En septiembre de 1983, un comerciante de arte llamado Gianfranco Becchinase contacto con el Museo Getty de California

Introducción

En septiembre de 1983, un comerciante de arte llamado Gianfranco Becchinase contacto con el Museo Getty de California para venderle una estatua de mármol del siglo VI a.C. Era un kurós (escultura que representa a un varón joven desnudo de pie, con la pierna izquierda adelantada y los brazos pegados a los costados), de los que solamente se conservan alrededor de dos centenares, la mayoría dañadas o en fragmentos descubiertos en tumbas o  en yacimientos arqueológicos.

Pero el ejemplar de Becchina estaba conservado casi a la perfección, superaba los dos metros de altura y tenía una coloración clara resplandeciente que lo diferenciaba de otras piezas antiguas. Se trataba de un descubrimiento extraordinario por el que Becchina pedía algo menos de diez millones de dólares.

Para su compra el Museo Getty pidió le fuese prestada la estatua para que su personal científico la estudiara. El estudio científico de la estatua se llevo a cabo durante algunos meses, no obstante, cuando algunos especialistas vieron el kurós sintieron un “rechazo instintivo”, durante este estudio se cuestiono la originalidad de la pieza argumentando que cualquiera que conociera como se veía una pieza después de sacarla de la tierra sabría que ese Kurós jamas habría estado enterrado; sin embargo, cuanto más de cerca era examinada la pieza los expertos notaban que se trataba de un pastiche de estilos, épocas y lugares distintos llegando a la conclusión de que el kurós era original.

Finalmente los especialistas (Federico Zeri, Evelyn Harrison, Thomas Hoving, Georgios Dontas) acertaron de lleno, en un par de segundos, de un simple vistazo, logrando captar más sobre la esencia de la escultura que el equipo del Museo Getty en catorce meses. El libro trata de esos dos primeros segundos.

RAPIDO Y FRUGAL

El aprendizaje funciona: adquiriendo experiencia, reflexionamos sobre ella, elaboramos una teoría y sacamos nuestras conclusiones.

Nuestro cerebro utiliza dos estrategias muy diferentes para entender la situación. La primera es que nos resulta más familiar: la estrategia consciente. Pensamos en lo que hemos aprendido y terminamos por elaborar una respuesta. Se trata de una estrategia lógica y contundente.

Gerd Gigerenzer gusta describir como “rápido y frugal” a todo aquello que solo se capta de un vistazo sin tener un análisis profundo u objetivo de las cosas.

LA COMPUTADORA INTERNA

El inconsciente adaptativo no debe confundirse con el subconsciente, se concibe como una computadora gigantesca que procesa rápida y silenciosamente muchos de los datos que necesitamos para continuar actuando como seres humanos.

Los seres humanos hemos sobrevivido como especie gracias a que hemos desarrollado otra clase de aparato de decisión capaz de elaborar juicios muy rápidos a partir de muy poca información.

El psicólogo Timothy D. Wilson escribe: […] El inconsciente adaptativo se las arregla para estupendamente para hacerse una composición de lugar de lo que nos rodea, advertirnos de los peligros, establecer metas e iniciar acciones forma elaborada y eficaz.  También afirma que cambiamos entre los modos de consciente e inconsciente de pensar en función de la situación.

Por naturaleza, desconfiamos de esta clase de cognición rápida. Vivimos en un mundo que da por sentado que la calidad de una decisión esta directamente relacionada con el tiempo y el esfuerzo dedicados a adoptarla. Solo confiamos en las decisiones conscientes. Pero en ocasiones, sobretodo en situaciones de estrés, la prisa no es mala consejera y los juicios instantáneos y las primeras impresione constituyen medios mucho mejores de comprender el mundo.

La primera labor de Inteligencia intuitiva será convencerles de un hecho sencillo: las decisiones adoptadas a toda prisa pueden ser tan buenas como las más prudentes y deliberadas.

Nuestro inconsciente es una fuerza poderosa, pero falible. Nuestra computadora interna no siempre se abre paso en las tinieblas ni descubre al instante “la verdad” de una situación. Puede ser derrotada, distraída y neutralizada. Nuestras reacciones instintivas tienen que competir muchas veces con toda clase de intereses, emociones y sentimientos.

Es posible controlar nuestros juicios rápidos y las primeras impresiones. El poder de saber en los primeros dos segundos no es un don otorgado mágicamente a unos pocos afortunados: es una capacidad que todos podemos cultivar en nuestro favor.

UN MUNDO DIFERENTE Y MEJOR

Contenido y origen de esas impresiones y conclusiones instantáneas que aflora de forma espontanea cuando conocemos a alguien, cuando enfrentamos una situación difícil o cuando tenemos que decidir algo en condiciones de estrés.

La tarea de conocernos y conocer nuestro comportamiento exige ser conscientes de que vale tanto lo percibido en un abrir y cerrar de ojos como en dos meses de análisis racional.

Capítulo 1: La teoría de la selección de datos significativos: lo lejos que puede llegar un poco de conocimiento

Gottman bautizó como SPAFF (Specific affect) un sistema de codificación de 20 categorías que corresponden a todas las emociones inimaginables que puede expresar un rasgo facial de las personas e interpretar fragmentos de diálogos ambiguos.

Gottman realizó pruebas y descubrió que en tan solo tres minutos de análisis de conversación de una pareja permiten predecir con exactitud quienes se divorciaran y quienes seguirán juntos.

Gottman tiene mucho que enseñarnos sobre la cognición rápida conocida como “selección de datos significativos” capacidad de nuestro inconsciente para encontrar patrones en situaciones y comportamientos a partir de fragmentos de experiencia muy pequeños. La selección de los datos significativos es en parte lo que hace tan sorprendente el inconsciente. ¿Cómo es posible recopilar la información necesaria para elaborar un juicio complejo en un tiempo tan corto? La respuesta es que cuando el inconsciente está realizando esa selección de datos, lo que hacemos es una versión automatizada, acelerada e inconsciente.

...