Ensayo sobre maternidad subrogada

Valentina Sánchez Ospina

Octubre 20/2020

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Maternidad subrogada ¿capricho o derecho?

La maternidad subrogada es una práctica en la que una mujer, mediante un contrato económico, queda embarazada o alquila su vientre para llevar el proceso de gestación a término y dar a luz a un bebé que será entregado a la pareja contratante, quienes se convierten en los padres. Desde sus inicios, este tema ha estado sujeto a críticas éticas, legales y sociales y, a pesar de que cada vez se implementa con más frecuencia, sobre todo en Latinoamérica, la mayoría de los países no cuentan con la regulación suficiente para determinar si esta práctica está permitida o no. Los escenarios más vulnerables son, precisamente, estos países, puesto que la principal y más frecuente motivación para las madres gestantes es la necesidad económica.

Las implicaciones de este tipo de gestación pueden abordarse desde diferentes áreas, cada una tomando en consideración los aspectos que le competen. Todas exponen importantes efectos y consecuencias negativas, ya sean biológicas, psicológicas, o legales, a partir de las cuales, además de invitar a las personas a entender que la maternidad subrogada es una práctica perjudicial e indigna y debería ser regulada en todo el mundo, las incita a inclinarse por una postura en contra de la mercantilización del embarazo. Lo que lleva a cuestionarse: ¿Es realmente ético y moral optar por esta alternativa sabiendo que se tienen otras menos perniciosas?

En la mayoría de los casos se presenta a la maternidad subrogada como un acto altruista, lo romantizan con el argumento de que se realiza para darle la oportunidad de poder cumplir el sueño de ser padres a aquellas parejas que por cualquier motivo no pueden tener hijos. Pero la realidad es otra.

Desde sus inicios, aproximadamente en 1975, ha habido un interés económico detrás de este procedimiento que muchos llaman solidario. En California, Estados Unidos, se da el origen del término maternidad subrogada, cuando un periódico de esa ciudad publicó un anuncio en el cual se solicitaba una mujer para ser inseminada artificialmente, a pedido de una pareja estéril que a cambio de este servicio ofrecía una remuneración.

El interés que tienen las madres gestantes es netamente monetario, ya que, en caso de no existir este intercambio, ninguna mujer se sometería a un embarazo y a todos los cambios físicos, psicológicos y sociales que se enfrentan en este proceso, solo para complacer a una pareja desconocida. Además de ser conscientes de otras alternativas mucho más benéficas como la adopción, que no solo cumple el sueño de los padres sino también de los niños de tener una familia. Esto me lleva a afirmar que los contratos de subrogación son, indudablemente, una manera más de explotación tanto de la mujer que alquila su cuerpo, como del bebé, que es cosificado y comercializado. Donde las mujeres, especialmente de países pobres, y los niños fruto de la subrogación, son, una vez más, privados de su dignidad y víctimas de la violación de sus derechos fundamentales al otorgarle un precio aun cuando ni siquiera han nacido.

Me parece oportuno indicar que esta práctica es tan costosa, que un porcentaje muy mínimo de personas en el mundo pueden acceder a ella, este porcentaje corresponde, aproximadamente, al 1% de la población mundial. Artistas como Ricky Martin, y futbolistas como Cristiano Ronaldo y James Rodríguez han sido padres mediante gestación subrogada. El precio de este proceso varía entre los $95.000USD y los $280.000USD, que dependen de muchos factores como: seguro médico, viajes de los padres subrogantes, condiciones de la madre gestante, técnicas adicionales, intentos de fecundación in vitro para lograr el embarazo y la necesidad de recurrir a la donación de óvulos y/o espermatozoides.

A pesar de que muchas personas eviten hablar de las consecuencias psicológicas en las madres y bebés, e incluso quieran hacerle creer a la sociedad que no las hay, las secuelas psicológicas de la maternidad subrogada son evidentes, tal como lo indica la psicóloga Mónica Garde (2018), cuando una mujer queda embarazada experimenta cambios físicos, ajustes emocionales y alta sensibilidad. Diversos estudios han establecido que existen manifestaciones emocionales que van cambiando según la etapa en la que se encuentra la gestación; tal como depresión, hipersensibilidad, pérdida de independencia, ansiedad y temores. (Morales– Carmona, González, y Valderrama, 1988; Attie, y Morales-Carmona, 1992). En la etapa final del embarazo, la madre y su entorno preparan la llegada del futuro bebé, tanto emocional como físicamente. Estos cambios terminan con la resolución del embarazo, sin embargo, en infinidad de casos, necesitan apoyo psicológico. Actualmente se constata con mucha precisión los lazos que se crean entre madre e hijo durante el embarazo y su importancia en el futuro desarrollo del hijo. La desvinculación afectiva durante el embarazo va a suponer consecuencias perjudiciales en el desarrollo del niño y en sus relaciones interpersonales futuras. (Rojas Reina, 2012).

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