exterior y lugar desde donde parten las primeras expresiones (emociones) del bebé hacia el medio. Estos intercambios se irán mediatizando a través de la palabra, la presentación de objetos y el despliegue de la función motriz.
Pero ¿qué sucede cuando un bebé nace con una patología o con riesgo de padecerla por diferentes causas o factores que condicionan su desarrollo? En la relación terapéutica/educativa con niños que presentan trastornos en el desarrollo nos encontramos con una diversidad de situaciones marcadas por la singularidad del niño y de los padres. En algunos casos, por falta de un sostén adecuado, o de un encuentro fallido corre riesgo la constitución somato-psíquica del niño. Se hace necesario entonces estar a la escucha de los signos del cuerpo del bebé en el establecimiento de la función misma, y a la escucha de los signos del cuerpo de la madre (o del adulto cuidador) en el despliegue de su funcionamiento para que nuestra intervención tenga un sentido.
Les propongo reflexionar en torno a esta experiencia, vivida en mi práctica profesional hace ya más de diez años:
“Julieta y su madre llegaron a un primer encuentro en el espacio que sosteníamos como ámbito para la intervención temprana, un pequeño grupo de profesionales. En esta primera cita recibí a ambas invitándolas desde la palabra y el gesto a habitar el espacio a su manera. La mamá tomó asiento en una estrecha silla que casi nadie usaba ya en ese entonces. Sostuvo a su niña de dos años y medio con los brazos extendidos rígidamente hacia delante. Su mano derecha portaba en ademán de entrega el ajado papel en que un especialista en neurología había escrito un diagnóstico médico contundente (¿puede escribirse el destino?)…...
-A la Juli no se la puede sostener- me dijo más tarde su madre... Está siempre tan dura que te escapa, se te va, no hay forma de tenerla, nadie sabe cómo hacer-”
El vínculo de apego y la posibilidad de exploración
Un niño que tiene con el adulto significante una relación, un vínculo satisfactorio, profundo, que le aporta seguridad y confianza en sí mismo, está mejor preparado para abrirse al mundo. Esto le permitirá, explorar, experimentar y finalmente conocer su entorno. Para iniciar este proceso de conocimiento debe lograr tener aproximación y apropiación de los objetos de su mundo próximo e, intentar relacionarse con esto, a su manera.
En una primer instancia será lo que esté a su alcance, partiendo de la exploración de su propio cuerpo, manos, pies, etc. y los que el adulto le acerque. En un segundo momento y simultáneamente al comienzo de los desplazamientos, el bebé incursionará en su medio comenzando paulatinamente a alejarse y acercarse del adulto que lo sostiene afectivamente, con su voz y su mirada, entrando en una fase de autonomía, siendo el adulto el que le permita o no, sentirse competente, “capaz de”.
Es en este interjuego de ir y venir donde el reaseguramiento que le proporciona el adulto significante hará posible que el niño vaya construyendo su autonomía o tal vez todo lo contrario: su dependencia.
¿Es posible la autonomía temprana? Aportes de E. Pickler
Pretender que un niño investigue, explore desde una posición que le resulta sumamente forzada sólo da lugar a frustraciones o manifestaciones de enojo o todo lo contrario puede producir apatía. Y si llegara a poder hacerlo estaría seguramente ejercitando de manera disarmónica su musculatura, por lo cual su desarrollo ya no sería parejo. Por ejemplo un bebé al que han sentado de muy pequeño y que no puede salir de esta posición, no solo depende de que otro lo saque de esta, sino
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