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Esbozo de una lectura postmoderna-feminista del concepto de castración.


Enviado por   •  21 de Enero de 2016  •  Ensayo  •  1.913 Palabras (8 Páginas)  •  215 Visitas

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UNIVERSIDAD DEL VALLE DE MEXICO CAMPUS TLALPAN.[pic 1]

EPISTEMOLOGIA Y PSICOLOGIA

PROFESORA.

ALUMNO.

Psicoanálisis y feminismo

Esbozo de una lectura postmoderna-feminista del concepto de castración.

México, D. F., 29 de agosto de 2013


OBJETIVO

Con las siguientes líneas buscamos mostrar algunos de los retos que presenta la figura de la mujer en la epistemología del psicoanálisis clásico freudiano, bajo la crítica de la cultura posmoderna. Para lograrlo describiremos, en un primer momento y grosso modo, el concepto de epistemología en el que fundamos nuestro trabajo; acto seguido haremos un recorrido muy apretado de la historia del feminismo, rescatando algunos aspectos clave de la conquista liberadora de la conciencia de ser mujer en medio de una historia patriarcal; finalmente mostraremos los aspectos del psicoanálisis de Freud que, a nuestro juicio, pueden entrar en diálogo con el feminismo posmoderno, concretamente aquellos que se derivan del concepto de castración.

Sin más preámbulo, entremos en materia.

EPISTEMOLOGÍA FENOMENOLÓGICA

Etimológicamente epistemología se traduce como el estudio del conocimiento.

Ya desde la Grecia antigua se marcaba una diferencia entre dos tipos de conocimiento, uno que no era producto de una reflexión sistematizada, rigurosa y crítica y otro que sí. Al primero se le denominó doxa y al segundo espisteme. El término «epistemología» se ha utilizado con frecuencia como equivalente a «ciencia o teoría del conocimiento», siendo así que lo que se plantea, en sus líneas generales son: él camino para construir conocimiento (método) y las categorías de validación del mismo.

En la historia de la filosofía dicho término ha recorrido varios caminos, cada uno de ellos con sus propuestas particulares. Sin embargo, con el fin de establecer un punto de encuentro entre la epistemología y el psicoanálisis de Freud dejaremos de lado todos los enfoques absolutistas y asumiremos una visión fenomenológica de la misma, dado que ella procuró explicar los significados en los que estaba inmersa la vida cotidiana y no las relaciones estadísticas a partir de una serie de variables, predominio de tales o cuales opiniones sociales o en la frecuencia de algunos comportamientos.

Edmund Husserl describió a la fenomenología como la ciencia que trata de descubrir las estructuras esenciales de la conciencia. Debido a ello, el fin de la fenomenología no es tanto describir un fenómeno singular, sino descubrir en él la esencia (éidos) válida universalmente y útil científicamente. La esencia, aunque aparece solo en las intuiciones de los seres individuales, no se reduce a ellos, pues en cierto modo se encuentra fuera del tiempo y del espacio, es decir, no está ligado a estas dos categorías[1].

La fenomenología tiene un marcado énfasis en lo individual y la experiencia subjetiva, lo anterior va de la mano con el principio central de la Postmodernidad que sostiene que no podemos tener conocimientos generales y universales, generalizados, sobre nuestras realidades, que todos nuestros conocimientos son locales y temporales[2].

Así las cosas, ¿cómo se relaciona el papel histórico de la mujer en el  marco de una epistemología contextual?

FEMINISMO: CONCIENCIA HISTÓRICA Y OPCIÓN POLÍTICA[3]

No podemos comprender el Movimiento Feminista actual sin una mirada histórica retrospectiva.

La toma de conciencia a nivel de discurso se inicia históricamente en el siglo XVIII con la Ilustración, atestiguado en la obra Vindicación de los derechos de la mujer, de Mary Wollstonecraft, publicada en 1792.  

En un segundo momento se concentró en la obtención de igualdad frente al varón en términos de derecho de propiedad e igual capacidad de obrar, así como la demanda de igualdad de derechos dentro del matrimonio.

A finales del siglo XIX, los esfuerzos se van a concentrar en la obtención de poder político, en concreto el derecho al sufragio. Es en este momento de la historia del feminismo que comienza un esfuerzo por exhibir las cualidades en que estaba basada la figura de la mujer: «estereotipos». Estos estereotipos caracterizan a las mujeres como sensibles, intuitivas, incapaces de objetividad y control emocional e inclinadas a realizar y mantener relaciones personales. A los hombres, en cambio, se les considera superiores en su capacidad de racionalidad y objetividad científica, y con una dotación natural para una orientación adecuada en relación con los demás. La mujer es la explotada y el objeto de abuso, y es incapaz de explotar a los demás debido a su "natural" debilidad y altruismo, aspectos que son, a su vez, su fuerza como esposa, madre y ama de casa. Por el contrario, al hombre le resulta fácil explotar y justificar este comportamiento en nombre de una ideología política y económica. A partir de esta concepción de «orden social» se justifican las exigencias impuestas y autoimpuestas ante las que debe responder  toda «buena mujer».

Entre las décadas de los 60’s y 90’s del siglo XX se desarrollaron una amplia variedad de temas: la desigualdad no-oficial, la sexualidad, la familia, el lugar de trabajo y quizá de forma más controvertida, los derechos en la reproducción. En esta época la participación de la mujer en el campo universitario era muy reducida. Eran pocas las carreras en que intervenían. Pero, poco a poco, fueron inscribiéndose en algunas de las carreras humanistas, luego también en otras de carácter científico y, finalmente, en todas casi por igual; es más, en varias carreras de las Humanidades, como Trabajo Social, Psicología, Sociología y otras hay un claro predominio del género femenino.

El logro de esta toma de conciencia exigió, frecuentemente, la problematización de las situaciones conflictivas en que se vivía, pues, de otra manera, hubieran quedado solamente al nivel de una inconsciencia general, de ahí que la conciencia feminista de finales de los 90’s a la fecha haya llevado a desarrollar su quehacer en función de la tesis que propone que no existe un único modelo de mujer, por el contrario, existen múltiples modelos de mujer, determinados por cuestiones sociales, étnicas, de nacionalidad o religión.

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