La Adolecencia Normal
Enviado por h22o • 14 de Abril de 2013 • 17.860 Palabras (72 Páginas) • 566 Visitas
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La Adolescencia Normal. (Un enfoque psiconalítico).
Autor: Arminda Aberastury - Mauricio Knobel.
Editora: Paidós.
Tomo 1.
ggg Prefacio:
Desde hace ya muchos años venimos trabajando juntos, en comunidad de ideas ver¬daderamente significativa y gratificante.
La labor específica sobre adolescencia comen¬zó con los grupos de estudios preparatorios para colaborar y aportar ideas y experiencias al 1er Congreso Interno y 9° Simposio de la Aso-ciación Psicoanalítica Argentina, celebrado en Buenos Aires a fines de 1964.
La acción directriz y el planteo de ideas bási¬cas estuvo a cargo de uno de nosotros (A. Aberastury) y encontró en los grupos de trabajo no sólo colegas consecuentes, sino colaborado¬res que supieron interpretar fielmente las teo¬rías propuestas, validadas por la práctica psico¬analítica de todos los que intervinieron en estos estudios.
Así surgieron varios trabajos que aparecie¬ron publicados en un libro, verdadera acta de ese Simposio, titulado "Psicoanálisis de la manía y la psicopatía", editado por Paidós en 1966, según la recopilación que realizaron A. Rascovsky y D. Liberman.
Consideramos que esos trabajos son básicos para un estudio psicoanalítico de la adolescen¬cia y hemos resuelto reproducirlos en este volumen, con muy ligeras modificaciones de tipo formal.
Reflejan una línea de pensamiento que bien puede denominarse, según nos manifestaron nuestros propios colegas y colaboradores, así como psicoanalistas y autores nacionales y ex¬tranjeros, la "escuela de Arminda Aberastury".
Por lo tanto hemos creído conveniente añadir a esos trabajos básicos algunas aportaciones más recientes que, entendemos, completan una parte del vasto panorama del enfoque psicoanalítico de la adolescencia, que necesita ser estu¬diado en profundidad y al que lógicamente ha¬brá que agregar más experiencias.
Esta temática concita en la actualidad el interés de diversos sectores de estudiosos de la conducta humana y exige todos los aportes de las distintas disciplinas científicas.
Como psicoanalistas consideramos que es nues¬tra responsabilidad brindar nuestra contribu¬ción, que desde luego implica el compromiso de continuar investigando y transmitir ulterior¬mente nuestras conclusiones.
Arminda Aberastury Mauricio Knobel.
Diciembre de 1970.
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ggg Introducción.
por Mauricio Knobel.
Los factores intrínsecos relacionados con la personalidad del adolescente son los que de¬terminan en realidad las distintas expresio¬nes de la conducta que importan para el trata¬miento de cualquier tipo —pero fundamental¬mente del psicodinámico— y también para la comprensión de los problemas psiquiátricos y psicopatológicos en general de este período de la vida.
Para ello me basaré en un trabajo anterior¬mente publicado y en el cual consideraba la adolescencia como una verdadera "experiencia clínica".
Anna Freud dice que es muy difícil señalar el límite entre lo normal y lo patológico en la adolescencia, y considera en realidad a toda la conmoción de este período de la vida como nor¬mal, señalando además que sería anormal la pre¬sencia de un equilibrio estable durante el pro¬ceso adolescente. Sobre esta base, y teniendo en cuenta el criterio evolutivo de la psicología, es que podemos aceptar que la adolescencia más
que una etapa estabilizada es proceso y desarro¬llo. Debe por lo tanto comprenderse para ubicar sus desviaciones en el contexto de la realidad humana que nos rodea.
El adolescente atraviesa por desequilibrios e inestabilidad extremas. Lo que configura una entidad semipatológica, que he denominado "sín¬drome normal de la adolescencia", que es per-turbado y perturbador para el mundo adulto, pero necesario, absolutamente necesario, para el adolescente, que en este proceso va a establecer su identidad, que es un objetivo fundamental de este momento vital.
Para ello, el adolescente no sólo debe enfren¬tar el mundo de los adultos para lo cual no está del todo preparado, sino que además debe des¬prenderse de su mundo infantil en el cual y con el cual, en la evolución normal, vivía cómoda y placenteramente, en relación de dependencia, con necesidades básicas satisfechas y roles cla¬ramente establecidos.
Siguiendo las ideas de Aberastury podemos decir que el adolescente realiza tres duelos fundamentales: a) el duelo por el cuerpo infantil perdido, base biológica de la adolescencia, que se impone al individuo que no pocas veces tiene que sentir sus cambios como algo externo frente a lo cual se encuentra como espectador impotente de lo que ocurre en su propio organismo; b) el duelo por el rol y la identidad infantiles, que lo obliga a una renun¬cia de la dependencia y a una aceptación de responsabilidades que muchas veces desconoce, y c) el duelo por los padres de la infancia a los que persistentemente trata de retener en su personalidad buscando el refugio y la protección que ellos significan, situación que se ve compli¬cada por la propia actitud de los padres, que también tienen que aceptar su envejecimiento y el hecho de que sus hijos ya no son niños, y sí son adultos o están en vías de serlo.
Se une a estos duelos el duelo por la bisexualidad infantil también perdida.
Estos "duelos", verdaderas pérdidas de persona¬lidad, van acompañados por todo el complejo psicodinámico del duelo normal y en ocasiones, transitoria y fugazmente, adquieren las caracte¬rísticas del duelo patológico. Esta situación del adolescente frente a su realización evolutiva, basada en las relaciones interpersonales de su infancia, a la que deberá abandonar, lo lleva a la inestabilidad que lo define, constituyendo una especie de entidad nosológica, cuyas caracterís¬ticas esenciales —-según he señalado— descri¬biré como "síndrome de la adolescencia nor¬mal". Este síndrome, producto de la propia si¬tuación evolutiva, surge, por supuesto, de la interacción del individuo con su medio. El mun¬do de los adultos, como los padres, no acepta las fluctuaciones imprevistas del adolescente sin conmoverse, ya que reedita en los adultos an¬siedades básicas que habían logrado controlarse hasta cierto punto. Sabemos muy bien —y sirva esto tan sólo de ejemplo llamativo—
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