La Educadora

LA EDUCADORA, LAS RELACIONES PEDAGÓGICAS Y EL DESARROLLO COGNITIVO Y LINGÜÍSTICO DE LOS NIÑOS

A partir de este ensayo se analizará el papel de la educadora como referente continuo en el desarrollo lingüístico de los niños, las formas de intervención pedagógicas que utilizan para enriquecer y profundizar la competencia lingüística del niño preescolar.

Se sabe que el lenguaje es la principal forma de comunicación que el ser humano utiliza a partir de sus primeros años de vida, lo que significa que comunicar es establecer camino o puente entre dos o más personas. El lenguaje es un conjunto de sonidos y/o símbolos que permiten expresar ideas, gustos etc. y son utilizados entre una misma especie.

Uno de los primeros aprendizajes que el niño adquiere es el lenguaje por medio de la imitación de sonidos, que posteriormente adquirirán su significado, este aprendizaje se desarrolla por medio de la interacción, es decir de la comunicación entre los sujetos. De ahí deriva que la comunicación es la base del aprendizaje.

El ingreso de los niños a la escuela implica un cambio en sus actividades diarias y les plantea nuevas exigencias lingüísticas y cognitivas. Los procesos de enseñanza y aprendizaje en el aula se realizan en su mayor parte a través de la interacción verbal. El papel de la educadora es fundamental para el fortalecimiento y enriquecimiento del lenguaje, es quien deberá como primera actitud ponerse en disposición de escucha, viviendo así con los niños una situación de diálogo que puede surgir a partir de las actividades que se planteen, de juegos, de experiencias vividas en común o vivencias propias. Una de las formas más importantes de la intervención del docente es que ésta sea contingente respecto a la participación del niño, es decir, que tenga la capacidad para retomar el tema planteado por el pequeño, afirmando así su interés por lo que este quiere decir; así mismo las expansiones y reestructuraciones, donde ella repite lo que el niño presume que quiere decir y completa los elementos faltantes en su emisión. En la simetría y sincronía del intercambio, la maestra interviene solo cuando el niño hace una pausa, no lo interrumpe, expresa su interés por lo que este ha dicho, recogiendo y ampliando el tema; así mismo las expresiones frecuentes de humor y afecto, como son los gestos, la entonación, las bromas oportunas, entre otras; fortalecen el desenvolvimiento lingüístico y cognitivo del pequeño.

En la actividad tiempo de compartir un niño por vez toma la palabra como principal locutor, los demás limitan su intervención a hacer comentarios y preguntas sobre el tema que se plantee: comunicar sentimientos, una emoción, una necesidad, explicitar opiniones, gustos, emitir un juicio, una intervención, describir cosas hechas o vistas, dar una información, una explicación, trasmitir un consejo, entre otras cosas; este hecho responde a los objetivos que se buscan, porque a través de esa situación la maestra puede interactuar con un niño en particular y brindar especial apoyo en su expresión lingüística.

Es fundamental que los pequeños perciban que existe un tránsito entre el jardín de niños y el primer grado, que se trata de una nueva etapa, de un cambio de lugar, de indumentaria, de compañeros, de docentes, de horarios y hábitos. Es deber de todo maestro evitar la fractura entre estas etapas, es por ello que debe existir una articulación entre las mismas, una continuidad entre el aprendizaje y así los conocimientos nuevos vendrán a ensamblarse con los anteriores. La enseñanza de la lectoescritura llega a insertarse sobre un aprendizaje informal que se viene manifestando desde el nivel preescolar.

Existen algunos conceptos relacionados con las teorías del aprendizaje que atraviesan la educación inicial y la

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