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La Sobreprotecciòn


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2012  •  1.817 Palabras (8 Páginas)  •  380 Visitas

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La sobreprotección, un error que nuestros hijos pagarán en el futuro.

Hace unos años se produjo la siguiente escena en el despacho de un director de un colegio: Después de entregar las notas de septiembre y ver que su hijo tenía que repetir curso por suspender tres asignaturas –con notas muy, muy bajas- una madre, acompañada de su hijo, se presentó en el despacho del director a reclamar el aprobado de su hijo. Ante la negativa de este, no dudó en responsabilizar al colegio del presente y futuro fracaso de su hijo.

Aprovechó también para dejar claro que toda la culpa de los suspensos era de los profesores de las asignaturas y de los profesores particulares que había contratado durante todo el curso para ayudar a su hijo. Al ser preguntada por el director si su hijo tenía alguna responsabilidad en los malos resultados, contestó: “ninguna. Mi hijo ha trabajado al máximo durante todo el curso”.

Esta escena, que por desgracia se prodiga cada día más en los colegios, es un claro ejemplo –de los muchos que podríamos poner- de una de las anomalías educativas que más está proliferando en los últimos años: La sobreprotección.

La sobreprotección, ese afán por evitar que nuestros hijos sufran cualquier daño físico o emocional por mínimo que sea, es algo que está muy presente en la sociedad actual y, por tanto, también en los colegios. Es una clara desviación educacional provocada por el vínculo emocional que une de una manera especial a los padres con sus hijos.

La educación es un arte y uno de sus retos más difíciles es saber hasta qué punto un padre puede meterse en la vida de un hijo, averiguar cuándo le debe prestar ayuda y cuándo dejar que sea él solo el que se saque “las castañas del fuego”. Es doloroso ver a un hijo en una situación difícil, pero tenemos que comprender que un hijo debe crecer y lograr su autonomía.

En todas las situaciones y circunstancias de la vida social vemos de manera permanente la actitud protectora de los padres. Casi siempre con fines muy nobles, tratando de evitarle un sufrimiento o una sensación de fracaso que afecte a su autoestima. Esto ya supone un problema en sí mismo, que se acrecienta cuando los padres buscan ”culpables externos” ante situaciones como un castigo, una reprimenda escrita del profesor, un examen con una nota baja, un conflicto con compañeros etc, y eliminan de su hijo cualquier responsabilidad ante esos hechos.

Aquí es donde tenemos el gran problema. Cuando los padres, insisto, por evitar una sensación de fracaso o un sufrimiento, hacen a otros responsables de las faltas de su hijo, le eximen, por tanto, de cualquier tipo de responsabilidad ante unos hechos o situaciones. Con esto consiguen que su hijo no aprenda y no se forme en una cualidad; en una virtud o en un valor tan básico para su futuro como es la responsabilidad y el saber asumir las consecuencias de sus acciones: malas contestaciones, faltas de compañerismo, no haber estudiado lo suficiente….

¿Y quiénes son esos culpables externos? Tenemos un amplio abanico, tantos como circunstancias posibles. Los más habituales son los amigos, primos, la televisión y, en el ámbito colegial, los profesores. Pero estos no son los únicos. En algunas ocasiones son los propios padres los que se auto inculpan y se responsabilizan de los errores de su hijo con tal de evitarle un disgusto o un posible “trauma”. Peor y más peligrosa por sus consecuencias es la situación en la que uno de los miembros del matrimonio culpa al otro, provocando un enfrentamiento que rompe y anula algo tan esencial para la educación de un hijo como es: la unidad de criterio

Los padres tenemos que ser fuertes. Como decíamos al principio, no es agradable ver sufrir a nuestro hijo, por eso nos ayudará conocer algunos de los posibles efectos de la sobreprotección.

Los posibles efectos de la sobreprotección: El síndrome del emperador, ansiedades y depresiones

¿Tiene efectos proteger a los hijos demasiado? ¿Creemos que estamos haciendo un bien cuando en el fondo ponemos la semilla de un más que probable mal? La respuesta es sí, aunque en esto no haya ciencias exactas.

Ahora bien, hay que tener claro, que practicando este estilo educativo, aumentamos mucho las posibilidades de que nuestros hijos sufran algunas de las siguientes consecuencias, que como veremos van encadenadas:

La primera es la dependencia excesiva, consecuencia lógica, ya que hemos acostumbrado al niño desde su más tierna infancia a hacer las cosas por él o estar permanente a su lado. Esta dependencia dirige al niño hacia una inseguridad en sí mismo, falta de confianza. Es decir, es esta dependencia –y no los malos resultados- la que ataca directamente a su autoestima, ya que considera desde sus primeros años que es incapaz de lograr nada por sí mismo. En esta misma línea estaremos provocando en nuestro hijo una total falta de iniciativa propia y un inadecuado desarrollo de la creatividad.

Incapacidad para asumir responsablemente las consecuencias de sus actos, ya que son sus padres, sus profesores, sus amigos u otros los que suelen asumirlas. Con el paso de los años nuestro hijo, ante situaciones importantes, irá manifestando y sufriendo sentimientos de inutilidad, que se plasmarán de manera gráfica y relevante en su dificultad para la toma de decisiones. En la vida profesional se manifiesta en la incapacidad de asumir responsabilidades y en la necesidad de ocupar puestos de trabajo en los que sean dirigidos de manera clara por otro. En la vida familiar, buscan como complemento

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