Imaginarios Sociales
Enviado por michelleanaid • 5 de Mayo de 2015 • 3.773 Palabras (16 Páginas) • 940 Visitas
Pertenece a nuestra experiencia cotidiana el asimilar lo más rápida y libremente posible los cambios que se producen en nuestro entorno social, hablar de ‘los’ imaginarios sobre la formación, la educación, la violencia o el arte en el contexto particular de un grupo social, permite entender múltiples dimensiones sobre lo formativo, lo educativo, lo conflictivo y lo artístico; abre los espacios en los cuales se inscriben las acciones y concepciones de los sujetos. Se trata de localizar unidades de sentido que operan de manera simbólica a través de la repetición de narrativas en múltiples ámbitos individuales, grupales o institucionales.
Gran parte de crédito al desarrollo de la teoría de los imaginarios sociales en las ciencias sociales se debe al griego Cornelius Castoriadis (1922-1997). El filósofo sostiene que la sociedad se apodera de la imaginación particular del individuo, dejándola manifestarse sólo en y a través del sueño, la fantasía, la transgresión y la enfermedad. De ese modo, el sujeto no pensará ni imaginará más que lo que socialmente es obligatorio pensar y hacer. Castoriadis nos muestra el imaginario como un fenómeno singular y colectivo a la vez. Puede ser comprendido como un patrimonio representativo, en otras palabras, como el conjunto de imágenes mentales acumuladas por el individuo en el curso de su socialización.
De igual manera, diversos mecanismos de circulación de imaginarios se sustentan en procesos socio-psicológicos que son fortalecidos por agencias productoras de realidad a través de diversas formas de comunicación simbólica.. Se fundan a partir de una construcción social basada en prácticas que se crean, se mantienen o se reproducen por una serie de factores simbólicos, tales como la tradición, la rutina o la memoria histórica. De esta forma se puede constatar la postura que mediante los diversos elementos constitutivos de la vida social en la cual nos desenvolvemos, formamos nuestra propia subjetividad e identidad y por tanto, en los imaginarios sociales encontramos elementos de la cultura y elementos propios de la subjetividad. Para el sociólogo Manuel Baeza (2000: 33) los imaginarios sociales son “composiciones ya socializadas en el tramado mismo de las relaciones sociales, con el propósito de dar claridad al cosmos, al mundo y a la sociedad, al mundo y a la naturaleza, a la vida desde sus orígenes y la muerte, etc.”. Así, el imaginario se configura como una forma de dar significado y sentido a la vida, creando sus propias realidades compartidas. Según Baeza (2000: 25), “los imaginarios pasarían a ser sociales porque se producirían, en el marco de las 3 relaciones sociales, condiciones históricas y sociales favorables para que determinados imaginarios sean colectivizados, es decir, instituidos socialmente”.
En torno al concepto de imaginario social, Bronislaw Baczko (1991: 27) alude que “el adjetivo social que limita una acepción más restringida al designar dos aspectos de la actividad imaginante. Por un lado, la orientación de ésta hacia lo social, es decir, la producción de representaciones globales de la sociedad y de todo aquello que se relaciona con ella, por ejemplo de ‘orden social’, de los actores sociales y de sus relaciones recíprocas (jerarquía, dominación, conflicto, etc.)
En este proceso de construcción social de realidad, tiene un lugar de primera importancia el fenómeno de la imaginación como proceso mental de creación individual que se manifiesta como social, al ser compartido y formado en parte por la sociedad, Los imaginarios sociales forman parte de nuestra cultura, puesto que al constituirse como un nivel interpretativo de la realidad, generan formas de pensar que se traducen o reflejan en prácticas objetivas.
Así pues, la imaginación durante mucho tiempo ha sido dejada de lado por la Ciencias Sociales al analizar los problemas de nuestras sociedades. Sin embargo, la fenomenología ha retomado estas temáticas dando importancia a los actos creativos e imaginarios de la conciencia humana, y como el hombre ha podido ir construyendo y deconstruyendo la sociedad misma a través de estos procesos mentales. Los imaginarios son potenciados por determinadas agencias productoras de realidades sociales la familia, el Estado, los medios de comunicación y la publicidad. La familia sigue siendo una importante productora de realidad principalmente en la socialización primaria al igual que la escuela, lugares en que los niños pasan más tiempo.
Respecto al Estado, esta agencia, tanto en los discursos públicos (documentos), como en la implementación de las políticas públicas, refuerza ciertos imaginarios sociales sobre la juventud. Los medios de comunicación influyen en la construcción de imaginarios sociales, sobre todo cuando ponen relevancia a ciertos elementos de las noticias y destacan algunos temas sensibles a la vista de la opinión pública La publicidad, por su parte, opera desde el mercado, en donde son promovidos imaginarios que hacen referencia al consumo de modas que se venden y compran en las grandes tiendas: la música, vestimenta, computadores, celulares, reproductores de MP3, etc.
Igualmente, los imaginarios como constructos de sentido se constituyen en formas creativas de vivenciar el futuro, al articular la imaginación a los diferentes ámbitos de la vida social, en el imaginario se construyen nuevas maneras de vivir. El imaginario no deberá entenderse entonces como imagen de, sino como creación incesante e indeterminada, ubicada en las subjetividades particulares
Este mundo de la vida cotidiana se presenta sin cuestionamientos. En él trabajamos, estudiamos, nos relacionamos, jugamos, soñamos. Y es en esta realidad donde el sujeto comunicante-consciente define su situación desde su propia biografía, que es diferente para él. Afirmar, entonces, que la realidad no está constituida objetivamente al margen de la comunicación significa que aquella está constituida por el sentido de nuestras experiencias y no por la estructura de los objetos. Esas experiencias se dan siempre en sociedad, en una dimensión simbólica. Se construyen intersubjetivamente a través de redes imaginarias y discursivas que se entrecruzan. Lo anterior confirma la estrecha interdependencia entre la comunicación y lo que definimos como “realidad”. Así, la comunicación se entiende como una condición inherente a la condición del individuo como ser en sociedad y conformada por un sistema de significados en constante interacción, capaz de crear y recrear realidades múltiples, incluso opuestas entre sí, y donde el ser humano es sólo uno más de los elementos del sistema. El resultado: la existencia de tantas realidades como tipo de interacciones lleguen a producirse.
Finalmente, lo imaginario no instituye verdad o falsedad,
...