ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LA EVALUACIÓN

AnaClo25 de Agosto de 2011

3.237 Palabras (13 Páginas)463 Visitas

Página 1 de 13

El tema de la evaluación es bastante complejo, más aún si se contemplan la diversidad. En su realización influyen aspectos relativos a concepciones y prácticas de muchos años, demandas específicas de los padres de familia o exigencias administrativas, entre otros. Todo ello puede afectar de manera positiva o negativa para que la evaluación sea una herramienta que beneficie los procesos de enseñanza y aprendizaje.

La evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje es un medio indispensable para indagar de manera cabal los factores que inciden en el desarrollo de los aprendizajes de todos los alumnos, considerando la diversidad de sus características. En este sentido (Casanova, 2000), nos dice que el proceso mismo de evaluación nos permite ahondar en la comprensión de aquellos aspectos que posiblemente estén relacionados con las dificultades para aprender de algunos de nuestros alumnos.

A través del tiempo, la evaluación ha sido interpretada como sinónimo de “medida”. Afortunadamente, en la actualidad, gracias al avance de la psicología evolutiva y de la psicología del aprendizaje, esta concepción ha ido cambiando hacia una clara intencionalidad de aprovechar al máximo la evaluación para optimizar los procesos educativos. En este sentido, la evaluación es concebida como parte integrante de la dinámica de los procesos de enseñanza y de aprendizaje, y sirve como base orientadora del quehacer docente a lo largo de su actuación.

A pesar de estas nuevas formas de concebir la evaluación, en el esquema educativo regular predomina la calificación numérica y el uso de exámenes como los criterios de mayor peso para evaluar los aprendizajes del alumnado y para decidir su promoción aunque este principio ha empezado a cambiar. Por otro lado, PRONAP (2001) menciona que, no es criticable la utilización de exámenes, lo cuestionable es que se constituya en la “única” forma de evaluar. La utilización del examen como “el único criterio evaluador” es una práctica social, ya que también se

utiliza en los ámbitos laboral y profesional. En el terreno educativo esto plantea una problemática: el avance en las concepciones de la evaluación no se refleja en las prácticas de los educadores.

Por tanto, el problema no radica sólo en adoptar un nuevo concepto de evaluación y estar de acuerdo con el mismo, sino que implica cambiar las prácticas que se llevan a cabo en las aulas e intervenir, en muchos casos, en supuestos asociados con la enseñanza, con el aprendizaje y con la evaluación.

Si entendemos la evaluación genéricamente como “... una actividad consustancial a cualquier tipo de acción encaminada a provocar modificaciones en un objeto, situación o persona” (Mirás y Solé 1990, p.419), entonces la evaluación educativa debe ser considerada como un elemento más de los procesos de enseñanza y aprendizaje que está al servicio de los mismos.

Por lo tanto, en este momento se busca conceptualizar la evaluación como una actividad que permita intervenir y perfeccionar el desenvolvimiento del proceso educativo, tal como se plantea en la definición de Casanova (1995, p. 54):

“La evaluación aplicada a la enseñanza y el aprendizaje consiste en un proceso sistemático y riguroso de recogida de datos, incorporado al proceso educativo desde su comienzo, de manera que sea posible disponer de información continua y significativa para conocer la situación, formar juicios de valor con respecto a ella y tomar las decisiones adecuadas para proseguir la actividad educativa mejorándola progresivamente”.

En esta definición se plantea que, al llevar a cabo un proceso sistemático y riguroso de recogida de datos desde el comienzo del proceso educativo, es posible detectar el error o aquellas dificultades de aprendizaje en el momento en que se producen. De esta manera, es posible la aclaración de determinadas cuestiones no comprendidas adecuadamente, de modo que el alumno pueda continuar avanzando en su formación sin demora por conceptos mal adquiridos, procedimientos no utilizados o actitudes negativas del grupo o frente al trabajo.

El error o las dificultades que se manifiestan durante el proceso no deben tener efectos sancionadores, ni de éstos se debe derivar una calificación negativa. Antes bien, deben considerarse como una llamada de atención para superar una disfunción del aprendizaje y no como un elemento para emitir un juicio de valor negativo. Al destacar que la evaluación permite al docente detectar las dificultades y reorientar el proceso, se está poniendo el acento en su carácter formativo y en la posibilidad de realizar los ajustes pedagógicos; es decir, planear las adecuaciones curriculares de acuerdo a las características diversas del alumnado. El propósito más importante de la evaluación no es demostrar, sino perfeccionar (Stufflebeam y Shinkfield, 1989, p. 175).

3.2.1. Objeto de la evaluación

Como hemos mencionado, tradicionalmente la evaluación se ha centrado en medir las competencias del alumnado, es decir, su rendimiento, con fines casi únicos de acreditación y promoción. Esta visión limitada de la evaluación ha venido cambiando con el paso del tiempo. En la actualidad se enfatiza que la evaluación debe conservar su carácter pedagógico, cuyo objetivo central sea que el docente pueda retroalimentar su propia práctica. Es decir, la evaluación debe estar orientada a la comprensión de los procesos de enseñanza y de aprendizaje y de los factores implicados en ellos, a fin de poder tener una influencia sobre los mismos.

De esta manera, decimos que la evaluación se interesa por los resultados del aprendizaje, pero también por los factores que influyen en el curso de las situaciones educativas. Este enfoque reclama un análisis de los procesos de enseñanza y de aprendizaje y hace referencia a una evaluación amplia de carácter holístico y comprensivo. Solamente a partir de este análisis el educador puede obtener un mayor conocimiento del proceso de la interacción educativa, y entonces tomar decisiones congruentes para influir positivamente en el curso de su proceso.

3.2.2. Finalidad de la evaluación

Un aspecto importante a tener en cuenta es la claridad en los propósitos que han de evaluarse. Desde la perspectiva de la integración es importante identificarnos con un tipo de evaluación formativa, como la más congruente para una práctica docente que pretenda ajustarse a las necesidades educativas que presenta el alumnado durante los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Casanova (1995) destaca las características de este tipo de evaluación y su relación con las diferentes modalidades. De esta manera, presentamos diferentes tipos de evaluación y sus características, en el entendido de que puede ser de gran utilidad reflexionar sobre sus implicaciones en la práctica evaluativa en general y, sobre todo, en el marco de la educación inclusiva. De manera general, la evaluación puede ser definida a partir de las finalidades que se persiguen, del momento o temporalidad en que se realiza, de quiénes la realizan o del punto de referencia a partir del cual se lleva a cabo. A continuación señalamos algunas características de estos tipos de evaluación que tienen que ver con la función o finalidad principal, ya que la evaluación puede recibir diferentes nombres (regulativa, prospectiva, formativa, iluminativa, sumativa, etc.). Sin embargo, según la autora citada, las finalidades sumativa y formativa son las más importantes, pues están presentes en cualquier modalidad de evaluación, de ahí la necesidad de tener claro su sentido, sobre todo para la evaluación de los aprendizajes de alumnos con necesidades educativas especiales, asociadas o no a una discapacidad.

Finalidad sumativa de la evaluación

La finalidad sumativa de la evaluación consiste en determinar el valor de un producto final, o de procesos considerados ya terminados; no pretende mejoras de forma inmediata, sino valorar de manera definitiva.

La importancia de la evaluación sumativa es indiscutible para cualquier programa educativo. Sin embargo, lo que sí parece cuestionable es que se le considere como la única fuente de la evaluación educativa y como el único tipo de información para tomar decisiones acerca del proceso educativo. Este problema puede ser planteado en términos de que no solamente importa saber “qué se aprende”, sino también “cómo se aprende”, lo cual implica tener una visión más amplia acerca de la evaluación, esto es, considerar la dimensión formativa, los procesos de enseñar y de aprender.

Dado que la evaluación sumativa está orientada a la realización de un juicio sobre un hecho concluido, no es adecuada para evaluar el desarrollo de un proceso educativo. De esta manera, cuando se plantea el examen como el único medio para valorar los aprendizajes, se está aplicando una concepción de evaluación sumativa con la intención de valorar un proceso. En este sentido, la noción de proceso que se está utilizando es equivocada, pues un proceso no es la suma de parcelas de aprendizajes sin relación entre sí. Un proceso tiene el sentido de concebir los aprendizajes de manera dinámica, de avances y retrocesos, en continua reorganización y reestructuración, por lo cual, es necesario considerar la evaluación formativa como un complemento indispensable para la evaluación sumativa.

Finalidad formativa de la evaluación

La evaluación formativa está orientada a valorar procesos, lo cual supone la recolección de información

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (21 Kb)
Leer 12 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com