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La Infancia En El Devenir Sociocultural E Histórico

SajiSa26 de Marzo de 2014

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INTRODUCCIÓN

A partir del siglo XIII y XIV empezó una revolución acerca de la percepción de la infancia. En la antigüedad había niños pero no existía la infancia, no había diferencias entre el ambiente adulto y la interacción de los niños. No se regulaban las etapas de conocimiento aptas para un infante, tenían acceso a la misma información y trato que los adultos.

Los infantes sufrieron el cambio de percepción que tuvieron los adultos hacia ellos basados en autores como: Phillipe Aries, Lloyd Demause, Elizabeth Badinter, Linda Pollock, Hugh Cunningham, Ricardo Baquero, José Daniel Fierro Arias.

Fueron recopilando los sucesos y analizando, como fueron cambiando de idea tanto los padres como la sociedad en sí, respecto a la conceptualización de la infancia.

Como de tratar a los niños de igual manera que a los adultos, pasaron a ser tratados como unos niños, con derechos y obligaciones de a cuerdo a su edad.

Así mismo se fue inculcando el amor maternal, pasando de abandonarlos o intérnalos, a quererlos junto a ellos y protegerlos, y de tener muchos a hijos a concientizar que era mejor tener familias chicas, para tener una mejor vida y más tiempo para educarlos y quererlos.

Así como diferenciar el diferente tipo de contextos en el que crecemos todos y como así aprendemos de acuerdo a este.

Principales visiones sobre la construcción socio-histórica de la infancia

Julio Cortés M.

Phillippe Ariés.

Este autor francés, dice que la infancia fue inventada o descubierta a fines del siglo XVII e inicios del siglo XVIII. Para entender adecuadamente la tesis de este autor es necesario tener en cuenta que su trabajo se enmarca a una corriente de revalorización de la época medieval, periodo comúnmente asociado a oscuridad e ignorancia, pero que de acuerdo a investigaciones, se caracterizo por una rica vida comunitaria de participación en la vida pública.

Ariés, opta por una investigación que atienda no a los grandes eventos de la historia, sino que al entramado social existente a nivel popular cotidiano, sobre el cual dichos eventos se producen. En ese marco comunitario, lo niños no eran percibidos como una categoría especifica, diferente, y pasaban de un periodo relativamente breve de estricta dependencia física, a se socializados directamente en el mundo adulto a través del contacto con la comunidad. Existían niños pero no infancia, los niños gozaban de mayor libertan que luego de la invención o descubrimiento de la infancia.

Durante la mayor parte de la Edad Media la infancia no era considerada en el plano de las representaciones artísticas. Hasta el siglo XVIII los niños eran representados como adultos en miniatura, sin rasgos ni vestimenta propios de un infante. A partir del siglo XVIII comienzan a aparecer formas de representación pictórica de niños en tres formas típicas: ángeles, el niño Jesús y niños desnudos. Para Ariés esta evolución reflejaba un cambio en la mentalidad colectiva dando cuenta de la aparición de sentimientos hacia la infancia.

En los siglos XV y XVI inicia la representación de los niños n compañía de adultos hasta la representación de niños solos, el comienzo de la nueva sensibilidad colectiva hacia la infancia, expresándose en el arte de formas de representación de los niños desconocidas en la Edad Media, que pasan a tener un rol predominante.

El “descubrimiento” propiamente tal de la infancia se produjo según Ariés, en el siglo XVIII.

Un elemento central en Ariés se refiere a que la infancia pago por su descubrimiento un precio bastante alto, el de su control mediante instituciones y mecanismos específicos. El proceso de moralización de la sociedad se manifestó en relación a la infancia, debían ser preparados para entrar en la vida adulta. La escuela, donde en la Edad Media convivían niños de diferentes edades con adultos, pasa a ser el espacio propio de los niños y jóvenes, exclusivamente diseñados para ellos. Así la infancia es recluida en el mundo privado, en la instituciones especificas para niños, la escuela y la familia, lugares en que los niños gozaron de un libertad bastante menor a la que habían disfrutado antes de su descubrimiento y comienza a manifestase a fines del siglo XVII, separando radicalmente a niños de adultos.

Como base a esta tesis Emilio García Méndez ha planteado que el descubrimiento de la infancia se encontraban las bases de la “situación irregular”, en el sentido que se construyo culturalmente una incapacidad de la infancia que luego fue consagrada jurídicamente, y así este descubrimiento trajo aparejado no solo la pérdida de la libertad de los niños sino su posterior división entre “niños adolescentes” y “menores”.

Lloyd Demause

Compartía un poco la visión del cambio drástico en la infantilización de los padres hacia sus hijos con Aries, pero no coincidía con la evolución en el proceso. Demause argumentaba los cambios psicogénicos de la personalidad que resultan de la convivencia de los padres hacia sus hijos en sucesivas generaciones.

Demause postula 6 etapas de un progreso lineal en las prácticas de crianza, derivadas de una superación creciente de la ansiedad originaria que el contacto con niños produce naturalmente en los adultos:

Infanticidio 2. Abandono

3. Ambivalencia 4. Intrusión

Socialización 6. Ayuda

Comenzando la sexta y última recién a mediados del siglo XX.

Aunque los planteamientos de Demause están basados en un progreso lineal lógico, sus argumentos no son fiables pues su investigación solo tomó en cuenta eventos relevantes y dramáticos haciendo uso arbitrario de las fuentes, sin demostrar que era la práctica generalizada de la época.

Elizabeth Badinter

Badinter revela que en Francia y en otros países de Europa en los siglos XVII y XVIII existieron prácticas de indiferencia hacia los niños. Básicamente esto se refiere en que las madres en aquella época le entregaban a sus hijos a las nodrizas apenas producido el nacimiento para que ellas los criaran, se negaban amamantar a sus niños, no les daba tristeza e incluso no tenían insensibilidad ante la muerte de algún pequeño, llegaban al grado de tener que internarlos.

En los siglos XVI y XVII se verifica un creciente interés de las mujeres -particularmente las de clase alta de sectores urbanos- por aprovechar todos los medios a su alcance con el fin de salir de los estrechos límites impuestos a su género y adquirir notoriedad y autonomía en esferas tradicionalmente reservadas a los hombres. Precisamente en los siglos XVII y XVIII la mujer que tenía recursos para ello intentó definirse como mujer.

Este proceso de emancipación no alcanzó a llegar a la dimensión del poder, este segundo paso fue obstaculizado mediante el nuevo discurso que a partir del siglo XVIII tiende a redirigir a la mujer a su rol “natural” de madre, momento en el que surge ideológicamente el mito del “amor maternal”.

Badinter en su libro logro demostrar que en busca de otros objetivos sociales, se dejo a los niños abandonados a su suerte por sus padres e incluso la madre lo permitía e incluso las madres no hacían lo mínimo para ayudarlos a sobrevivir.

Para Badinter precisamente la actitud y sentimiento de los padres hacia los hijos lo que produjo como resultado una alta mortalidad infantil.

Ya que otros autores decían que la indiferencia paterna y materna era resultado de la alta mortalidad infantil que impedía la formación de vínculos afectivos, dada la enorme probabilidad de muerte en los recién nacidos y niños pequeños.

Linda Pollock

A diferencia de Philippe Aries, Lloyd Demause, Elizabeth Badinter, y Hugh Cunningham, Pollock considera que en la historia de la infancia ha existido una continuidad más que cambios drásticos, que son más los elementos comunes que las diferencias en los distintos períodos y sociedades, y que ésta no ha sabido ser explicada por los otros estos autores. Esta continuidad estaría dada porque la conducta normal de los padres hacia sus hijos ha sido siempre la de otorgar un cuidado adecuado. Los malos tratos y el abandono han tenido lugar aisladamente, casi siempre frente a situaciones sociales extremadamente graves. Lo que sí ha experimentado cambios en el tiempo es la existencia de un discurso sobre la infancia, y el contenido del discurso, pero la conducta real de los padres hacia los hijos y la experiencia concreta de los niños y adolescentes no registran cambios tan dramáticos como los señalados por Aries y Demause.

La relación concreta entre adultos y niños se ha mantenido invariable en lo esencial, pese a los cambios operados en el plano de la ideología o de las imágenes de la infancia. En el pasado los padres trataron a sus hijos con indiferencia, que no se concibiera a la niñez como algo diferente de la adultez, y que los niños eran severamente disciplinados como regla general.

La autora critica el uso de fuentes, que consistieron en manuales de orientación sobre educación y crianza de niños, por no distinguir si reflejaban una realidad existente

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