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Guía para personas que tartamudean, familiares, maestros y otros profesionales

enliliglesiasTrabajo24 de Julio de 2016

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Guía para personas que tartamudean, familiares, maestros y otros profesionales

Alfonso Salgado Ruiz

Si existen disfluencias patológicas en un niño o un problema de tartamudez cronificada en un chico mayor o un adulto, es imprescindible contar con la intervención de un terapeuta especializado, bien sea un logopeda o un psicólogo experto en problemas de lenguaje y habla.

No obstante, el proceso terapéutico se facilita bastante si se poseen ciertos conocimientos básicos y unas actitudes de colaboración que provienen de una comprensión correcta de los problemas de fluidez.

Por otra parte, el tratamiento es un proceso activo. En el caso de la tartamudez infantil, se hace imprescindible la colaboración de padres, maestros y personas cercanas al niño. En el caso de los adultos, el tratamiento no se centra sólo en el habla sino en una serie de comportamientos y estilo de comunicación que pueden verse alterados por la tartamudez. Además, la gente que rodea a la persona que tartamudea necesita saber cómo comportarse ante un error en el habla o ante un bloqueo, de manera que la comunicación sea natural, fluida y agradable.

Estas páginas intentan contribuir a lograr estos objetivos y ayudar en la solución de estas necesidades. En muchos casos, pueden servir de lectura reflexiva en un proceso terapéutico.

En otros casos actúan como una guía de autoayuda para padres y afectados. También se ha procurado incluir algunas recomendaciones para otros profesionales de la salud y la educación, así como pequeños consejos para manejar situaciones puntuales especialmente difíciles. En la redacción de esta sencilla guía se han seguido algunas de las directrices propuestas por asociaciones de ayuda para personas con tartamudez de reconocido prestigio y gran experiencia, como la Stuttering Foundation of America (Fundación Americana para la Tartamudez).

Como en el caso de la guía para el terapeuta, se diferencian las orientaciones para la tartamudez temprana (guía para padres, maestros y pediatras) y para la tartamudez establecida (orientaciones de autoayuda para niños mayores, adolescentes y adultos; consejos para manejar situaciones difíciles, para los directivos y para actuar correctamente ante las disfluencias de una persona familiar o amiga).

1.- Guía para los padres

Esta pequeña guía se ha escrito pensando en padres de niños entre los dos y los seis años de edad. Si el tartamudeo continúa después de los primeros años de vida, adquiere ciertos matices nuevos que no se encuentran en los niños pequeños. Los apartados que usted encontrará a continuación se centran en los niños de menor edad.

La guía no pretende decirles todo lo que se sabe acerca de la tartamudez, sino que se ha seleccionado información que pueda ser útil para comprender el problema y les ayude a hacer algo beneficioso. Esperamos que estas pautas sean un sencillo instrumento orientativo que les permita analizar los problemas de habla de su hijo con más precisión. Nadie mejor que ustedes conoce a su hijo, sus características, su modo de relacionarse,... y no hay mejor instrumento para estimular el lenguaje del pequeño que ustedes mismos. Por eso, la mejor guía es la observación del comportamiento de su hijo. Estas páginas sólo intentan darles información precisa sobre la tartamudez y señalarles algunas pautas que orienten su observación y les ayude a ser mejor instrumento aún para el desarrollo del habla de su hijo. Por tanto, nos centraremos en (1) definir sencillamente qué es la tartamudez infantil, (2) cómo determinar si su hijo tartamudea o sólo tiene variaciones normales del habla, (3) cómo pueden ustedes reconocer las señales de peligro del tartamudeo, para evitar que éste aparezca o se desarrolle y ayudar a su hijo a hablar mejor.

1.1.- Algunas ideas sobre el habla en los niños pequeños y lo que se considera “normal” El habla empieza con el primer llanto después del nacimiento y se desarrolla rápidamente durante los dos primeros años de vida. Ustedes mismos son conscientes de lo rápido que el niño ha aprendido a emitir sonidos, palabras (que al principio eran como medias palabras) y cómo en poco tiempo, aprendió a formar pequeñas frases con sentido. Cuando el niño empieza a formar frases más largas, entre los dos y los seis años, es posible que experimente dificultades notables para hablar de forma fluida. Es decir, todos los niños repiten palabras y frases, vacilan a menudo y tienen problemas de vez en cuando con el flujo de las palabras.

Usted mismo experimentará que no siempre habla igual de fluido, sino que a veces tartamudea (por ejemplo cuando está nervioso) y, de hecho, si hace la prueba de grabarse en una cinta, podrá comprobar con cuánta frecuencia no termina la frase, inicia su intervención con alguna muletilla, se equivoca en las pausas, vacila, se le traba la lengua,... Por tanto, los momentos de falta de fluidez (que se denominan con el término técnico de disfluencias) son normales en todo el mundo, y especialmente frecuentes en un niño entre dos y seis años, que todavía está aprendiendo a decir bien ciertos sonidos o palabras, arreglo de frases, y no se maneja del todo con ciertas presiones normales sobre el habla (por ejemplo, cuando está enojado, cuando le pedimos que hable con un desconocido, cuando le hemos reñido y le pedimos explicaciones,...).

Ahora bien, algunos niños tienen especial dificultad para hablar de manera suave y rítmica, y parece que estas disfluencias son más llamativas y duraderas que en otros niños. Entonces, si existen errores normales de fluidez ¿cómo saber si el lenguaje de mi hijo es normal o tiene síntomas de tartamudez?

Para empezar, debemos decir que, hablando del lenguaje, “normal” no es sinónimo de “perfecto”. Más bien, “perfecto” es sinónimo de “artificial”, “infrecuente”, “extraño” o, “sospechoso”. Nadie habla siempre sin un solo error, nadie habla siempre siguiendo las normas impuestas por no se sabe quién. “Normal” es la imagen en la cual creemos estar y esperamos que se encuentren nuestros hijos, y también es la imagen que tenemos de la generalidad del comportamiento de la gente, pero esto supone una enormes diferencias entre unos y otros. Por ejemplo, hay personas que hablan casi susurrando mientras otros parece que vocean; algunos hablan tan deprisa que apenas se les entiende mientras otros titubean y revisan, y parece que nunca van a termina de decir lo que quieren.

Si esto es así ¿cómo puede usted saber si su hijo ha cruzado la línea que separa lo que es “normal” de lo que no lo es? Lo primero que debe saber es que no existe tal línea, sino gente que habla mejor y gente que habla peor, es una cuestión de grado. Ahora bien, si usted está preocupado por el lenguaje de su hijo, sin duda es porque observa algo que no le parece normal. Bien, entonces lo que deberá hacer es asegurarse de que sus criterios de normalidad son correctos y no están influidos por creencias erróneas que todos podemos tener. En otras palabras, vamos a procurar aclarar si las disfluencias de su hijo son normales o son indicativas de que algo no va del todo bien y debemos actuar en consecuencia, seguramente ayudados por un buen profesional.

1.2.- Qué es la tartamudez y cómo puede reconocerse La tartamudez es una repetición involuntaria, con prolongación o bloqueo de una palabra o parte de una palabra que la persona quiere decir. Un niño que tartamudea sabe lo que quiere decir, pero no puede decirlo con fluidez. Puede que haya dicho la palabra en la que ahora se loquea cientos o miles de veces sin tartamudear. Sin embargo, en esta ocasión, a pesar de odos sus esfuerzos, es incapaz de decirla de manera espontánea, suave y sin esfuerzo.

En sus fases iniciales, la tartamudez puede ser difícil de reconocer porque muchos niños que mpiezan a tartamudear hablan la mayor parte del tiempo de una manera muy parecida  como lo hacen otros niños de su edad. Al principio, es posible que el niño tartamudee ocasionalmente y sólo en ciertas situaciones, generalmente sin ninguna razón aparente. En la ayoría de los casos, lo que se observa es simplemente que repite mucho ciertas sílabas en ciertas palabras pero no hay signos de tensión ni esfuerzo para hablar. En otros casos, parece que la tartamudez haya sido una “enfermedad pasajera” porque pueden pasar varios días, o incluso una semana, sin que haya vuelto a haber problemas, y entonces, sin previo aviso, el niño atraviesa un periodo en el que parece que tartamudea cada vez que abre la boca. En otras ocasiones, los padres nos preocupamos en exceso por pequeños errores de nuestros hijos, que son del todo observables en otros niños si ponemos un poco de atención. Por tanto, conviene fijarse en varias cosas para determinar la naturaleza “normal” o “patológica” de los errores del niño.

En general, los niños que tartamudean parecen tener especiales problemas al iniciar una palabra y muchas de las disfluencias ocurren al comienzo de una oración. Al tartamudear, tienden a repetir partes de una palabra (sonidos o sílabas) más que palabras o frases enteras. Además, repiten estos fragmentos dos o más veces antes de poder decir lo que quieren. A veces pueden alargar exageradamente un sonido (“cuuuuuuando me voy...) o bien se bloquean sin emitir ningún sonido ni decir nada. También pueden dar la impresión de tener dificultades con su lenguaje o poner una expresión en la cara como si hubiera un espacio en blanco. Ahora bien, la tartamudez es algo más que una interrupción del flujo continuo de las palabras, por eso hay que considerar todas estas señales de forma relativa, puesto que todas ellas necesitan ser consideradas en el conjunto total del habla del niño. Conviene recordar también que todas estas dificultades pueden ser pasajeras. En cualquier, caso, si usted detecta varias de estas características, debería ponerse en contacto con un psicólogo del lenguaje o un logopeda para que realice una evaluación más precisa. Vamos a recordarle con más precisión algunas de las señales de peligro que puede detectar en el habla de su hijo, y que le pondrán en guardia:

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